Elecciones como instrumento revolucionario

No es lo mismo votar para escoger entre dirigentes títeres de la oligarquía que ejercer el derecho constitucional al sufragio para respaldar un proyecto popular de transformación revolucionaria. En tiempos de la cuarta república, aunque se votaba religiosamente cada cinco años, las principales opciones electorales estaban sujetas a los dos viejos partidos populistas que acaparaban la escena bajo las órdenes del Imperio Yanqui, la entidades transnacionales y Fedecamaras.

Indudablemente que hoy en día el escenario es otro, pues en esta década cada certamen electoral nos plantea en esencia la pugna entre dos propuestas de país, la primera seguir avanzando hacia el socialismo; y la segunda, retroceder a nuestro infame pasado como colonia norteamericana. Socialismo versus Capitalismo es el dilema histórico que nos presenta el actual proceso político, es decir, la posibilidad real de un cambio profundo en nuestro modelo de Estado. Fundamental es en esta etapa subrayar lo que cada camino representa, regresar a la falsa democracia puntofijista sería arrancarle al pueblo venezolano la amplia gama de derechos sociales que ahora tiene garantizados, sería liquidar las misiones revolucionarias que promueven nuevas oportunidades de estudio, pasando por los proyectos de economía comunal, la salud gratuita, la atención a los sectores más desasistidos, hasta llegar a la privatización de las industrias básicas que hoy han sido recuperadas por el Estado revolucionario.

Evidentemente que el proyecto socialista encabezado por el comandante Chávez y las fuerzas populares que consecuentemente lo respaldan, esta claramente basado en el justo reparto de nuestra riqueza petrolera para impulsar el desarrollo económico y social de la nación con especial atención a la clase popular. En efecto el rescate de PDVSA (secuestrada por una gerencia antipatriótica hasta el año 2002) y la renacionalización de importantes industrias como la del hierro y el acero, el cemento y el sector bancario constituyen una demostración contundente e inobjetable de restitución de nuestra soberanía, pues ahora la estructura económica fundamental del país ha sido puesta al servicio de los intereses patrióticos y no de oligarquías nacionales o extranjeras.

El acertado plan económico del presidente implica también hacer justicia en las relaciones de trabajo a lo interno de las empresas y centros productivos recuperados, es decir, la acción efectiva del Estado Revolucionario en función de garantizar la plena vigencia de los derechos laborales de toda la clase trabajadora venezolana para que nunca más se reproduzcan las violaciones y atropellos que han caracterizado a la administración de las empresas privadas. Para no perder lo conquistado en nuestra extraordinaria Revolución Bolivariana, el pueblo cada vez más asume los nuevos eventos electorales con una mayor conciencia política comprometida con la defensa de sus intereses como clase popular; pues entiende que ya no se trata de elegir a meros representantes de la burguesía farsante sino de respaldar su avance como protagonista hacia la nueva sociedad socialista.


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Jesús Silva

Doctor en Derecho Constitucional. Abogado penalista. Escritor marxista. Profesor de estudios políticos e internacionales en UCV. http://jesusmanuelsilva.blogspot.com

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