Fue Eleazar Díaz Rangel, a mediados de la mañana del 23N, quien me dio la primera señal de alerta. Dos días atrás, el director de Últimas Noticias había visto un par de encuestas, Datos y Datanálisis, que mostraban a Aristóbulo perdiendo.
Nadie de quienes llamé para advertir sobre aquel escalofriante dato quiso creerme de buenas a primeras.
Algunos quedaron perplejos y, al comprender la seriedad de lo que escuchaban, prometieron moverse entre los suyos para terminar de convencer a cualquier conocido que aún estuviese indeciso de ir a votar.
La perspectiva de un Antonio Ledezma saliendo de las catacumbas de la política para convertirse en Alcalde Metropolitano de Caracas, resucitando con él un tiempo pasado que se creía cancelado, era un thriller que nadie quería imaginar. Posiblemente ni siquiera lo creían muchos de los que, por puro odio a Chávez, buscaron alguna excusa para puyar el óvalo del más aventajado pupilo de CAP, confirmando que, a la hora de la chiquita, los grises desaparecen para dar paso al blanco o negro, al rojo-rojito o azul-azulito, a la revolución o la contrarrevolución.
Unos cuantos, malacostumbrados al invicto, y olvidadizos de la derrota de un año atrás, respondían con altanera confianza: “No, vale, eso es imposible”. Como si les hubiera dicho que los muertos salen.
En el Rincón del Taxista
El sábado 22 en la tarde, caminando por los lados del Foro Libertador, pasó a mi lado un enjambre de motorizados, desde el cual alguien gritó mi nombre. Era Aristóbulo, quien venía de una reunión en el Cuartel San Carlos. “Súbete a una moto y acompáñame. Vamos al Rincón del Taxista”.
Así lo hice y a los pocos minutos estábamos sentados en una mesa del famoso local del 23 de enero, donde todo el mundo estaba feliz, aunque no sorprendido, con la llegada del candidato, habitué del lugar en tiempos de oposición y gobierno.
En el trayecto, por Altagracia, avenida Urdaneta y la avenida Sucre de Catia, la gente volteaba a saludarlo con alegría y afecto. “Mira, ahí va Aristóbulo”, decían desde los carros.
Cosa rara, estos motorizados se detienen frente a semáforos en rojo. Desde la acera, alguien aprovecha para decirle al negro, tuteándolo, que hacen falta chuletas del PSUV por aquella zona.
En el Rincón lo tratan con la misma confianza, aunque lo llaman “profe”. Enrique y su esposa, los dueños del lugar, se disculpan porque el más suculento mondongo de Caracas –a excepción del oriental que prepara Lina Ron- ya se ha agotado a esa hora y sólo queda plato navideño. “No se preocupe que yo le llevo su sopa a la Alcaldía cuando gane”, le dice la joven y él la corrige con una pregunta: “¿Acaso cuando fui ministro dejé de venir a comer aquí?”.
Con una hallaca por delante, el candidato evalúa el cuadro electoral junto con Juan Carlos Dugarte, Jesús Germán Faría y el periodista. Faltan apenas horas para que hablen los votos.
Aristóbulo se muestra cauteloso ante expresiones de triunfalismo. “En Caracas arrasamos. La clave está en cómo voten Petare y Baruta”.
Está por verse qué efecto electoral tiene la crisis provocada por las lluvias del jueves, convertidas en pugna de protagonismo entre la Alcaldía de Baruta y la Gobernación de Miranda.
A cada rato Fidel Ernesto Vásquez u otro asistente le pasan un celular. Aristóbulo no es el alcalde, pero se le oye dar instrucciones para atender tal o cual contingencia derivada de las lluvias. La noche del jueves estuvo coordinando acciones desde el cuartel central de los bomberos.
El viernes, sin embargo, se abstuvo de aparecer en un programa de TV al lado de Diosdado Cabello para informar sobre la acción gubernamental en Santa Cruz del Este y otras zonas afectadas. “Él es el gobernador, y debía estar allí, pero yo no soy ninguna autoridad”, argumenta.
Alguien pregunta dónde será la celebración de la victoria y él responde con la prudencia de quien ha sido picado de culebra. “Ya estoy viejo para caer en eso”. Aunque algunos hablan del Balcón del Pueblo y otros de la plaza O’Leary, el candidato prefiere aguardar los resultados.
Aquella cautela, pensé entonces, provenía de la amarga experiencia del 95, cuando era alcalde de Caracas y optó a la reelección en medio del triunfalismo de la inexperta Causa R.
Todo el mundo decía, como ahora, “Aristóbulo ya ganó” mientras su campaña difundía la cancioncita “Caracas no se devuelve”.
Aprovechando mi presencia, Aristóbulo habla por teléfono con Vladimir, mi hermano, quien fuera jefe de su comando electoral en aquella jornada y ahora le dice, desde su chavismo crítico, que sin duda alguna cuente con su voto.
Sin temor a empavar el presente, el candidato trae a colación el pasado. “¿Te acuerdas, Vladimir, cuando tú saliste en TV diciendo que el conteo nos favorecía y Teodoro le dijo a Frasso: qué va, perdieron; esa cara de Vladimir la he puesto yo muchas veces”.
Visto el desenlace, ahora comprendo que el negro –a quien llamamos así por cariño, con perdón del movimiento afrodescendiente- ya adivinaba lo que podía pasar. Y pasó.
La rebanadora encendida
Nada más odioso que la expresión “te lo dije, te lo dije”.
Por eso resulta un tanto incómodo recordar que tan temprano como el 7 de diciembre del 2007 advertí en esta misma columna: “Para el chavismo, los resultados del 2D ponen en peligro por lo menos 9 gobernaciones de los estados más poblados del país y estratégicas alcaldías como Libertador y Sucre en el Área Metropolitana de Caracas, amén de la propia Alcaldía Mayor, en la práctica la más importante de las gobernaciones”.
Luego, en febrero de 2008, escribí otro artículo titulado “América Latina se decide en Petare” (www.aporrea.org/actualidad/a50733.html) donde pretendí llamar la atención sobre el comodín electoral que representa el municipio Sucre:
“La selección del candidato chavista [en Petare] impactará tanto en la elección de ese municipio específico, como en el resultado de la contienda por la Gobernación de Miranda y la Alcaldía Metropolitana. Los tres votos se arrastrarán mutuamente y de allí la importancia de una selección que sume y no reste. Esto es válido para el bando bolivariano y también para el de su adversario”.
Concluí con una advertencia que sigue vigente, muy a pesar de la fortaleza política que reportan los números nacionales y el avance del chavismo en otras gobernaciones y la abrumadora mayoría de las alcaldías: “Si la oposición gana en Petare, y con ello Miranda y la Mayor, la rebanadora quedará encendida. Que la Revolución Bolivariana retrograde, y con ella la dinámica de cambios en América Latina, será una posibilidad real”.
Enfrentar esa rebanadora, que luego de los discursos de concordia comienza a mostrar sus filosos dientes con los ataques a Barrio Adentro II y otras conquistas de la revolución, demanda la apertura de un debate amplio y democrático, más allá de las consignas y simplificaciones, libre ya de la arrogancia que conlleva el sentirse invicto e invulnerable.
Una vuelta al espíritu de reconocimiento de los errores cometidos, que, a diferencia de las inconclusas “tres erres” posteriores al 2D, vaya hasta el fondo y sume, en lugar de restar.
Lo contrario equivale a tener vocación de salami y desconfiar de la sabiduría popular.
El abuelo Monster en la Mayor y su nieto Eddy en Miranda, en este thriller que durará por lo menos cuatro años, confirman lo que el pueblo enseña cuando dice: “he visto mucho muerto recogiendo basura”.
Taquitos
EXCESO. La absoluta mayoría –se dice que el 90%- de los lectores de periódicos y revistas leen apenas los titulares y sólo el texto de notas que son de su específico interés. Por eso “lo más importante de cualquier texto es su título”. Una regla de titulación obliga a que el titular de cualquier nota se corresponda con su contenido. Es regla básica del periodismo impreso. Transgredirla implica no sólo inexactitud, sino fraude al lector. Así hizo la revista Exceso cuando colocó el título “Los Villegas echan tierrita” a un reportaje de Pedro Pablo Peñaloza sobre Vladimir Villegas, Mario Villegas y quien suscribe. Con todo respeto por el colega, cuyo trabajo denota un esfuerzo por el rigor, debo decir que las razones que me movieron a abstenerme de concederle una entrevista se vieron confirmadas con semejante titular. De las agencias de noticias proviene la práctica de prefabricar una noticia y luego buscar fuentes que digan lo que el fabricante necesita, o al menos legitimen su premisa. En este caso, lo que el titular pinta como una voltereta política, y el texto matiza planteándolo como un enigma, lo aclaro aquí a despecho de cierto chavismo y cierto antichavismo que se dan la mano en su sectarismo: sigo en el mismo lado de la cancha. Y allí, así ciertos personajes no me quieran, me mantengo convencido de que, hasta ahora, la otra alternativa sólo ofrece individualismo, sumisión neocolonial, privatización y sálvese quien pueda. Las ideas no son camisetas que se quitan y se ponen. Boten, en fin, su tierrita para otra parte. CITA. “No veamos en Waterloo sino lo que hay realmente en Waterloo. Libertad intencional, nada absolutamente. La contrarrevolución era involuntariamente liberal, lo mismo que, por un fenómeno análogo, Napoleón era involuntariamente revolucionario. El 18 de junio de 1815, Robespierre a caballo perdió los estribos”. Víctor Hugo, en Los Miserables.
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