¡ No se dejen embasurar!

Un espectáculo deprimente que ya comienza a hacerse normal en las ciudades principales de Venezuela es el de la acumulación de basura; bien porque nuestros malos hábitos convierten cualquier lugar en un basurero, o porque las empresa recolectoras de basura no cumplen con el servicio contratado.

Es corriente leer en los medios escritos que estas empresas se quejan de no disponer de un botadero adecuado, o que este ya está colapsado; igual, a nosotros lo que nos preocupa es que los recipientes de basura de nuestra vivienda individual, o colectiva, amanecieron en el mismo lugar en que fueron colocados la noche anterior, con el agravante de haber sido derribados por los animales callejeros que buscan alimentos en ellos.

Estas empresas, a la hora de contratar alegan a su favor el supuesto de que cada persona genera un kilo de basura por día; aunque dicha cifra sólo es válida en los países más derrochadores de los recursos naturales, resulta muy adecuada para justificar un contrato en el cual siempre lleva las de perder el ente gubernamental que lo firma y en consecuencia los pobladores dependientes de él. Se supone que en dicho contrato se establece que el ente contratante debe proveer a la empresa contratista de un lugar adecuado para el bote y que ésta, especialista en el servicio, lo debe administrar adecuadamente.

Llama la atención que en la medida en que se acerca la fecha de las elecciones de alcaldes, gobernadores y legisladores regionales, se incrementa el número de días en que la basura deja de ser recogida; ¿es esto una casualidad? Si se analiza políticamente se concluye que no; más aún que, tampoco por casualidad, una actividad de aparente simpleza es ejecutada por empresas transnacionales. La simpleza se refiere a que en este país existen cantidad de empresas cuyos recursos materiales y de planificación permiten llevar a cabo esta tarea con bastante éxito; ¿por qué no se contratan?

El poder mundial no ha descuidado ningún detalle en su muy bien planificado procedimiento de control total, dentro del cual la basura ocupa un lugar tan importante como la producción del material que permite generarla en abundancia y los desechos constituyen un lamentable elemento de presunción en nuestra controvertida sociedad de consumo: produces mucha basura, porque consumes y consumes porque posees la capacidad para ello; tienes como consumir, porque esta sociedad te lo permite, por lo cual no debes permitir que te cambien esta sociedad. Casi se adopta el lema de “¡Demuestra tu poder, embasúrate!

Ya se ha demostrado que se puede soportar un día sin electricidad; tres sin agua; pero, no una semana sin que se recoja la basura y el descontento es mayor cuando se comienza a sembrar la incertidumbre sobre el día cuando será recogida. “¿Vendrán hoy, como ha sido costumbre? ¿Se la llevarán toda, o dejarán alguna parte de ella para que continúe en sitio el proceso de descomposición que tantas molestias ocasiona? En los gobiernos anteriores esto no ocurría”.

¿Cuántos se detienen a pesar que si se tenía menos capacidad de adquisición de bienes y servicios, también se generaba menos cantidad de desechos? La conclusión, para algunos, es que la culpa es del alcalde o gobernador –que en muchos casos no dejan de tenerla– y por extensión, del ejecutivo nacional –que en algunos casos no la tiene–; sin embargo, sería necesario “no dejarse embasurar” y analizar en detalle qué hay detrás de los recientes inconvenientes en la recolección de la basura.

 





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Luis Rangel


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