Nota previa: Este artículo fue escrito y publicado el año 1999, en la oportunidad que nos aprestábamos a votar por la integración de la Asamblea Nacional Constituyente. Lo hice para dejar constancia expresa de mi voto por el poeta oriental Gustavo Pereira. Por los afectos que envuelve y por las fechas navideñas, he querido sacarlo del baúl y colocarle en este espacio.
Uno siempre, desde niño, ha vivido soñando. En fin, podríamos decir en este caso, como Calderón de la Barca, "La vida es sueños". ¡Y que lindo es asumirla así! ¡Que bueno sería ser como Stan Musial, el cardenal mayor! Hábiles futbolistas con la magia del toque de la saeta rubia, Alfredo Di Estèfano; lanzador esquivo como el "Mono" Zuloaga; heroico guerrero a la altura de José Francisco Bermúdez, mitológico lancero al estilo del "tigre encaramado"; guerrillero arrojado como José Eusebio Acosta y poetas a lo Salmeròn Acosta. En verdad, esos fueron mis sueños. Los de un niño de allí de la costa del golfo de Cariaco
En la adolescencia, soñé con Andrés Eloy, el poeta, humorista y brillante parlamentario. Y mi padre me llevó a mítines para que escuchase a quien otro poeta y novelista de mis sueños, Miguel Otero, llamase el hermano morrocoy; me extasié, cuando ambos hablaron en cascada y con música celestial. Y me encontré a José Antonio Ramos Sucre, un paisano ignorado, como escondido, con una manera novedosa de hacer la poesía; y le hallé después que a José Sánchez Pesquera, Andrés Mata, Julio Zerpa, Cruz Salmeròn Acosta y aquellos a quienes la memoria, sin mala intención, esconde por allí. Luego el mapa de América, la hispana y la anglo- parlante; Edgar Allan Poe, Walt Witman, Rubén Darío, Pablo Neruda y César Vallejo. Y de Europa, los españoles Federico García Lorca y el "cara de papa" Miguel Hernández; franceses y hasta rusos. Y con ellos soñamos con una patria buena y bella; y tan grande como el mundo mismo.
Y en esto, cayó Pérez Jiménez. Estuvimos jodiendo con el entusiasmo de los dieciocho o veinte años. Dividimos en dos toletes a AD. Y parece mentira, pero nos fuimos de allí "de bala", atraídos por el chino Valera Mora, Rafael Cadenas, Arnaldo Acosta Bello, Camilo Guevara, el orate Caupolicàn Ovalles, que por loco uno no sabe dónde esta parado; y "el Techo de la Ballena" de Carlos Contramaestre. Y algo especial, un humilde poeta trujillano, casi oculto tras la aureola que envolvía a su coterráneo, el novelista y poeta, Adriano González León. Hablo de Ramón Palomares que, como Alejo Carpentier, buscó "Los Pasos Perdidos", en "Paisano"; bello ser humano, este Ramón Palomares, que aún sigue soñando con el cielo y un país de buenos modales. La poesía de Luis Castro, un ñero casi olvidado, también entró con trascendencia en este proceso nuestro. Y con todos esos poetas, como ellos, Gustavo Pereira. Un artista con premios y libros que uno no sabe contarlos. Y una vida que un exquisito poema es. Con el mismo entusiasmo, fe y disposición para la lucha y la obra grande y limpia de los años mozos. Porque es un soñador que con sus sueños vive y trata que ellos se hagan realidad. Como sueña con cosas bellas y lucha porque sus poemas sean herramientas para cambiar la vida, votaría por él; con satisfacción y porque sé que la Constituyente bien estaría, si se llenase de poetas. Es más, algo grande seria, si hiciésemos de ella un encuentro nacional de poetas