Cualquiera que intente en estos momentos comprar un carro, un apartamento, alquilar un inmueble o hasta el simple detallito de comer en un restaurante, se topa de frente con una realidad que ha crecido pasmosamente en los últimos meses: el costo de la vida que no está regulado, vacía con velocidad inescrupulosa los bolsillos de la gente común.
Intentar encontrar un apartamento en Caracas, bien para comprar o alquilar, implica caer en las redes tenebrosas de las mafias inmobiliarias que convierten en inaccesible un bien necesario. Los inmuebles que no encajan en las regulaciones, se rentan a precios tan altos que conducen fácilmente a la conclusión de que en este país la gente debe ganar sueldos altísimos. Todos sabemos que ésa no es la verdad pero, ¿cómo explicar entonces que por cualquier pisito disponible le pidan al necesitado varios miles de bolívares mensuales (millones de los de antes, que suena más dramático)? ¿Cuánto tiene que ganar entonces un empleado que no tuvo la fortuna de comprar a tiempo? ¿Qué hace la gente joven que quiera montar tienda aparte? Si a los carros vamos, probablemente los lectores sabrán que no hay disponibilidad en casi ningún concesionario, pero si usted entra en cualquiera de esas páginas de Internet que se ocupan de los mercados secundarios, encontrará la descarada reventa de automóviles con precios que superan casi el doble de su valor original. Los vehículos que salieron de las vitrinas bajo la excusa de que Cadivi suspendió las licencias de importación, están en la web costando unos cuantos miles más que hace un par de meses. ¿Cuál es la explicación de los automotrices? Que no tienen dólares.
En Colombia no hay control de cambio. Averigüemos cuánto cuesta cualquier carrito allá (a dólar libre) y cuánto nos piden acá por el mismo cacharro, con divisas reguladas. El descaro es absoluto.
Indepabis tendrá que meter su mano prontamente en ambos sectores. Sabemos que la prioridad es la vivienda para los sectores más necesitados.
Pero al ritmo que vamos, con la especulación en los mercados paralelos, la clase media va a sumarse pronto a las que están en la escala más baja de la pirámide.
Incluyamos también en este saco, lo que tiene que gastar mensualmente cada grupo familiar en medicamentos. Las escandalosas y permanentes alzas en medicinas que entran en la categoría de indispensables para la salud, claman por la intervención urgente de los organismos controladores.
Y para no dejar de lado el derecho que tiene cada ciudadano de darse el gustico de comer fuera de casa de vez en cuando, invito a cualquier autoridad a que vaya a almorzar con su pareja al Hato Grill y pida media punta a la parrilla con una ración de yuca (cuatro pedacitos), otra de tostones (tres tajadas escuálidas), dos bebidas con sabor a te, un par de tortas y verá que su cuenta supera holgada- mente los 300 bolívares.
Cada tostón cuesta 6 bolívares. ¿Cuántos tostones se sacan de un plátano? Estos ejemplos se repiten en casi todas partes.
Tener carro, techo, medicinas y hasta entretenimiento no son lujos burgueses. Los que se enriquecen están del otro lado, los de acá, padecemos.
Mlinar2004@yahoo.es