El presente párrafo se halla en la Pág. Web del Banco Central de Venezuela (BCV): "Los bancos centrales han evolucionado hasta instituirse en autoridades independientes, dedicados a mantener “la estabilidad de los precios y la confianza en la moneda”, calificados como un “bien público fundamental”.
Un nivel adecuado de dinero y de crédito en una economía contribuye con el desarrollo económico y social, al facilitar el intercambio comercial, estimular la confianza y hacer más atractiva la inversión, aumentar la capacidad para generar empleos y lograr un mejor nivel de desarrollo humano.
Cuando el dinero y el crédito en la economía se expanden demasiado rápido, las personas elevan su demanda de bienes a un ritmo mayor al que las empresas podrían satisfacer esa demanda, lo que puede generar alza en los precios y, por ende, inflación. Por el contrario, cuando el dinero y el crédito en la economía se contraen demasiado, la demanda de bienes puede caer, lo cual conduce a la recesión y desempleo."
De entrada, el carácter “independiente”, señalado en el primer párrafo de arriba, es obviamente muy dubitable para un país fuertemente dependiente de sus relaciones internacionales.
Seguimos: A tenor de aquellas definiciones, la función de esta suprema institución financiera es eminentemente monetarista y keynesianista. Se limitaría a ser la poderosa muletilla económica de los empresarios y comerciantes en general a fin de suministrarles capital a los empresarios carentes de capital propio, y dinero al Estado burocrático para la cobertura de sus Gastos previamente presupuestados, así como la de sus emergencias por imprevistos del mismo Presupuesto Nacional, según lo dispone el Fondo de Estabilización Macroeconómica (FEM).
Se trata, pues, de una concepción marcadamente monetarista y paternalista, muy al margen del trasfondo económico que caracteriza el régimen burgués al cual necesariamente estas instituciones sirve, aunque muy enmarcada dentro de la convicción burguesa de que “dentro del mercado, todo, y fuera de este, nada”.
Es que según esa concepción inscrita en los estatutos del BCV, la producción de bienes no dependería tanto de la mano de obra, de sus productividad ni de los estímulos laborales y la sana distribución del PTB, sino del monto de “billete” en circulación y o la oportuna dotación o retiro de circulante del mercado.
Según esa misma concepción, un Estado como Venezuela pasa a convertirse en el gran capitalista financista, y sus ciudadanos en simples funcionarios públicos, así como en simples marginados y olvidados por gobiernos de baja sensibilidad humanitaria, y en asalariados, y en empresarios sin capital propio quienes privilegiadamente, por su propio estado social y ascendencia sobre los gobernantes, o por razones politiqueras logran sacarle dinero al Estado para fungir y fingir como empresarios, es decir para su enriquecimiento personal.
Semejante BCV, a decir de semejantes disposiciones estatutarias y constitutivas, viene a confirmar nuestra convicción de que los Estados como el venezolano entran perfectamente en el grupo de “Estados como Fuente de Capital”, a diferencia de los “Estados como Protectores de capital” y de sus propietarios privados.
Con posturas como aquellas, emanadas de la “sapiencia” de los directivos del Estado, a este termina importándole muy poco las figuras mercantiles del acaparamiento (hoy llamado sabotaje alimentario), poco o tampoco importaría la baja remuneración salarial, empezando por el mismo estado que sigue reconociendo y manteniendo salarios de hambre para su médicos y docentes a pesar de rendir tanto culto a la personalidad de un Simón Rodríguez, un preceptor que sembró la idea del conocimiento y enseñanza popular como método independentista.
Otra curiosa concepción nos ofrece esta institución en materia de Reservas Internacionales:
<<Las reservas internacionales son los recursos financieros en divisas con los cuales cuenta un país para garantizar los pagos de los bienes que importa y el servicio de la deuda, así como para estabilizar la moneda.
Las reservas internacionales de Venezuela que administra el BCV provienen fundamentalmente de las exportaciones petroleras que realiza PDVSA. Cuando PDVSA comercializa petróleo recibe divisas, las cuales vende al BCV a cambio de bolívares. Luego, PDVSA paga sus impuestos, regalías y utilidades y traspasa esos bolívares al Gobierno Nacional. De esta forma es que el BCV crea los bolívares que circulan en la economía y cuyo respaldo son las reservas internacionales.
Para el buen funcionamiento de la economía, el BCV maneja las reservas internacionales de Venezuela, atendiendo a tres criterios:
Seguridad: activos de calidad.
Liquidez: activos que se puedan negociar fácilmente.
Rentabilidad: activos que provean un rendimiento adecuado.>>
Como vemos, más que definición del concepto de “Reservas Internacionales” (RI), el BCV nos habla de su función o para qué sirven y quiénes sirven.
Veamos más de cerca: En primer lugar estas RI sirven al empresariado comercial e industrial sito dentro o fuera del territorio nacional pero que saca del mercado bolívares que potencial y efectivamente tiende a convertir en divisas, generalmente dólares para su correspondiente trasiego o fuga al exterior. Y sirven para que nuestros acreedores nacionales y extranjeros (FMI, BID, etc.) logren oportunamente su correspondiente reintegro de capital acreditado y complementarios intereses.
Observamos que tales reservas no guardan ningún compromiso económico social “profiláctico”, es decir, no son de ninguna manera reservas o ahorros que un país debe tener para periodos de “vacas flacas” ni emergencias provocadas por las inestimables catástrofes naturales, etc. No son tampoco reservas para disponer de mejores Ingresos anuales futuros y libres de nuevos Impuestos.
Digamos que esas “reservas” son la expresión más genuina de una Administración Pública que está más al servicio de la burguesía extranjera que del pueblo venezolano. Ellas, como las concibe el BCV, no reflejan economías del Gasto Público. Más bien, pareciera que el déficit crónico es la meta de tales presupuestos y para esto están allí el BCV y los Ministros de de Finanzas de turno.
Esas Reservas sólo responderían como garantía de nuestros acreedores, quienes, precisamente por disponer enteramente de dichas reservas, dejan en rojo permanente a estos países, de tal manera que posibles e indeseables nuevas desgracias públicas o crisis eventuales (como la actual crisis financiera norteamericana , por su parte, sólo se traducirán para esos mismos acreedores, representados por la burguesía criolla y mestiza, y por la b. extranjera 100%, en nuevos préstamos a un país que permanentemente vivirá del Crédito Público para pagar los intereses causados por aquel.
También se traducirían en garantía para nuestros comerciantes e industriales, en la segura conversión de sus bolívares en dólares y/ en euros. A propósito: la diversificación de los depósitos del BCV en el exterior, más que garantía para Venezuela y del Estado, lo ha sido para resguardar mejor el capital de sus beneficiarios contra posibles devaluaciones del dólar, divisa esta que había sido su respaldo por excelencia.
No en balde los gobiernos venezolanos, con tanto poder respaldatario de su moneda, la han devaluado hasta casi tocar el suelo, y muy posiblemente lo sigan haciendo.
En cuanto al cacareado Fondo de Estabilización Macroeconómica (FEM) destinado a cubrir desajustes fiscales del Presupuesto Nacional, respecto al presente año, decimos que un Presupuesto Fiscal elaborado con un precio petrolero de $60/barrel, para un probable precio que caiga por lo menos 25%, = $15, y el precio promedio anual del petróleo venezolano no baje de $45/barrel, entonces el déficit fiscal alcanzaría cerca de 12%%, y el FEM actual apenas cubriría un escaso 1%, según su monto de unos 80 MM de dólares/(cifras de la misma Pág. Web citada arriba).