23 De Enero: La democracia que nunca llegó

Derrocada la dictadura del General Marcos Pérez Jiménez el 23 de enero de 1958, de los poros de la sociedad comienza a brotar un entusiasmo por la democracia, la libertad y la participación. Sin embargo, esa esperanza se fue apagando y la democracia soñada nunca llegó, pues fue secuestrada y mantenida en cautiverio durante cuarenta años por las corrientes fascistas del puntofijismo. Durante ese tiempo la pobreza, la miseria y el deterioro social tocó las puertas de millones de compatriotas.

Sin importarle para nada los ideales y esfuerzos de lucha realizados por el pueblo las elites partidistas, económicas, sindicales y eclesiásticas construyeron un sistema político que tempranamente truncó los sueños de los venezolanos. Aunado a ello esos mismos grupos elitescos cerraron los espacios de la participación, negándole al pueblo cualquier posibilidad de ser protagonista en la construcción de su verdadero desarrollo. Sólo se le permitió ratificar a través del voto cada cinco años, las decisiones que se tomaban en los cenáculos de los partidos.

Manipulando hasta la saciedad e inventando una estabilidad de "hierro" de la democracia, la clase política dirigente y los gobernantes de turno se repartían los privilegios del poder, dando a la mayoría de la gente sólo migajas y obligándolos a vivir entre los escombros de la miseria y la exclusión. Ante los vicios de la corrupción, la impunidad, el encubrimiento y la indolencia de la clase política comienzan a germinar las semillas de la descomposición política y social.

En vez de abrir los espacios de la participación, los gobiernos adecos y copeyanos se encapsularon en el manto del poder. Truncados los sueños y asfixiados por la situación de pobreza, el pueblo se lanza a la calle un 27 de febrero de 1989 para reivindicarse asimismo. Ante tantas desigualdades presentes y el deterioro general imperante, sectores de la sociedad comienzan a reclamar espacios. Así se hizo presente el fantasma de la protesta violenta. Se había despertado del sueño de los eternos.

Poco a poco la frustración fue apareciendo en el colectivo. La falta de voluntad para emprender acciones estatales y hacerle frente a las exigencias sociales, fue originando una situación de crisis. Esa incapacidad del sistema político ante las exigencias de la población, es lo que impulsa a algunos miembros del sector militar a planificar la rebelión del 4 de febrero de 1992. Esa rebelión militar contra el sistema político puntofijista es el punto de partida del proceso de ruptura y transformación de un sistema carcomido por la corrupción.

Eclipsados por la irracionalidad, las clases dirigentes negaron cualquier posibilidad de hacer correcciones. Se prefirió mas bien mantener un ambiente ilusiones, donde se manipulaban las realidades y los escenarios.

Conscientes que con el tipo de Estado era imposible la convivencia en igualdad de condiciones, se impulsa una rebelión para avanzar hacia unas nuevas reglas de juego democrático que facilitaran los cambios profundos y se diera de una vez por todas un viraje en el modo y la manera de gobernar.

Después de los graves y violentos sucesos de febrero de 1989, se ponen al descubierto los vicios de la clase política y se empieza a clamar la resolución de los problemas del país. No obstante, nunca se le prestó atención a estas exigencias. A cada acto de los gobiernos el pueblo dejó sentir su voz, siempre planteando la necesidad del cambio. De esa manera se avanza hasta 1998, año que marca un punto de ruptura final con el sistema político anterior y el declive de los partidos AD y COPEI.

Esa farsa que se instala el 23 de enero de 1958 llegó a su fin en 1998, cuando aparece el líder que devuelve los sueños y con ello la democracia participativa y protagónica.

(*) Politólogo. MSc en Ciencia Política.
Email: eduardojm51@hotmail.com


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Eduardo J. Marapacuto (*)


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