El texto titulado “100.000 euros por el ducto”, publicado el 29 de enero en Aporrea (http://www.aporrea.org/contraloria/a71192.html), es el típico punto de vista de tendero, del que tanto se burló Marx. También se burló Oscar Wilde, cuando dijo que “el cínico sabe el precio de todas las cosas, pero no conoce el valor de ninguna”. De todos modos será divertido comentar dos o tres cositas.
Los premios convocan y organizan el ecosistema simbólico. Está también el Premio Casa de las Américas, que también paga en divisas y tengo la impresión de que a Cuba no le sobran...
Los premios organizan al público, estimulan a otros escritores, dan a conocer autores poco divulgados, como a García Márquez en la época en que ganó el Gallegos. Y consagran como referencia. Es como un Nobel en lengua española. Es un lugar preeminente que ocupa Latinoamérica en la cultura mundial, por lo cual nos hacemos respetar, cosa que pocas veces logramos hacer, aparte de esta revolución continental que hemos emprendido.
Hasta Vargas Llosa reconoció que el apoyo de Venezuela a otros países es digna herencia de la generosidad de nuestros libertadores. Creí que no se podía ser más reaccionario que Vargas Llosa, pero mira tú.
Visto todo lo que ganan Venezuela y Latinoamérica, sale baratísimo.
Roberto Hernández Montoya es presidente del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg)
