La economía capitalista está pasando por una etapa ciertamente crítica, es decir, la economía está enferma, los billetes verdes del Tío San, se echaron a pique. En ese paraíso terrenal, que nos vendieron como la maravilla del mundo, alguien se comió la manzana de Eva, razón por la que el Dios de la avaricia y de los usureros; léase los banqueros echaron el grito al cielo-:”Alguien se cogió nuestros billetes verde, ahora quién podrá ayudarnos”. Entonces en medio de truenos y relámpagos impregnado de oloroso azufre, hizo su aparición el padre putativo de la crisis sistémica de la economía gringa, y cuan sabio solicitó millones de millones de billetes verdes para entregárselos a los sufridos banqueros, para que éstos pudieran tornicar la hemorragia del circulante de verdes billetes que de sus cajas fuertes por obra y gracia de las tres divinas personas habían dejado esfumar.
Mientras tanto, los súbditos miraban con estupor como sus casas y demás bienes, producto del trabajo de toda su vida, nada tenía que ver, y menos aún quien les pudiera resolver o salvar de aquella debacle que les dejó en la calles latiéndoles a la luna y el sol.
Así es el capitalismo, lo importante es el capital y los capitalistas, el resto de los hombres y mujeres son asumidos como simples sujetos propicios para la explotación; cada quien vale por lo que tiene, y si cayeron en la bancarrota, son percibidos como simples cosas sin valor alguno y como tales, poco o ningún interés podrán tener los exprimidos que al no contar con riqueza material alguna, son considerados improductivos que intoxican la economía del capital.-
Sin embargo, el genio que se salió de la botella (léase el socialismo), por ahí anda maravillosamente dando ideas, de cómo salirse del laberinto del diablo y para ello propone la creación de una nueva arquitectura para el edificio de la nueva economía, donde en primer plano esté el hombre, sujeto y dueño de todas las cosas que han nacido y nacen del trabajo creativo y donde todos tengan la posibilidad de compartir y disfrutar la plusvalía colectiva producto de la fuerza intelectual o material del trabajo, igualmente colectivo de los hombres y no del capital, que al fin y al cabo es sudor igualmente de todos los hombres y no de unos en particular, como lo considera el capitalista que históricamente se ha apropiado del capital.
………………………
(*) Luchador Social.
macariosandoval@cantv.net