Esta entrevista fue realizada el pasado mayo por Mark Weisbrot y publicada en el sitio web del Congreso Norteamericano sobre América Latina (North American Congress on Latin America o NACLA) www.nacla.org.
M: Para empezar, me gustaría aclarar un par de cuestiones. Esta entrevista es para un público estadounidense. He hablado con casi todos los periodistas que escriben desde Caracas para periódicos de los Estados Unidos y han coincidido en que los estadounidenses tienen una visión distorsionada de Venezuela y creen que está gobernada por algún tipo de dictadura represiva. ¿Me podría decir cómo reacciona ante esto y explicarme por qué considera que Venezuela es una democracia?
H: Bien, podríamos intentar medir la democracia del mismo modo que se toma la temperatura con un termómetro o la presión con un barómetro. A la luz de todo lo que ha sucedido, ¿hay aquí algún periodista encarcelado? En cuatro años de gobierno, ¿podría alguien mencionar algún periodista perseguido o encarcelado? ¿Se ha cerrado, aunque sea un segundo, algún medio de comunicación? Bueno sí, el canal 8, la televisión estatal, durante el golpe que dieron ellos [la oposición]. Podemos así medir si existe algún tipo de represión de los medios o de la libertad de expresión...
... La democracia también se puede entender en términos de representación; de los partidos, por ejemplo. Podría preguntarme cuántos partidos políticos tenemos en Venezuela. En una auténtica dictadura, habría un único partido en la Asamblea legislativa, así como entre los gobernadores de los diversos estados y los alcaldes municipales. Sin embargo, actualmente la Asamblea legislativa venezolana está compuesta por una coalición, que cuenta con una mayoría simple de cerca del 52%, y por los partidos de la oposición, que pueden expresar sus opiniones y que representan cerca del 48% de la Asamblea.
También se podría calcular el número de marchas y protestas organizadas contra el gobierno, y calcular durante cuántos días y meses se han sucedido. Obtendría de este modo un resultado cuantificable de las protestas que se pudieron celebrar y no fueron reprimidas. Opino que hay muchas maneras de llegar a la conclusión objetiva de que contamos con una democracia. Es cierto que no somos perfectos pero, aún así, esto es una democracia.
Creo que nuestra constitución se encuentra entre las más avanzadas del mundo en materia de derechos humanos. Observa los principios de los derechos humanos con todo el alcance teórico que conlleva [inaudible] y también procura esbozar las implicaciones teóricas en un contexto socialmente pragmático, equitativo y relevante. Los derechos de los indígenas son un ejemplo de ello. Y también los derechos de la mujer, ya que estamos intentando establecer una mayor igualdad entre géneros y abolir todos los privilegios inmerecidos, ya sean económicos, políticos o sociales. En cuanto a los derechos de los indígenas, que ya ha mencionado, en este preciso instante representantes indígenas están reunidos en Puerto Ayacucho con el fin de preparar un documento que perfilará los mecanismos necesarios para poner en práctica los derechos recogidos en la constitución. Ello implica, entre otras cosas, demarcar los territorios indígenas y restituirles sus derechos constitucionales.
Hay otros puntos destacables en la constitución. Puesto que nos hallamos en el Cono Sur, no puedo evitar recordar a los 30.000 desaparecidos durante la última dictadura militar en Argentina. Durante nuestra estancia en Buenos Aires, nos reunimos con algunas de las Madres de la Plaza de Mayo, cuyos corazones arrastran un pesado lastre afectivo, aún a la busca de información sobre sus hijos desaparecidos. ¡Y es que fueron miles! En la constitución venezolana hemos abordado algunas de estas inquietudes mediante la prohibición de la tortura, las desapariciones o el arresto sin orden judicial. También dispone que todos los funcionarios y personal militar deben desobedecer cualquier orden de sus superiores que les obligue a torturar o hacer que alguien "desaparezca". La constitución contempla el derecho a la información, la libertad de expresión, el derecho a la dignidad personal, y derechos económicos que no pueden excluir a nadie. Se trata de una constitución muy avanzada desde el punto de vista social; una de las más avanzadas del mundo. El apartado sobre derechos sociales es el más amplio y extenso del mundo; hemos trabajado duro en él. No hay prácticamente ningún derecho social o humano que no se pueda encontrar en sus páginas.
¿Y es cierto que liberó a muchos prisioneros en espera de juicio cuando subió al poder?
Totalmente cierto. Fueron más de 10.000. La oligarquía desató su campaña mediática de inmediato, diciendo que los criminales y delincuentes estaban saliendo a la calle de manera indiscriminada. Mientras estudiábamos nuestra política, yo mismo visité las prisiones y me entrevisté con los reclusos. Visité la prisión donde estuve encarcelado y allí hablé con presos, guardianes, abogados y sociólogos. Más de la mitad de los presos en Venezuela estaban detenidos sin una sentencia. Algunos de ellos durante más de una década. Así que, a medida que comenzamos a poner en práctica la constitución y el código penal, elaboramos una serie de medidas que no sólo garantizaban los derechos jurídicos de los prisioneros, sino también su derecho a trabajar, a disponer de un régimen abierto para salir de prisión y volver por la noche. El derecho a practicar deporte, a asistir a actividades culturales y a expresarse.
Seguimos trabajando para perfeccionar nuestra política, pero ya han cambiado muchas cosas en nuestras prisiones... Hemos instalado salas de ordenadores con acceso a internet en la prisión para que los reclusos puedan compartir su historia con el resto del mundo. Por supuesto, estos derechos están pensados tanto para hombres como para mujeres reclusas. También en las prisiones, hemos empezado a ofrecer microcréditos para que puedan crear panificadoras. Estamos muy satisfechos con ello. Incluso estamos estudiando la posibilidad de destinar fondos a realizar una consulta en todas las cárceles para que los prisioneros y los empleados puedan sugerir qué otras reformas podrían aplicarse al sistema de prisiones.
Hablemos de la prensa un poco más. Tiene problemas tanto con la prensa internacional como con la venezolana. The New York Times, de hecho, apoyó el golpe de abril de 2002. Seguramente fue la primera vez en más de 25 años que respaldaba un golpe militar contra un gobierno democrático. Eso sucedió un sábado. Y después, el martes siguiente, el consejo editorial publicó una retractación. Pero nunca se disculparon. ¿Ha hablado con ellos desde entonces o les ha pedido una disculpa?
No, porque he empezado a pensar que no merece la pena. Durante mis dos primeros años en el gobierno, una de mis prioridades fue visitar los consejos editoriales de varios periódicos estadounidenses. Normalmente lo hacía por la mañana, después de una larga noche de viaje. Llegaba a las 3 de la madrugada y me quedaba despierto hasta las 6 de la mañana para hablar con los miembros de estos consejos. Me tomaba estos encuentros con optimismo, esperando poder mantener una buena conversación y un intercambio de opiniones fructífero basados en el respeto mutuo mientras tomábamos café. Fui muy paciente con ellos detallándoles nuestras políticas, dejándoles mi número de teléfono y de fax, y mi dirección de correo electrónico. Les dije que, en caso de que tuvieran preguntas o dudas, me llamaran para que pudiéramos aclarárselas. Que me enviaran a un periodista siempre que lo desearan. Para mí, estas cuestiones eran muy importantes.
Parece ser parte de un defecto social más amplio de la sociedad estadounidense; una sociedad que debería desarrollar algún tipo de respuesta contra el maltrato intelectual que parece tener lugar a diario por parte de los medios de comunicación. Espero sinceramente que, algún día, los ciudadanos de los Estados Unidos desarrollen algún tipo de conciencia crítica de masa, que consigan deshacerse del velo que les cubre los ojos y puedan ver a las potencias mediáticas como lo que son. Ninguna comunidad humana puede vivir exclusivamente en su propio planeta, según sus propias leyes de funcionamiento y excluir al resto de la humanidad. Deben ser críticos y tomarse el descubrimiento de la verdad como una responsabilidad personal hacia la humanidad y la moralidad.
Eduardo Galeano dijo en una ocasión, hablando sobre las grandes compañías de medios de comunicación, "Nunca antes, tan pocos engañaron a tantos".
¿Y qué hay de los medios venezolanos? Ese en un problema aún mayor porque realmente forman parte de la oposición y es muy difícil celebrar unas elecciones justas o un referéndum en tales circunstancias, ¿no es cierto? Si en los Estados Unidos, la ABC, la NBC, la CBS, todos los canales por cable y todos los periódicos estuvieran alineados con un único bando, consideraríamos que las elecciones no son justas. Sin embargo, el problema añadido en su caso está en que, si intenta hacer algo al respecto, le acusarán de censura.
Hemos estado intentando definir nuestra estrategia en esta materia. No es la primera vez que nos topamos con este tipo de hostilidad mediática. En la campaña electoral de 1998, la proporción de apoyo de los medios entre los candidatos de la oligarquía y este humilde servidor era de 1 a 10 en su favor.
Lo mismo ocurrió con la constitución. Todos los medios de noticias estaban en contra del proyecto; publicaron anuncios a toda página y titulares en su contra. Y, aún así, fue aprobado por un 80% de la población. El día del golpe, los medios estaban a favor de la oposición en una proporción de 100 a 0. ¡100 a 0! Para nosotros fue una auténtica catástrofe, peor aún que durante la campaña electoral.
Nosotros, al igual que muchos otros países, hemos aprobado leyes sobre la financiación de las campañas. Debemos disponer de algún tipo de regulación sobre el tiempo de emisión que los candidatos pueden comprar o que se les puede conceder. Estamos desarrollando nuestra legislación a partir de un precedente ecuatoriano, que establece un tiempo máximo de emisión del que pueden disponer los candidatos políticos.
Sí, Brasil también cuenta con leyes de este tipo.
Así es. Ya va siendo hora de que Venezuela apruebe este tipo de regulación a través del poder legislativo.
¿Podría comentar algunos otros logros alcanzados por su gobierno?
Llevamos 1.500 días de gobierno; casi 4 años. Hagamos pues un balance de este período.
En el campo de la sanidad, por ejemplo, hemos reducido de manera espectacular la mortalidad infantil. Cuando subí al poder, era de 24 por cada 1.000, y ahora es de 17 por 1.000. Deberíamos interpretar estos datos en términos y escala humanos, ya que, en ocasiones, las cifras pueden resultar muy frías. Pasar de 24 a 17 representa una reducción del 30%, lo cual, traducido en números reales, significa que se han salvado miles de vidas de niños; niños que han sobrevivido cuando antes habrían muerto por el simple hecho de ser pobres o por no disponer de acceso a los servicios sanitarios. Antes, muchas mujeres embarazadas no acudían al hospital ni se vacunaba a los bebés al nacer. Hemos mejorado de manera notable los cuidados prenatales y ampliado la capacidad de los hospitales. Asimismo, hemos puesto en marcha con buen éxito una campaña de vacunación con el objetivo de atajar las causas de la mortalidad de raíz.
Por primer vez en la historia de Venezuela, un presidente ha propuesto campañas masivas de vacunación infantil contra la hepatitis B. Hemos reducido el índice de infecciones en un 15%. También hemos reducido el absentismo escolar y la tasa de matriculaciones ha aumentado un 30%. Eso significa un 30% con respecto a los índices anteriores. Con este aumento, hemos integrado en el sistema escolar al 90% de los niños absentistas. Representa un logro espectacular. Hemos construido escuelas por todo el país. Hemos contratado miles de profesores. Hemos incrementado los salarios de los docentes y ahora son más altos que nunca.
Hemos iniciado el programa de Escuelas Bolivarianas. Una de las primeras escuelas de secundaria bolivarianas se inaugura esta misma tarde. Se encuentra en el estado del Amazonas, a donde viajé hace dos años y medio. Durante mi visita, se me acercó un grupo de jóvenes para quejarse por la falta de dinero en su escuela. Era una escuela sucia, sin agua corriente ni baños limpios. Ahora es una bonita escuela. Pero le daré más datos sobre nuestras mejoras hasta el día de hoy. Hemos creado cientos de escuelas por todo el país. Hemos invertido millones de bolívares en escuelas que estaban funcionando a un tercio de su capacidad para dejarlas como nuevas. Los distritos escolares que solían atender a 3.000 niños, atienden ahora a otros miles. Hemos reducido el absentismo escolar del 10% en 1988 al 3% actual. Por primera vez en la historia de Venezuela, cualquiera puede ser atleta. Toda mi vida he padecido la falta de acceso a equipamientos de béisbol y de otros deportes. No había instalaciones; no había campos de béisbol. Hemos rehabilitado las instalaciones deportivas de todo el país y ahora contamos con más y mejores instalaciones que ningún otro país latinoamericano. Y la mayoría de nuestras inversiones [en estas instalaciones] se destina al ámbito de las escuelas.
En el campo de la educación, hemos abierto cerca de 3.000 escuelas bolivarianas, lo cual representa aproximadamente un 10% del número total de escuelas en el país, donde las clases sólo empiezan después de que los niños desayunen. Antes de que existieran [estas escuelas], los niños llegaban a la escuela sin haber desayunado. ¡Poco se puede aprender con el estómago vacío! Ahora, primero toman el desayuno y, después, empiezan las clases. Cada clase tiene pequeñas bibliotecas. Ya no tienen que trabajar en diminutos pupitres individuales, sino que lo hacen en mesas más grandes, con más espacio para las piernas, donde pueden moverse con libertad y ser un poco más dueños de su espacio personal. Pueden desplegar su creatividad, recibir atención médica, disponen de aulas de ordenadores con acceso a internet. Tienen salones de actos que pueden dedicar al baile, al teatro, la música o actividades deportivas. Los niños comen en la escuela y, a media tarde, también meriendan algo, aunque sólo sea un poco de zumo y un pastelillo. La educación tiene para mí una gran importancia. Evidentemente, también me preocupa el déficit fiscal, pero los niños me preocupan mucho más.
Recientemente se anunció que la reforma agraria cubriría 100 mil acres, es decir, unas 40.000 hectáreas ...
... es una tierra preciosa, muy pura. El nuevo propietario puede tomar unos granos de maíz, cavar un pequeño agujero, enterrar en él las semillas y cubrirlo con cuidado. Unos días después de que llueva, se ve cómo empieza a asomar una hoja y, en unos meses, se tiene todo un tallo. Lo arranca uno mismo, se quitan las hojas, se pela, se limpia de semillas, se cocina y la cachapa [manjar de maíz] está lista.
Me gustaría saber algo más sobre la reforma agraria. ¿Cuáles son sus planes?
Preferiría llamarla revolución agraria. Llevamos cuarenta años hablando de reforma agraria y no se ha hecho más que reforzar el antiguo sistema colonial. En primer lugar, estamos llevando a la práctica los principios constitucionales para conseguir un cambio genuino y duradero en las zonas rurales; principios como dar prioridad y tomarnos en serio la seguridad alimentaria.
¿Cuántas personas se han beneficiado de la reforma agraria hasta el momento?
Bien, este año llevamos distribuidas 600 mil hectáreas de tierra mediante la distribución de títulos.
¿De cuántas personas estamos hablando, más o menos?
Veamos. Si por cada hectárea se benefician unas dos personas, y se han repartido 600 mil, diríamos que cerca de 1.200.000 personas. Son personas que, o bien carecían de tierra, o bien tenían muy poco terreno. Sin embargo, no sólo estamos redistribuyendo tierras. Estamos distribuyendo más de 2.000 tractores, de China y de Brasil, que estos países nos han concedido como una especie de crédito. Hacía casi 20 años que no se renovaba la flota de tractores en este país. Teníamos cementerios de tractores, donde se guardaban todos los pedazos de chatarra y las máquinas que ya no servían para nada. Otra de las iniciativas que estamos impulsando en el sector agrícola es la de los Fondos Zamoranos, llamados así en honor a Ezequiel Zamora. Son programas y modelos de bandera. Al igual que las escuelas bolivarianas en el contexto educativo, este es un modelo holístico. En el estado de Apure, cerca de la frontera colombiana, entregamos casi 2.500 hectáreas de terreno de nuestro Fondo de Santa Rita a una cooperativa junto con un crédito de unos 800 millones de bolívares.
La tierra era anteriormente propiedad del estado, ¿correcto?
Sí, la mayor parte de estos terrenos eran del estado, excepto algunas propiedades que habían sido ocupadas ilegalmente por hacendados privados que carecían de documentos de propiedad. Estamos en proceso de recuperar y distribuir estas tierras.
¿Y qué ocurre con la reforma del territorio urbano?
Ese es uno de los proyectos de nuestro programa de ayuda a los pobres. Parte de la premisa de que las personas con pocos recursos prosperan más cuando disponen de las herramientas necesarias para dejar atrás la pobreza. Uno de los medios que hemos estado usando es el de la redistribución del territorio urbano. Nuestro objetivo consiste en redistribuir 500 mil títulos de tierras urbanas, con lo que se beneficiarían más de 2 millones de personas en las ciudades más grandes. La mayoría de estas personas nunca han poseído un pedazo de tierra.
Permítame cambiar de tema. Me gustaría hablar sobre el golpe y el papel que los Estados Unidos desempeñaron en él. Sabemos que, durante los meses precedentes, se celebraron reuniones entre los cabecillas del golpe y funcionarios estadounidenses y aumentaron los fondos de los Estados Unidos destinados a los grupos de la oposición. Otra prueba circunstancial sobre la implicación de los Estados Unidos apareció en la prensa. Hay un viejo chiste que dice: "¿Por qué nunca ha habido un golpe militar en los Estados Unidos? Porque en los Estados Unidos no hay ninguna embajada estadounidense".
Alguien me ha contado ese chiste esta mañana ...
Entonces, ¿hasta dónde cree que llegó la participación de los Estados Unidos en el golpe?
A pesar de los indicios y las dudas de muchos, el gobierno estadounidense ha negado ante el mundo cualquier implicación por su parte.
Aunque lo apoyaron en un principio.
Creo que podemos dividir la postura de los Estados Unidos en tres etapas. En un primer momento, antes de que se produjera el golpe, los Estados Unidos apoyaron sin duda a la oposición, incluso de manera indirecta, reuniéndose con los conspiradores. Después, durante el golpe, hay varios oficiales del ejército que han testificado haber visto personal militar de los Estados Unidos en el Fuerte Tiuna en coordinación con los conspiradores, comunicándose por radio con alguna base central de operaciones. Hay oficiales del ejército venezolano que aseguran haber visto un helicóptero Black Hawk y aviones estadounidenses en el aeropuerto de Maiquetía los días 11 y 12 de abril.
El embajador de los Estados Unidos estaba en Miraflores [el palacio presidencial] el día del golpe después de que el gobierno golpista estuviera en su sitio. Hay una carta del entonces encargado comercial de Venezuela en Washington, un tal Guerrera. Puesto que yo estaba en la cárcel la tarde del día 12, Guerrera envió una carta desde Washington a Miraflores, dirigida al denominado gobierno provisional, en la que señalaba que un alto funcionario del gobierno estadounidense le había comunicado su satisfacción por la destitución de Chávez y la investidura del nuevo gobierno. El funcionario, no obstante, había mencionado que necesitaban urgentemente la carta de renuncia oficial firmada por Chávez. Por ese motivo, aquel sábado 13 por la tarde enviaron al cardenal de la iglesia católica para que me suplicara, en nombre de Dios, que firmara aquella carta que Washington estaba esperando después del golpe. Bien, como usted mismo ha dicho, el gobierno estadounidense ha negado hasta la saciedad toda participación en el golpe. Ya he manifestado que no puedo culparlos porque carezco de pruebas directas; sólo tengo algunas pruebas circunstanciales y serias dudas. Pero, al fin y al cabo, cada uno debe sacar sus propias conclusiones.
Situémonos en un contexto histórico más amplio, porque este caso nos lleva a otra cuestión. En 1954, los Estados Unidos derrocaron al presidente electo de Guatemala, Jacobo Arbenz. En el 64, según parece, los Estados Unidos estuvieron implicados en los acontecimientos que culminaron con el golpe militar contra el presidente Goulart en Brasil. El año siguiente, los marines estadounidenses invadieron la República Dominicana en otra intervención contra un gobierno democrático. Los sandinistas ganaron las elecciones del 84 y los Estados Unidos dedicaron los seis años siguientes a destruir el país con guerras y sabotajes, e incluso intervinieron en las elecciones de 1990.
Se ha olvidado de Allende. [En 1973, los Estados Unidos ayudaron a desestabilizar y destituir al presidente Salvador Allende en Chile].
Sí...
Y Panamá y Granada.
Sí. La cuestión es que los Estados Unidos se han deshecho de casi todos los presidentes latinoamericanos que no eran de su agrado. ¿Por qué cree que usted será diferente?
Hay que tomar cada uno de estos casos de intervención por separado, teniendo en cuenta su contexto histórico. Cada caso es único. La destitución de Arbenz en 1954 se realizó mediante una invasión. Pero la cosa no se quedó ahí. Aquello fue el principio de una guerra que duró más de 40 años. La República Dominicana, Panamá y Granada también fueron invasiones.
El caso de Venezuela se debe analizar en el marco de un contexto histórico determinado. Disponemos de una fuerza que no se puede subestimar: un nivel de conciencia y de movilización que no existía en esos otros países. Si suma todas las personas que han participado en manifestaciones [en nuestro favor] desde 1999, contando cada persona tantas veces como haya participado, se obtendrá un resultado de cientos de millones. El día del golpe salieron a la calle más de 8 millones de personas.
Además, Venezuela tiene unas fuerzas armadas muy sólidas y unidas, capaces de contrarrestar cualquier facción que suponga una amenaza a la democracia.
Hablemos un poco más sobre economía y sobre la situación en la zona.
Ha llegado el momento de iniciar una nueva era política y económica. El viejo modelo ha fracasado. Es obvio que este nuevo período se caracterizará por una lucha entre dos fuerzas políticas competidoras. Me preguntaba usted si aumentará en ese tiempo la tensión con los acreedores y las agencias internacionales. Sin duda notarán las tensiones políticas y económicas, dirigidas fundamentalmente por los países pobres, por las personas de esos países. También nosotros encontraremos dichas tensiones dentro del propio país: en los parlamentos, los movimientos campesinos, los movimientos estudiantiles, los movimientos indígenas, los movimientos alternativos, incluso dentro de los ejércitos de estos países. Entrarán en juego diversas tensiones.
Además, se nota que en Latinoamérica existe una fuerte corriente de opinión pública sobre estas cuestiones que no se percibía hace apenas dos años. El camino aún no estaba preparado, no era visible. Escuchar al presidente argentino Kirchner decir las cosas que dijo ayer, como "Argentina pagará su deuda [externa sólo] si las cosas van bien en el país". Esto representa un compromiso político enorme y hará que otros países sigan el mismo camino. También fue muy sorprendente que el ex presidente de Argentina, Duhalde, me presentara como el portavoz que marca la tónica del discurso en un almuerzo de dirigentes latinoamericanos. Lo mismo ocurrió en Cuzco [en la cumbre del Grupo de Río de presidentes latinoamericanos, en Cuzco, Perú], donde escuché ciertas reflexiones de presidentes que hace dos o tres años no habrían osado decir ni pío sobre el tema de la deuda. No habrían cuestionado el modelo de libre mercado, ni la necesidad de adoptar las condiciones impuestas por el FMI, el Banco Mundial, etc. El hecho de que 40 congresistas, 80 congresistas, los líderes indígenas pongan en tela de juicio el sistema de la deuda demuestra que la presión popular está vivita y coleando. De modo que todo esto es un juego de presiones en el que uno debe entender sobre qué ámbito actúa cada presión. Podría decirse que hemos iniciado la primera batalla.
¿Y qué papel cree que desempeña Venezuela? Se lo pregunto, entre otras cosas, porque parece que hay momentos en que la mayoría de la gente está preparada para lanzarse al cambio, pero una de las cosas que la frena es la falta de esperanza de salir victoriosa.
El proceso bolivariano se encuentra al frente de esta batalla. Hoy estoy tumbado en esta hamaca mucho más tranquilo que ayer. Hace un año me sentía prácticamente solo. Ahora la situación está cambiando y esa esperanza de la que me habla constituye un impulso moral. Está brotando por todos sitios. La gente está renaciendo. Brasil representa un buen ejemplo de ello. No sólo se trata de Lula, sino de todo un fenómeno protagonizado por millones de brasileños. Los integrantes del Movimiento de los Sin Tierra, los trabajadores, las amas de casa, los habitantes de las favelas tienen esperanza, tienen fe. Y ya sabe que la fe mueve montañas. Los indígenas de Ecuador han llevado a Lucio Gutiérrez a la presidencia.
Los pueblos indígenas se han movilizado en Bolivia, donde casi consiguieron que Evo [Morales] ganara las elecciones presidenciales. Casi. Pero están movilizados. Están sucediendo muchas cosas en Centroamérica, en Panamá. En el Salvador, Farabundo Martí ha vuelto con fuerzas renovadas. El sandinismo es también la fuerza predominante en Nicaragua. En Uruguay, el Frente Amplio está ocupando espacios importantes. Hay una fe que está moviendo montañas, montañas de gente. ¿Qué fuerza se impondrá al fin? ¿La fuerza de las personas que deben mover montañas simplemente para sobrevivir?
... ¿O la presión de los que tienen el poder económico? La ventaja de estas corrientes populares es que constituyen la mayoría política real. Mao Tse Tung solía decir que el resultado de cualquier batalla está determinado por las convicciones morales de sus combatientes. Si compara las convicciones que guían a la comunidad internacional de acreedores y al FMI, por un lado, con las convicciones de los movimientos populares y de algunos de sus gobiernos, por otro, podemos afirmar sin ninguna duda que estamos de parte de lo correcto y lo ético.
Hablemos brevemente del control sobre las divisas en Venezuela. La prensa nacional e internacional afirma que dicho control se está empleando con fines políticos. Sin embargo, lo que yo he oído desde que llegué es que se está usando para retener dinero de empresas que no pagan los impuestos. ¿Qué hay de cierto en esto?
Debo confesar que el control sobre las divisas es ciertamente una medida política. Es necesario analizar por qué tomé esa decisión. Creo incluso que la tomé demasiado tarde. ¿Tiene alguna idea de la fuga de capitales que hemos sufrido desde que subí al poder? Y no estamos hablando de pagos de deuda públicos o privados, importaciones, viajes al extranjero, todo lo perfectamente justificado. Estamos hablando de 32 mil millones de dólares estadounidenses sin ningún tipo de justificación económica. Todo esto forma parte del juego político de desestabilización golpista de la oligarquía del país. De modo que, aquellos que me acusan de usar el control sobre las divisas como medida política, suelen pasar por alto el hecho de que están empleando la fuga de capitales como medida política desestabilizadora. [La fuga de capitales] es una medida política amoral y, para contrarrestarla, hemos recurrido a una política estatal del gobierno. Pero se trata de una política basada en un código ético sólido, en la constitución y en la legislación nacional.
Cambiemos de tema. Es difícil que pase desapercibida la diferencia de color de las personas en los dos bandos antagónicos. Las masas de la oposición tienen la piel sensiblemente más clara y tienen un aspecto más europeo que las que apoyan al gobierno. ¿Cree que esta batalla tiene también una dimensión racial?
Sí, aquí hay racismo, aunque antes solía estar más oculto y ahora es más abierto. Pero no es el factor principal. Eso también forma parte del panorama en otros países. Basta con fijarse en quién apoyó a Lula o a Evo Morales [en Bolivia].
Ya para acabar, una pregunta sobre la situación política en estos momentos. Parece que se ha alcanzado un acuerdo con la oposición. ¿Es eso cierto?
Sí, lo es.