Llegó el gran día de la marcha anunciada con bombos y platillos por "las bacantes de los medios" (algo así las llama el amigo Mario Silva García) quienes sirven de megáfono a los dizque dirigentes de la ¡y que oposición". Todos estábamos preparados para observar esa marcha triunfal formada por ríos de gente que se desprenderían desde seis puntos de Caracas y confluirían en un torrentoso Orinoco humano que se desparramaría en el sitio de concentración formando un inmenso océano, pero ¡oh decepción!, llegada la hora anunciada del comienzo de las marchas, sólo unos tristes riachuelos comenzaron a fluir hacia el cauce principal, cuyo caudal al final llegó a ser comparable al del Guaire en época de sequía, por lo que apenas llegó a formarse un inmenso charco cuando se desparramó.
El recorrido de las marchas apenas pudo verse a ratos, pues las televisoras privadas, que en otros eventos formaban cadena para mostrar las nutridas multitudes que lograban con su poder de convocatoria, en esta oportunidad sólo mostraban, ocasionalmente, algunas tomas cerradas que no permitían ver más que unas decenas de personas y otras tomas borrosas con las que pretendían ocultar el vacío de las marchas, en tanto que el canal del Estado mostraba imágenes nítidas del lugar de concentración, desde donde hablarían los "dirigentes", en las cuales se podía ver la magnitud real de la concentración, la cual al final terminó sin pena ni gloria luego del desgastado discurso de cuatro o cinco grises oradores, rodeados de supuestas víctimas del maltrato del "régimen" encabezado por el dictador Chávez, cuyos máximos exponentes fueron un petimetre arrepentido y el mancebo de Miranda. Y así, "en menos de lo que espabila un cura loco", se evaporó aquella inmensa charca, tal como los sueños de los organizadores se tornaron en "vapores de la fantasía".
Pero "las ménades de los medios" son tenaces y ya desde antes del final de la concentración, que apenas mostraron en vivo, se habían dedicado a editar las tomas que más les interesaba mostrar de la marcha marchita, mezclándola con las de marchas anteriores e incorporándoles canciones y declaraciones "en off" de los capitostes y otros personajes secundarios de esa desorganización integrada por fascistas, a la que atribuyen cualidades de coordinadora, a fin de hacer creer a los televidentes que esa marcha mediática que presentan fue la marcha real que no se atrevieron a transmitir. ¡Que bolas!. Todavía están creyendo que el canal del Estado sólo tiene un dos por ciento de la tele audiencia y que los privados aun conservan restos de credibilidad entre quienes los miran. De tanto causar disociación psicótica entre su audiencia, ellos mismos han terminado por creerse todo cuanto dicen, convirtiéndose en víctimas de sus propias mentiras, pensando que volverán los viejos tiempos cuando manipulaban a su antojo la opinión de un pueblo que estaba adormecido, pero que ahora está alerta y rodilla en tierra para decirles que NO PASARÁN.
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