La repetición del proceso de producción puede efectuarse en la misma escala anterior (reproducción simple), en la que se reponen los medios de producción y los objetos de consumo que han sido utilizados o puede realizarse en mayor escala (reproducción ampliada), en la que son creados medios de producción y artículos de consumo adicionales a los consumidos. Para que exista la reproducción de capital es imprescindible que en el producto social producido existan y sean de nuevo producidos los medios de producción requeridos (máquinas, herramientas, materias primas, combustibles) para seguir produciendo, así como los bienes de consumo que requieren los obreros, los capitalistas y el resto de la sociedad para vivir. Se requiere entonces que haya mercancías que, por su utilidad, puedan reemplazar al capital constante empresarial consumido, como los medios para satisfacer las necesidades materiales de todos.
Dicho en otra forma: para que opere la reproducción de capital el producto social debe tener una composición precisa, tanto por su valor de cambio como por su valor de uso. Según este último, a pesar de las diferencias que puedan existir entre las mercancías, éstas son de dos tipos: bienes de consumo y medios de producción, por lo que las ramas de la producción pueden clasificarse en dos grandes secciones: Sección I, que incorpora a todas las ramas productoras de medios de producción, es decir de objetos que no pueden ser consumidos por las personas directamente sino que se consumen en la producción de bienes materiales, y sección II, que abarca las ramas que producen bienes de consumo. Debe haber una relación muy estrecha entre ambas secciones, pues lo que produce una lo consume ella misma y la otra, pero es el caso que los capitalistas trabajan autónomamente unos de otros y, como dueños de sus fábricas, deciden qué y cuánto producir, por lo que la reproducción de capital incluye en sí misma una gran contradicción, responsable de las crisis cíclicas del sistema como la existente actualmente.