Muy bueno lo del arroz, que coloca en su sitio a los explotadores y hambreadotes del pueblo que han ganado un montón de real, con el truquito de los granos saborizados, ojala y no venga ahora un juez venal, o un magistrado como aquellos que estaban en coma el 11 de abril y se despertaron como en otra dimensión, de esos que no pueden ocultar su odio por la Revolución, que aun quedan dentro del Poder Judicial y lance una de esas empapeladas de billete, medidas cautelares, porque entonces le tocaría al pueblo salir a la calle y hacer valer sus derechos. Bien decidido el obligar a los procesadores de este grano, tan importante para la alimentación a cumplir con las disposiciones, con la presencia de funcionarios del Organismo competente que es el Indepabis.
Ahora bien, esa medida preventiva de ocupación temporal, para controlar las áreas administrativas de producción y distribución, se lleven a cabo con el arroz, pero es que esa práctica detestable de mercado, para aumentar los precios de manera artificial, también se puede observar en otros productos como la harina de maíz , por lo que no estaría de más, repetir la acción gubernamental en otros rubros no solo alimenticios sino de cualquier orden, por ejemplo la descarada estafa en la Clínicas Privadas en donde exprimen a cualquier paciente que por desgracia tenga que ser atendido en las tales UCI cobrándoles hasta 20 mil bolívares fuertes. 20 millones de los anteriores por cada día y si no, simplemente, o lo dejan morir, o endeudan casi de por vida a su familia.
Si de verdad se quisiera realizar un verdadero control de la especulación, el único camino es seguirle la pista a todos los productos comestibles o no desde la materia prima, producción, distribución y comercialización para darse cuenta que las ganancias son escandalosas porque los especuladores en toda la cadena no se conforman con una ganancia justa, sino que casi en todos los casos supera en mucho un porcentaje apenas suficiente como por ejemplo no mayor de un 30 o 35 por ciento, todo lo cual afecta a los consumidores finales y eleva la inflación de manera irreal.
Por ello no está de más cualquier medida, pues es una obligación del gobierno velar por la inmensa mayoría del pueblo.
No estaría mal que a los encopetados y encopetadas del las urbanizaciones donde viven los ricos les instalen mercados especiales para ellos, en donde paguen lo que les venga en gana pero lo que pasa es que la mayoría de este pueblo no es millonaria como los que como la vieja aquella que le lanzó en la cara un paquete de arroz al presidente de Indepabis, y que seguramente estaría dispuesta a pagar lo que los explotadores y hambreadores quieran cobrarle.
Pero resulta que quienes desde la IV República, venían acostumbrados a enormes ganancias explotando a los pobres, se olvidan que esa época ya terminó y ahora hay en este país un gobierno para quien lo primero es lo social y el cual aunque no se niega a las normales ganancias de una empresa, solo que por principios no puede permitir los abusos en los que aun insisten y persisten los capitalistas, que deberían al fin darse por enterados, de que, o se ponen a tono con las nuevas circunstancias o simplemente se van a un país como Colombia, Perú o el mismísimo Estados Unidos en los cuales la leyes del mercado son las que se han impuesto, precisamente con los resultados catastróficos que el mundo está viendo.-
Claro, como era de esperarse, los medios retrógrados venezolanos en su mayoría, por supuesto con globoterror y el nazional a la cabeza, salen de inmediato a anunciar catástrofes como la del desabastecimiento pero una vez más se van a equivocar y seguirán enterrándose en la fosa de su propia destrucción, mientras el pueblo comerá arroz, regulado sin aliños artificiales, pues los mismos se los pone ese pueblo, bien naturales por cierto y sin químicos que perjudican la salud. Cabe repetir aquí otra de las consignas del pueblo: ¡ASI. ASI. ASI ES QUE SE GOBIERNA”¡
UNA LEDEZMADA MÁS
El abuelo “monster”, se cree como aquel que piensa que por una circunstancia malhadada de la vida está en el derecho de arrebatar con lo que le venga en gana, y entonces como alcalde metropolitano, se ha puesto a lanzar decretos a lo loco sin importarle qué normas constitucionales y qué leyes viola, lo cual para lo que le ha servido, no es para otra cosa que para comprobar que el pueblo no le para bolas, ni siquiera aquellos que votaron por él por su odio a Chávez, más nunca por respaldo a alguien que lleva sobre sus hombros y sobre su conciencia mucha sangre y lágrimas del pueblo de Caracas.
Ha quedado, como se dice desautorizado por los hechos de una realidad como la que sucedió en pleno paro petrolero cuando llamó a no pagar impuestos.-
Con esta actitud, por ejemplo de llamar a un día de parada, que pareciera impensada, lo cual lo descalifica en su capacidad como gobernante, igual sucede con las pretensiones de cogerse el Nuevo Circo sin que le corresponda y mientras tanto pide diálogo un diálogo que como afirmó el Comandante ya se está dando con los productores, los campesinos, los ganaderos, los profesionales, los gremios, hasta con los buhoneros y los motorizados es decir con todo el mundo pero que nunca se dará con cúpulas, ni partidos que existen sólo en el papel, pero que no representan nada y cuyos intereses son meramente burocráticos.-
Además no deja de ser significativo que el Presidente que tenemos es el Jefe de Estado que más dialoga, el que más habla con su pueblo, el que en diez años supera en mucho a todos los presidentes de la IV juntos, solo por comparar a los más recientes, pero es que además los que gritan diálogo no han sido designados por nadie para poder ser interlocutores válidos, es por ello que lo mejor es que se pongan a trabajar a ver si algún día llegan a tener en sus manos el poder (Dios nos libre) y en el supuesto negado de que eso llegase a suceder veríamos a ver cual sería el diálogo que ellos impulsarían que no fuese el de plan, la persecución, las desapariciones forzosas, la represión, la cárcel y el exilio para quienes osaran oponérsele, es decidir una verdadera dictadura pero con el aval y la bendición del imperio
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