Cada vez que damos un paso en esta vida, vamos introduciéndonos en espacios o mundos tan paralelos que, en ocasiones pensamos y creemos que estamos en otra dimensiones, distintas a nuestros entornos, es decir, teniendo un burro al frente de nuestras narices, muchas veces creemos que es un cerdo, por caminar, por la trompa, las orejas, el rabo y todas las característica de cerdo, pero no, la vaina es burro y al final, de todo les llamamos pajarito, para acabar con la dicotomía del pensamiento confuso.
En estos tres (3) últimos meses del año, es decir, octubre, Noviembre y Diciembre…que por cierto; al grupo en el cual me encontraba, nos decían, el grupo hallaca porque solo llegaríamos a diciembre…he tenido la enorme dicha de estar ejerciendo funciones laborales en el Hospital Universitario de Caracas; al que los venezolanos o los caraqueños nos ha dado por llamar "El Clínico". Y en ese Hospital; he tenido que ver y callar las cosas más abyectas, callar porque he caído o tuve que caer en la conservación de la estabilidad laboral -les recuerdo que tengo 52 años y la vida no es fácil- y en silencio, porque sin pruebas, no podemos culpabilizar a nadie, aunque tengamos la disponibilidad de asumir nuestros peos, es decir, he caído en el encubrimiento por la necesidad de sobrevivir en el mundo de vicisitudes generacionales o sea por viejo.
Pero a pesar de todo y mi cagadera generacional, durante esta estadía en el hospital, pude constatar, palpar y observar con suma preocupación la enorme tragedia que viven los familiares de las personas que llevan a la emergencia de ese hospital, y aunque existen algunos servicios extra hospital en esos espacios, no es menos cierto que, casi nadie se entera de la realidad de esos servicios y solo por nombrarle alguno oigan este nombre "La posada de los sueños". Estando en un proceso político de cambios profundos, al cual hemos llegado a denominar Revolución Bolivariana y socialismo del siglo XXI y con una constitución enfocada y direccionada hacia la solidaridad y el bienestar de todos los habitantes de esta bella tierra llamada VENEZUELA; aun no me explico y no comprendo lo siguiente:
Primero ¿Por qué razón, motivo o circunstancia, habiendo tantas personas cobrando o recibiendo un incentivo económico, por ejercer una función, denominada contraloría social, existan o se presente situaciones incomodas esos espacios de emergencia hospitalarias?
Segundo ¿A qué se debe el hecho, de que, unas personas, independientemente de su condición social o corriente filosófica política, no tengan en un hospital regido por un ente gubernamental, asistencia extra hospitalaria, para resolver los impases emocionales del hecho ocurrido?
Tercero ¿Cómo coño de su madre puede existir en un hospital, un servicio social, que ni siquiera sepan sus integrantes, para qué coño fueron contratados?
En las salas de espera de las emergencias de los hospitales, hace falta el largo y benevolente brazo de nuestra revolución bolivariana o el riguroso y portentoso volcán del socialismo del siglo XXI, para que los familiares de los accidentados, no se vean en la penosa y desagradable situación de no saber ¿Qué coño hacer? En esos instantes tan desagradables para los seres humanos; porque nadie sabe en qué momento vamos a tener que depender de aquella mano que nunca llegamos a conocer, porque no supimos hacer nuestro trabajo social. Esta es una brevísima historia o reseña de los padecimientos de los familiares de las personas que llegan accidentadas a las salas de emergencia de nuestros hospitales, y aun no hemos llegado a crear esa conciencia de solidaridad y de internalización de nuestra Constitución.
Yo no sé si me expliqué, pero solo es cuestión de hacer el trabajo de campo para enterarnos de lo que aquí quise explicar.
Hasta la victoria; siempre
CHÁVEZ, SOCIALISMO O MUERTE
¡VENCEREMOS!
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