Analizando los resultados electorales sin tabú

Las elecciones municipales y regionales del pasado 23 de noviembre reflejan una participación popular del 65% de los 16,8 millones de votantes registrados, lo cual marca un record en la historia venezolana. A modo de comparación, las mismas elecciones en el 2004 no lograron movilizar más del 45% de los electores inscritos en ese entonces. Ello demuestra un nivel de aceptación del sistema electoral cada vez mayor, lo cual contrasta con las estrategias en vigor hasta hace poco por parte de la oposición nacional; sector éste que llegó a retirar sus candidatos y llamar a la abstención durante las elecciones legislativas de 2005, con las consecuencias que conocemos. 

A nivel de las Alcaldías, el PSUV obtuvo la victoria en 80,67%1 de los municipios  - incluyendo la mayoría de las capitales del país – mientras la oposición se apoderó del 14,72%, venciendo en capitales como San Cristóbal, Mérida, San Juan de los Morros, la Asunción, Ciudad Bolívar y Maracaibo. 

En lo que se refiere a las Gobernaciones, los seguidores del presidente Chávez conquistaron 17 de los 22 estados en juego. Si incluimos el Distrito Metropolitano, ganado por la oposición, los bolivarianos se adjudican el 74% del total de los cargos a elegir. En número de votos, la relación de fuerza se establece a 53% contra 42% a favor de quienes apoyan el actual proceso de cambios en el país4. Al agregar los votos obtenidos para la Alcaldía Mayor, así como los de la Alcaldía Libertador – que constituye el Distrito Capital – la relación no se ve modificada.  

El referéndum del 02 de diciembre de 2007 sobre la reforma parcial de la Constitución Bolivariana de Venezuela significó la primera derrota del chavismo en once contiendas electorales consecutivas, desde la victoria presidencial de 1998. El cuadro siguiente sintetiza los datos claves de las tres últimas expresiones del Poder Popular: 

 
AÑO
 
GOBIERNO NACIONAL
 
OPOSICIÓN
RELACIÓN DE FUERZA EN CANTIDAD DE VOTOS 
ABSTENCIÓN
 
2006

Presidenciales

 
7.309.080
 
4.292.466
 
63% / 37%
 
25,3%
 
2007

Referéndum constitucional

 
4.379.392
 
4.504.354
 
49,29% / 50,70%
 
44,11%
 
2008

Regionales

 
5.073.774
 
3.948.912
 
53,52% / 41,65%
 
35,5%

Primero que nada, cabe señalar que las cifras de 2008 no incluyen el Estado Amazonas. 

Como lo indica el cuadro, la abstención suele ser un actor decisivo en los procesos electorales venezolanos, sirviendo de “árbitro” entre los dos principales campos. La participación más alta se dio en 2006, cuando el pueblo eligió al primer mandatario. Fue en este contexto que los revolucionaros obtuvieron su mejor resultado, con más de 7 millones de votos a favor. No obstante, cerca de 3 millones de “chavistas” no fueron a votar el año siguiente, lo cual permitió la victoria de la oposición sin que ella mejore su cantidad de votos de manera significativa6.

Las elecciones del 23 de noviembre de 2008, si bien registran un aumento en la participación de diez puntos con respeto a 2007, no movilizaron la cantidad de personas que votaron en 2006.  

Es interesante observar que los bolivarianos lograron recuperar cerca de 700.000 electores en relación al referéndum de 2007, mientras la oposición perdió más de 550.000 votos. El resultado obtenido por el candidato de la oposición Manuel Rosales en las presidenciales de 2006 resulta ser también superior al de 2008, lo que se puede leer como una falla en la pretensión de representar una alternativa creible para el país.  

Una lectura incompleta de estos resultados podría llevarnos a concluir que los bolivarianos han rectificado adecuadamente y sacado todas las lecciones de la derrota de 2007, retomando su marcha triunfal. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja, ya que el voto del 23 de Noviembre puede interpretarse tanto como una victoria del “chavismo” como de la oposición.  

Una “doble victoria”… 

Para sus primeras elecciones, el PSUV logra una victoria contundente, colocándose como el primer partido político de Venezuela, hecho éste irrebatible.

Los “disidentes” que se reclaman de la Revolución no ganaron su apuesta, ya que obtienen apenas 4,3% de los municipios. Asimismo, observando las gobernaciones conseguidas, la diferencia de votos entre el partido de Chávez y los de la oposición es con frecuencia abrumadora8.  

La “Unidad”, conformada por los partidos de oposición tiene igualmente motivos para celebrar. Logró conservar sus dos bastiones obtenidos en 2004 – Zulia y Nueva Esparta –, adjudicándose de paso tres estados adicionales, así como el Distrito Metropolitano,  los cuales son sumamente estratégicos. 

En el plano demográfico, la oposición pasa a controlar los tres estados más poblados (Zulia, Miranda y Carabobo), a los cuales tenemos que sumar la “Gran Caracas”. Incluyendo los territorios conformados por Nueva Esparta y Táchira, la oposición gobierna el 45 por ciento de la población del país (12.6 millones de habitantes).  

En términos económicos, los opositores al Proyecto Bolivariano controlan ahora los espacios donde se produce el 70% del PIB nacional. El Zulia es la región más próspera, ya que posee los mayores recursos petroleros; Carabobo es el corazón industrial del país, Miranda se caracteriza por ser una importante zona agrícola, pero también de industria textil y de servicios financieros y comerciales, mientras Nueva Esparta es la región turística preferida por las clases económicamente favorecidas, bien sean nacionales o extranjeras.

Por lo tanto, estos estados son los que más recursos van a recibir por parte del Gobierno Nacional, ya que como lo señala R. Migus, la Constitución obliga el Estado central a financiar los estados regionales sobre la base del 20% de sus ingresos fiscales. 

…y una “doble derrota” 

En el plano geopolítico, la pérdida del Táchira es altamente preocupante, ya que combinada con el Zulia, deja en manos de la oposición un inmenso territorio fronterizo con Colombia. El tráfico de contrabando y drogas, pero sobre todo las conexiones con los paramilitares colombianos pueden desembocar en una amenaza directa a la soberanía y Seguridad Nacional del Estado Venezolano. Como lo explica Eva Golinger, grupos paramilitares ya se encuentran en zonas estratégicas de la frontera y barrios de Caracas, tomando paulatinamente el control de espacios trascendentales. Ahora disponen de una conexión directa entre la frontera y la Capital Nacional. 

Si bien los revolucionarios lograron reconquistar a 700.000 ciudadanos en un año, faltan todavía más de 2 millones para volver al nivel de confianza manifestado durante las elecciones de 2006. 

En lo que a la oposición se refiere, nos parece importante recordarles que el objetivo anunciado por sus dirigentes a lo largo de 2008 era controlar entre 15 y 18 estados. 

La contienda electoral del pasado domingo subraya una vez más que no ha surgido un partido fuerte, capaz de ejercer un liderazgo sobre las fuerzas opositoras. En efecto, en Táchira ganó el partido “Copei”, en Nueva Esparta “Acción Democrática”; mientras “Proyecto Venezuela” se apoderó de Carabobo y “Un nuevo Tiempo” del Zulia. “Primero Justicia” (financiado directamente por el I.R.I.14, cuyo presidente es John Mc Cain) se alzó con la victoria en Miranda y el Distrito Metropolitano, donde el partido del alcalde electo Ledezma llega en séptima posición, con apenas 1,61% de los votos.

Según los voceros del partido de Manuel Rosales “Un Nuevo Tiempo”, ellos representan ahora la primera fuerza política de oposición al sacar 1.200.000 votos a escala nacional, es decir, ni siquiera el 11% del total de los votos expresados.  

Tentativa de explicación del voto venezolano 

Las elecciones, en tanto mecanismo para “tomar la temperatura” en torno al grado de aceptación y rechazo de una acción gubernamental, así como sobre la credibilidad de las propuestas alternativas, permite medir el impacto de las estrategias desarrolladas por cada parte.

A nuestro modo de ver, tres variables adquieren un poder explicativo relativamente pertinente a la hora de analizar el resultado del 23 de noviembre de 2008. Nos referimos explícitamente al área de residencia (zona rural / zona urbana), la clase social y la abstención. 

Simplificando, podemos afirmar que los bolivarianos tienden a convencer las clases populares así como parte de las clases medias residenciadas en zonas rurales, mientras que la oposición tiende a beneficiarse del apoyo de las clases medias y altas urbanas.

El papel de la abstención nos permite afinar esta tendencia. En efecto, observando los resultados de las gobernaciones ganadas por la oposición, nos damos cuenta de que los sectores populares votaron en conjunto por el PSUV. Sin embargo, mientras las zonas que apoyan a la oposición evidencian un nivel de abstención inferior o igual al promedio nacional, las zonas populares reflejan una abstención igual o superior al promedio nacional.  

¿A qué se debe eso? 

Si algo nos han enseñado las numerosas elecciones ocurridas en la República Bolivariana de Venezuela17, es la existencia de cuatro grupos de votantes:

Los” abstencionistas de siempre”; los “Chavistas de siempre”, los “Opositores de siempre” y los “Ni-Ni”. Son precisamente éstos últimos quienes a menudo deciden el resultado final, ya que de su estrategia – votar por los bolivarianos, por la oposición o simplemente no votar – se establece la relación de fuerza global.

A la hora de votar, dos factores por lo menos influyen en la decisión del ciudadano “indeciso”: la gestión del equipo en el poder por una parte y la percepción individual de ésta, así como de las propuestas alternativas. Si bien el balance final lo hará el ciudadano, su reflexión se nutre de varios elementos, entre los cuales destacan las opiniones emitidas por los medios de comunicación. 

Los espacios que cambiaron de mayoría el 23 de noviembre pueden leerse como un “voto castigo”sobre la gestión realizada durante los cuatros últimos años. En nuestra opinión, los mejores aliados de las candidaturas de Capriles Radonski, Ocariz y Ledezma fueron justamente Diosdado Cabello, Rangel Avalos y Barreto, tal cual como Bush lo fue para Obama en Estados Unidos.

No se puede pretender contar con el apoyo de la mayoría de los ciudadanos cuando necesidades básicas como el suministro de agua, la recolección de basura, el alumbramiento de las calles, así como la seguridad y la calidad del servicio de transporte no se garantizan.

La ideología reviste una importancia de primer orden en la construcción del Socialismo Bolivariano – donde se apunta la meta de la “máxima felicidad posible” – pero ésta se vuelve contraproducente cuando los discursos no se traducen en acciones concretas y eficientes.

Es interesante resaltar igualmente que lideres del PSUV cercanos al presidente sufrieron derrotas que cargan un peso simbólico bastante fuerte, y que parecen demostrar un rechazo a lo que los militantes interpretaron como una “imposición” de candidatos a costilla de las bases sociales.  

Finalmente, y no por eso de menor relevancia, destaca el papel de la injerencia – o telaraña imperial – y de los millones de dólares otorgados de manera sistemática y exponencial por parte de los Estados-Unidos. Invirtieron en esta campaña electoral más de 4,7 millones de dólares que se repartieron entre partidos de oposición, “estudiantes” y organizaciones no gubernamentales como Súmate, sin olvidar los medios de comunicación abiertamente hostiles al proceso de cambio22. Si calculamos la cantidad de plata “regalada” a estos grupos desde hace diez años, llegamos a más de 50 millones de dólares. 

Cómo aprender de estas elecciones 

Como hemos tratado de exponer en este texto, existen dos maneras de leer los resultados del 23 de noviembre. Opinamos que sería muy inoportuno para los bolivarianos limitarse a resaltar los éxitos obtenidos. Si la meta es profundizar el proceso revolucionario, necesitamos no solamente reconocer nuestras fallas, sino emplearnos de manera seria y sistemática en corregirlas, lo cual pasa por la instauración de una gestión eficiente e innovadora. La lealtad no basta, hay que acompañarla de un saber hacer y una ética irreprochable. Ya no se puede tolerar que funcionarios que administran mal sean transferidos a cargos directivos en otras instituciones. ¡Ya no podemos ni debemos premiar la ineficiencia!

Así mismo, hemos de darle un seguimiento constante a las políticas claves instauradas por el Plan Nacional Simón Bolívar y no caer en la trampa de la emergencia perpetua, ya que cuando “todo es urgente, nada es importante”.

Por lo que corresponde a los espacios perdidos, tenemos el deber de mantenernos alertas ante las políticas establecidas por la oposición, ya que a partir de ahora nosotros somos oposición. Y justamente por ello, no podemos reproducir el esquema estéril que consiste en criticar todo por reflejo, sino identificar las fallas y denunciarlas siempre y cuando tengamos alternativas serias que proponer. 

Los espacios donde representantes de la oposición lograron derrotar a los bolivarianos se alcanzaron reconociendo, en el discurso, ciertos de los logros obtenidos por la Revolución. Ahora les toca demostrar en la práctica el respeto y la voluntad de trabajar mancomunadamente que tantas veces afirmaron durante su campaña. Y eso no será nada fácil, ya que los “nuevos” dirigentes son los mismos que siempre han tratado de derrocar, “como sea”, al presidente Chávez.

Manuel Rosales, firmó el decreto Carmona que reconocía la autoridad del dictador efímero del Golpe de Estado de 2002. Además, mantiene excelentes relaciones con el ex-embajador estadounidense en Venezuela Wiliam Brownfield, actualmente embajador en Colombia.

Antonio Ledezma – nuevo alcalde mayor – tiene la característica de reconocer la legitimidad de los votos solamente cuando gana las elecciones. Cabe recordar que más allá de haber participado en el Golpe de 2002, denunció el supuesto fraude de la victoria de Chávez en el referéndum revocatorio de 2004 y en las presidenciales de 2006 – a pesar de los informes del conjunto de observadores internacionales especializados en este tema quienes siempre subrayaron la calidad y transparencia del sistema electoral venezolano.  Igualmente, llamó a la abstención por el mismo motivo en las legislativas de 2005.

Como alcalde de Caracas, se puede enorgullecer de haber reprimido sistemáticamente las manifestaciones en su contra, demolido el mercado popular de la Hoyada y planificado la repatriación de una gran cantidad de inmigrantes dominicanos indocumentados residentes en Caracas, al mejor estilo de las políticas xenófobas implementadas en Europa por Sarkozy. Sobre el tema de la inseguridad – prioridad anunciada – se declaró partidiario de la creación de una corporación de seguridad, lo cual significaría la privatización de ella, con las consecuencias que generalmente eso trae al pueblo. 

Conclusiones 

La etapa de transición que caracteriza la Revolución bolivariana es un proceso sumamente difícil porque consiste en la “destrucción / construcción” de la Sociedad. El obstáculo mayor, aunque inevitable, es que los actores históricos de este cambio han sido formados por las mismas instituciones que tienen que destruir. Para poder llevar a cabo esta tarea, es imprescindible implementar las condiciones objetivas y subjetivas que garanticen la viabilidad y eficiencia de la Nueva Venezuela. Como lo afirma Michael Lebowitz, “el Socialismo no cae del cielo”. Por lo tanto, es necesario practicar una autocrítica permanente y sin tabú, sin esconder nada bajo el falso pretexto de que ello significa hacer el juego a la oposición.

¡No podemos aceptar conductas y pensamientos triunfalistas cuando en realidad la lucha apenas comienza! 

¡Si avanzo seguidme, si me detengo empujadme, si retrocedo matadme!

Ernesto “Che” Guevara



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