¡Quien lo iba a creer!
El diario “The Miami Herald”, que por años sirvió de vocero a
los peores intereses contra Cuba y más recientemente en contra de los
avances de la democracia en Venezuela, está al borde la quiebra. Lo
más dramático del anuncio no es el de que el diario está liquidado
ante la falta de liquidez, sino que lo hace “… ante el marcado decline
en las ventas de sus productos”. O sea, que ya nadie le para a la sarta
de mentiras que diariamente salen de esa cloaca nauseabunda y por ello
van directo al matadero de la historia.
Será interesante saber
quién se va a echar al hombro esa pesada carga de estiércol, porque
otros diarios como el “The New York Times”, que va a hipotecar su
edificio, tienen problemas financieros; a los que se suman el “Chicago
Tribune” y “Los Ángeles Times”, que también han anunciado que
seguirán la ruta amarilla dejada tras de sí por el periódico radicado
en Miami.
Algo raro me invade,
una especie de déjá
vu, algo que no puedo explicar
sin experimentar lo que muchos llaman “sentimientos encontrados”. Ese
diario juró que vería caer a Fidel, después, que lo vería depuesto
y finalmente muerto. Fallaron. Lo mismo se propusieron con Chávez,
y al parecer los propósitos resultaron también nugatorios. No es que
me alegre o me entristezca porque hayan fallado. No. Es porque ya no
podré tener la satisfacción de verles corregir sus predicciones.
Por eso, esos versos de Rubén Blades, con lo que encabezo esta crónica tienen una gran vigencia.