Sin idealizar a quien ha logrado al fin entender la idiosincrasia de nuestro pueblo y su devenir histórico, Hugo Chávez Frías ha iniciado una nueva etapa de la Revolución Bolivariana, sin decretarla. Nunca hubo mejor momento que este para lanzar el debate sobre la aprobación de una enmienda constitucional que le de al Presidente Chávez la oportunidad de ser reelegido por tercera vez, como tantos presidentes europeos lo han hecho, sin que nadie les llame dictadores.
Precisamente porque nuestros batallones del PSUV están activados por la reciente campaña electoral, porque la oposición acaba de ganar en cinco estados y cinco alcaldías en el área metropolitana y porque aún no han empezado a gobernar, es porque esta enmienda es justa y necesaria. O es que vamos a esperar que comiencen a coger el oxigeno que les dará sus nuevas cuotas poder, ó a reunirse como lo están planificando, con los gobiernos regionales colombianos, comprometidos estrechamente con los paramilitares para seguir con su objetivo, no de derrotar a Hugo Chávez en la contienda electoral, sino de propinarle una derrota estratégica que implicaría garantizarles nuevamente a su aliado más estrecho EEUU sus fuentes seguras de suministro petrolero. En realidad eso es lo que sigue estando en juego, nos guste escucharlo ó no.
Recuerdo que,
recién fuimos derrotados en el referéndum por la reforma constitucional
el año pasado, en la UBV se activaron comités que deseaban recoger
firmas para pedir dicha enmienda producto de una propuesta que venía
de la Asamblea Nacional. Había un movimiento como de enjambre de abejas
para hacerlo. Pero se nos indicó que esta solicitud se posponía hasta
nuevo aviso. Disciplinados, nos replegamos.
Ahora, es, más que nunca el momento indicado de hacerlo. Cuando está calientito el triunfo de Obama con su discurso conciliador, cuando la crisis financiera arrecia, cuando los países del ALBA se reúnen para proyectar una moneda alterna común, cuando Venezuela cuenta con nuevos aliados como Rusa y China, cuando Cuba se fortalece en el escenario mundial, cuando los pueblos avanzan en las reformas constitucionales en Bolivia y Ecuador y en elecciones regionales como en Nicaragua, cuando tenemos el satélite Simón Bolívar flotando en el espacio como un extraordinario símbolo de protección sideral que nos garantice las comunicaciones.
Lo interesante de todo esto es discutir, no sólo si es el momento político indicado, sino si es correcto o no enmendar la constitución para que Hugo Chávez Frías pueda ser reelecto. Y la respuesta es sí, es correcto. Nunca hubo en la Venezuela del siglo XX, ni del XXI un líder que lograra aglutinar a las derechas nacionalistas y a las izquierdas revolucionarias, que hiciera posible que militares y civiles se comenzaran a ver de forma diferente y a trabajar juntos, que entendiera la necesidad de la integridad territorial en unión con sus pobladores, el desarrollo endógeno. Que valorara en su justa profundidad la incorporación de los pueblos indígenas al desarrollo de la cultura y de nuestra nación. Que conociera al enemigo histórico de los pueblos, el imperialismo como ha demostrado conocerlo. Que más allá de las palabras y los discursos, activara estrategias militares, tecnológicas, financieras, diplomáticas y geopolíticas para garantizar la unidad de Nuestra América.
Y lo decía
Neruda, sólo cada cien años despiertan los pueblos y el nuestro ya
lo hizo. Por eso es hora de que el proyecto bolivariano se consolide,
corrigiendo todos sus entuertos, profundizando la conciencia de nuestro
pueblo, incorporando lo más sano de los sectores medios, afianzando
el trabajo en el seno de la clase obrera entendiendo que sin ellos,
como clase, sencillamente no hay revolución. Y esta magna, magnánima
tarea, sólo la puede hacer un hombre con la experiencia de 10 años
de gobierno que tiene Hugo Chávez Frías, que ha demostrado tener la
visión de por dónde se está abriendo el futuro, que no sólo ha demostrado
conocer el enemigo histórico de los pueblos, el imperialismo sino los
opositores a su proyecto.
Las elecciones regionales así lo indican. Las cabezas salientes, como Rosales, Pérez Vivas, Capriles R, Ledezma así lo demuestran. El presidente Chávez con su estrategia electoral logró aglutinar de nuevo al chavismo y al antichavismo, y como otrora, los tiene a todos juntitos, como dijera un titular de un periódico capitalino que juega a la conspiración “Partidos pero unidos”. Eso no es bueno pero tampoco malo. Dependiendo de la profundidad que alcance el trabajo pendiente en nuestra Revolución y de los repetidos errores que estos gestores cometan como lo hicieran en el pasado (el que no reconoce sus errores está expuesto a repetirlos hasta el cansancio), el triunfo de la oposición se les puede hacer agua como se les aguó su celebración los primeros días al agredir salvajemente los logros de la Revolución que más benefician al pueblo: sus Misiones.