Pero leamos con detenimiento de su propia pluma, este escrito de descargo que hoy (28/12) publica Luis Vicente en el diario El Universal, bajo el título: ¿Temido o entendido? La nota no tiene desperdicio alguno. Es muy precisa respecto de lo que allí avizora como lo que debería ser el cambio, una vez se logre salir de Chávez. Nos anticipamos con este “genial” argumento que esgrime para sustentar su "sabia lectura" de ese futuro que él ve no muy lejano para nuestro país:
“...a pesar de esos nefastos resultados, el tipo sigue siendo popular. ¿Por qué? Quizás porque no hay nadie más que les haya convencido de que hay ofertas alternativas, modernas e inteligentes, que podrían conducirlos a un estado superior de calidad de vida y felicidad (..) la razón de fondo puede no ser la ausencia de liderazgos opositores (..) sino algo mucho más profundo: la demanda de la sociedad. Parece que hay un abismo entre lo que sería bueno y prudente hacer para resolver los problemas del país y lo que la gente quiere que se haga. Esto nos coloca en un gran aprieto, porque nadie que ofrezca soluciones de fondo podría ser popular a menos que logre cambiar primero la demanda de esa sociedad.”
“Estamos metidos, como
país, en un problema mucho más relevante de lo que pensamos. No me refiero a la
crisis internacional (.., ni tampoco a Chávez (..) sino a lo que él representa:
el reflejo en el espejo de una sociedad que hemos creado durante años y que
ahora no nos gusta como piensa o actúa. El país se ha vuelto primitivo (..) r
siempre lo fue. El tema es que no hicimos nada para cambiarlo, porque no hemos
sido capaces de ver más allá de nuestras narices. Y no me refiero sólo a las
elites tradicionales, que en gran parte son cómplices de lo que vivimos, al no
haber cumplido su responsabilidad, con el país y con ellos mismos, de manera
inteligente. Me refiero también a nosotros, ese grupo de personas que tuvimos el
privilegio de escalar, académica y socialmente (..) pero al que poco devolvimos
en términos de ampliar las posibilidades de otros, muchísimos, que se quedaban
ahí, de donde nosotros venimos, y que una vez afuera tratamos de evitar a toda
costa, como si de una enfermedad contagiosa se tratara."
"Muchos se
sorprendieron hace diez años cuando un demagogo, populista y agresivo, convenció
a la mayoría de que él era el salvador. Y me pregunto: ¿cuál sería la sorpresa
si nadie moderno les estaba (ni está) ofreciendo algo inteligente para
atenderlos? Al menos este líder les hablaba en sus mismas claves, aunque fuera
tan inútil para resolver sus problemas como cualquiera del pasado."
"Muchos pensaron que sería algo pasajero, porque después de todo (..)
Los resultados en efecto están ahí: inseguridad desbordada, infraestructura
destruida, total desconfianza empresarial, desaparición de las inversiones
extranjeras, relaciones internacionales deterioradas, amenazas a la propiedad,
centralismo y autoritarismo, abuso de poder, irrespeto al derecho de las
minorías, agresividad, chantaje político, corrupción y más pobreza."
"El
problema es que a pesar de esos nefastos resultados, el tipo sigue siendo
popular. ¿Por qué? Quizás porque no hay nadie más que les haya convencido de que
hay ofertas alternativas, modernas e inteligentes, que podrían conducirlos a un
estado superior de calidad de vida y felicidad. Pero la razón de fondo puede no
ser la ausencia de liderazgos opositores para hacer eso, sino algo mucho más
profundo: la demanda de la sociedad. Parece que hay un
abismo entre lo que sería bueno y prudente hacer para resolver los problemas del
país y lo que la gente quiere que se haga. Esto nos coloca en un gran aprieto,
porque nadie que ofrezca soluciones de fondo podría ser popular a menos que
logre cambiar primero la demanda de esa sociedad."
"El reto está en
educarla, en trabajar con ella de la mano, en demostrarle que si se puede, sin
agresividad, sin discursos cavernícolas y sin plantear conflictos (..) Cuando me
convencí de esto me aterroricé (..) es mucho más fácil buscar un líder opositor
que cambiar la sociedad, pero luego me di cuenta que el gran logro de estos años
es que hay mucho más gente inteligente dándose cuenta del problema y comenzando
a trabajar en consecuencia. Que las masas pueden estar equivocadas en muchos
aspectos, pero comienzan a ser selectivas y a pedir soluciones que no encuentran
en su líder actual. Que ya no son irrestrictos y que eso abre espacios para el
cambio. Es por eso que a pesar de apreciar a Chávez, no lo quieren para siempre.
El solo hecho de entender el problema multiplica las posibilidades de
resolverlo, porque nada en la vida es para ser temido, sino para ser entendido.”