Revolución bajo Fuego

Burocracia en emergencia y servidores públicos eficientes. Samanes como arroz

HAY VARIAS FORMAS de abordar las críticas al gobierno revolucionario cuyo máximo líder ha dado vivos ejemplos de cómo hacerla. Sin miedo ni resquemores, con objetividad sana y constructiva. Dos ejemplos de hacer las críticas nos preocupa. Quienes las guardan para si y la silencian para “no hacerle daño a la revolución” y aquellos que la magnifican o la exageran. Ambas son muy negativas y no contribuyen en nada para que los problemas y dificultades puedan corregirse. He oído terribles y reaccionarias criticas a la gestión de Chávez por supuestos "sectores revolucionarios" que coinciden sospechosamente con “Globoterror” o las sesgadas opiniones de la oposición. Para ellos nada sirve, ven en los altos funcionarios una manada de corruptos y ladrones por todos lados. Nadie se salva. También están las veladas y abiertas críticas de los medios privados de comunicación que muestran un país supuestamente destrozado por todas partes, en permanente descomposición, totalmente despedazado por una supuesta ineficiencia gubernamental, la delincuencia magnificada --Estarían felices si a un joven venezolano se le ocurriera realizar una matanza colectiva tal como sucedió recientemente en Alemania, “donde un adolescente de 17 años atacó en su antigua escuela en Winenden (sur de Alemania). Con una ametralladora asesinó a nueve alumnos y tres profesores. Después acribilló a tres transeúntes” --,sin traer a sus molleras un pasado reciente que ya va para diez años en que el comandante consiguió un país, vía al despeñadero, totalmente quebrado, con una pobreza y miseria terrible que nos colocaba como un país sin esperanzas, ni salidas decentes. No hay que olvidarlo, el “desolvido”, (la perdida de la memoria) es una de las estrategia de la derecha oposicionista para que el pueblo no recuerde lo que fueron gestiones nefastas y terribles cuyo mayor saldo fue la desaparición y asesinato de los opositores a los gobiernos cuartarepúblicanos.

LA EXPERIENCIA PERSONAL vivida en la ONIDEX (Oficina Nacional de Identificación y Extranjería) es un ejemplo que no contradice para nada lo escrito anteriormente. Fue deprimente lo que me tocó vivir en las afueras de esa dependencia. Vi con mis propios ojos en las afueras de esa fea y horrorosa edificación donde van los venezolanos y extranjeros a realizar los trasmites para sacar sus documentos de identificación (cédulas de identidad, pasaportes, etc.) Percibí a los ciudadanos madrugar y dormir sobre cartones amontonados unos sobre otros para combatir la rigurosidad del frio en medio de la suciedad y la basura que contrastaba con el hermoso y magnifico Teatro Municipal de Caracas. Presencié a los eternos zamuros de siempre que se aprovechan de las dificultades ajenas para montar sus negocios (venta de trozos de cartón y las sillas plásticas que alquilan al módico precio de 1,50 Bs fuertes por un “ratico”). El mal trato de funcionarios que montan un toldo con obstáculos para ordenar las filas que trae mucho desorden por no entregar la información a tiempo. Ver todo esto descorazona y molesta. Esperaba entonces más dificultades, pero de pronto todo cambió al entrar propiamente a la dependencia. Sillas bien dispuestas en las diferentes oficinas y pisos, atención esmerada y trato amable que dan la esperanza de ver verdaderos servidores públicos y los más asombroso, la entrega de un pasaporte provisional que tardaba quince días fue entregado en seis horas a quienes viajamos de diferentes regiones (antes se entregaban en los estados y no había necesidad de viajar y lo costoso que resulta hacerlo). No enteramos de la designación de un nuevo Director General en la persona de Dante Rivas que mostró una conducta digna de elogio a través de una atención personal a los usuarios. Ojala no sea producto de unos primeros días. Sabias las palabras de una ciudadana: “Amigo, usted no tiene la menor idea de cómo funcionaba esto antes, un verdadero pandemónium, un autentico infierno. Unas son de cal y otras son de arena

LOS SAMANES han comenzado a florecer en la administración pública. Lo del arroz, la leche, el maíz o mejor dicho la arepa y la seguridad alimentaria está en manos de Eduardo y los que se ocupan de esos asuntos. Los especuladores y acaparadores de siempre están de luto. Se le acabó la manguagua. Los empresarios y comerciantes inescrupulosos y explotadores que juegan con el hambre del pueblo deben de poner las barbas en remojo. Vea usted, la popular arepa bajó de precio rápidamente. Los dueños de las areperas se colocaron a derecho. Ojala no sea sólo la gente que tiene que ver con los alimentos. Así es que se gobierna, Presidente, designando servidores públicos probos y eficaces.

Antoniofel@hotmail.com


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Antonio Fernández Lunardi


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