Durante el reciente Foro Social realizado en Brasil, escuché al Presidente Boliviano Evo Morales expresar en su discurso que, - palabras mas palabras menos- , “si otro mundo más humano y más solidario es posible, también otra Iglesia, otra fe, es también posible”.
La aseveración del líder boliviano, es la respuesta del pueblo a la insidiosa oposición que la cúpula de la Iglesia católica en ese país, hace a la propuesta de cambios que de manera acelerada se ha venido apoderando de la voluntad de la mayoría de la población en la hermana nación bolivariana.
Creo que el Presidente Evo Morales con su expresión de “otra Iglesia, otra fe es posible”, recoge el sentimiento de millones de seres humanos en América Latina, (por cierto la región del mundo que tiene la mayor cantidad de fieles católicos), que aspiran pertenecer a una Iglesia inclusiva y seguidora de los verdaderos principios de Cristo el de Belén.
En Latinoamérica y también en otras regiones del mundo, la feligresía católica se ha venido alejando de manera acelerada de la Iglesia, por la actitud insolente, grosera y fascista de un gran número de obispos, cardenales y sacerdotes que se han divorciado de la ruta que señala Jesucristo, abandonando a los pobres y aliándose con grupos poderosos para explotar a la gente, amparándose en una religión que no practican de verdad.
En Venezuela, el rechazo a la actitud de algunos oscuros personajes que se han refugiado en la cúpula de la Iglesia Católica es evidente y notoria. Ante el descaro de personas como Porras, Santana, Lücker, Urosa y otros cuantos bandidos, disfrazados de sacerdotes que agreden a la población más necesitada, que protegen delincuentes de toda especie, que se alían con grupos políticos y económicos poderosos para interferir la voluntad popular, que buscan acumular riquezas y beneficios personales, que envían jóvenes incautos a provocar a las autoridades con actos de violencia y otros hechos contra la paz, contra la justicia y la verdadera Iglesia.
La realidad de hoy en Venezuela y en los pueblos de América Latina se presenta brillante para que la gran feligresía que sigue de verdad los principios del Cristianismo social, humano, solidario y socialista, pueda abrirse camino con una nueva Iglesia, con verdaderos pastores, con verdaderos defensores de la gente humilde, de los más necesitados. Esa nueva Iglesia es posible.
Por ahora sólo queda dejar atrás a los aprovechadores y farsantes que en su mayoría dirigen la Iglesia Católica en nuestros países latinoamericanos, dejarlos en el estercolero de la historia con sus vicios, con sus prácticas aberrantes que se irán extinguiendo en la medida que vayan quedando sin pueblo, sin incautos que se conviertan en victimas de sus actos de pedofilia, de sus robos y de sus engaños.
Es necesario en Venezuela seguir fortaleciendo nuestra sociedad, nuestras Instituciones, nuestra Democracia, nuestra Constitución. y nuestra Fe.
SI se puede seguir adelante. SI se puede mantener Gobernantes en sus cargos cuando lo hagan bien. SI se puede una Iglesia solidaria con el Pueblo. SI se pueden reformar y enmendar nuestras leyes para mejorar y dar mayor poder al Pueblo.
