En procesos
revolucionarios, donde la búsqueda de condiciones de igualdad es prioridad
para un Estado que pretende ser socialista, siempre existirán oportunistas
de oficio, que con base en las premisas fundamentales de un proceso
de transformación alimentan acciones que bajo ningún pretexto aportan
a ninguna revolución en el mundo.
La socialización
de los medios de producción, y la búsqueda de una propiedad con base
en la satisfacción de las necesidades jamás podrá ir en desmedro
de la valoración del trabajo y su justa retribución, es más, el socialismo
se basa fundamentalmente en el trabajo, pilar fundamental para la superación
de una economía rentista como la nuestra, que desvirtúa valores inherentes
a las fuerzas productivas, y hace al hombre y la mujer parásitos de
Estados paternalistas. Èsta, nuestra revolución lucha contra esto,
pero a su vez genera irónicamente renta populista de seudolíderes
tan delincuentes como aquellos que hemos catalogados de “boliburgueses”,
no existe diferencia entre los “bolilumpen” y los “boliburgueses”
cuando los primeros arrebatan, igual que los segundos en nombre de la
revolución, el producto de su trabajo a los trabajadores.
Esta previa
explicación es como consecuencia de ver como unos pobres, como aquellos
que han invadido los edificios de “Terrazas de la Vega”, roban a
otros pobres, que con el esfuerzo de su trabajo han hecho los mayores
sacrificios para poder comprar un apartamento en esta urbanización,
que ni es de lujo, ni está en una zona privilegiada de Caracas, quien
compra en esta urbanización no lo hace por acumular capital ni lavar
dinero, mucho menos por darse un lujo, quien compra en esta urbanización
es un trabajador que seguro no tiene techo propio, son “sin techo”,
y han invertido los ahorros de su vida y de su familia para garantizar
un sitio digno de vida.
Los que invaden
tienen una condición que dista de poder generar ahorros para acceder
a una vivienda por lo que esta revolución esta propugnando mejorar
estas condiciones, creando misiones y generando políticas para el mejoramiento
de su calidad de vida, sin embargo existen mafias antirrevolucionarias
que exponen a mujeres y niños al riesgo de vivir en condiciones peores
de las que actualmente viven, sometiéndolos a la indigna condición
de “invasores”.
En procesos
revolucionarios, la expropiación de edificaciones baldías, desocupadas,
subutilizadas, para garantizar vivienda o espacios productivos, es un
asunto de gran importancia para garantizar la igualación de condiciones
mientras la economía se vuelve productiva y va garantizando un verdadero
estado de mejora social. El engorde o abandono de espacios aún útiles,
mientras alguien los necesita es incluso para la religión católica
un verdadero pecado, pero una edificación que aún no se ha finalizado
y que ha sido financiada por aquellos que necesitan de ella no puede
ser un espacio de reivindicación para aquellos que no tienen vivienda.
El Estado está
en la obligación de garantizar que aquellos que no tienen vivienda
accedan a ella, pero no puede tener la obligación de callar ante la
desvaloración y robo de la fuerza de trabajo de pobres que han hecho
un esfuerzo sobrehumano para apostar por la ley y el orden.
Como apreciarán,
me mueve a escribir estas líneas el hecho de ser afectado directamente
por una acción que según Jesús Millán, vocero de los tomistas, en
El Universal del 9 de Enero asegura que todos los presentes se vieron
en la necesidad de ocupar los apartamentos, ya que no tienen residencia,
viven "arrimados", alquilados o en pensiones. Detalla que
todas las familias provienen de La Vega e incluso reveló que existe
una lista de espera de 64 familias de otras comunidades de Caracas que
también quieren un espacio en este conjunto residencial.
Señor Jesús
Millán, yo también soy un “arrimado”, pero esto no me da razones
para además de convocar a personas que ya ocupan otras invasiones de
edificios abandonados que ya han sido beneficiados de expropiaciones
de la antigua gestión de la Alcaldía Mayor, empiecen a traficar cupos
para el acceso a los apartamentos por mil Bsf. Detrás de la necesidad
de muchos existen pocos que están jugando a la explotación de la necesidad
ajena para beneficiarse y lucrar su sed capitalista frustrada. Los que
lideran esta invasión son hijos del capitalismo salvaje, que serían
capaces de perjudicar esta revolución sólo por el interés personal,
individual y egoísta. No están ayudando a nadie, están arriesgando
la vida de todos, quiten esas banderas de Venezuela, quiten las banderas
rojas y del partido, Chávez les queda grande, porque quien cree en
la revolución cree en el trabajo creador no en la explotación de los
pobres, sea de la clase social que sea, y ustedes no son ni menos ni
más ciudadanos de la República Bolivariana de Venezuela.
Nuestro enemigo
no es un igual, nuestro enemigo no es aquel que no teniendo, lucha por
tener para cubrir sus necesidades, nuestro enemigo es quien acumula
arrebatándole a otro su trabajo.
Por otra parte, a la administradora de la construcción la debemos hacer cómplice de esta acción, su negligencia y retrazo en los procesos ha sido aceptada silentemente por quienes apostamos a una ilusión que se desvanece sin que den la cara o informen cuales son las acciones, y a los gobiernos locales, en especial a la Alcaldía de Caracas, con quien compartimos nuestro compromiso con el proyecto de país, ocúpese, pronúnciese, y no de vista gorda a una acción delincuencial como esta, aporten una solución y no caigan en sobornos.