En 2006, en la Fiesta de l'Humanité, del Partido Comunista Francés, sonaba en un kiosco Hasta siempre, comandante, entonada por la más querida cantante de protesta. Tuve la tentación de explicarles que esa artista ya no canta esas piezas, que le dieron fama y fortuna. Pero me dije: es una historia demasiado larga, no es buena y además, ¿para qué matarles la bella alma que otrora nos produjo esa invalorable voz?
Si Mario Vargas Llosa es buen o mal escritor según sus vaivenes políticos es un falso problema. Friedrich Engels zanjó esa discusión cuando dijo que cualquier novela de Balzac, que en política no era propiamente un revolucionario, explicaba mejor el capitalismo que mil volúmenes de economía política. La fiesta del chivo de Vargas Llosa es, me parece, una gran novela revolucionaria.
Una vez un novelista de ultraderecha me preguntó si el rrrÉgimen iba a dictarle qué debía escribir. Le dije que si escribía novelas buenas ya serías necesariamente revolucionarias, así su opción política fuese de ultraderecha (en Venezuela no hay derecha sino ultraderecha). A la inversa, hay escritores de izquierda que producen unos mamarrachos dizque revolucionarios que resultan mucho más reaccionarios que los buenos versos de los poetas burgueses. Claro, le dije, también tienes la opción de escribir novelas malas, para evitar ser revolucionario.
Porque hay muchos bolivarianos que piensan que los buenos artistas y escritores que saltaron la talanquera hacia la ultraderecha son malos y siempre fueron malos. No es verdad. La estructura de las doctrinas políticas no tiene necesariamente que ver con la estructura estética. Aunque, claro, pueden coincidir, voto a Bertolt Brecht y a pocos más.
Debiéramos discutirlo. José Rafael Pocaterra hablaba de “la literatura pitiminí”, de florecitas y cursilerías que en el mejor de los casos resultan deliciosas. Soy cursi, pero exijo que las florecitas al menos no sean de plástico. Hay escritores a quienes no importa que los niños jueguen entre ratas y aguas servidas en los cerros. Hay que dejarlos, ya la historia, más dura que nosotros, se servirá de ellos.
Por ahora tratemos de hacer buen arte y buena literatura, la única estética válida porque siempre es revolucionaria.
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