Cuentos guantanameros de la cripta

Bella en Guantánamo

 


Durante una semana lo mantuvieron dentro de la jaula de metro y medio cuadrado, a pleno sol. A la tortura física, sumaban la religiosa: los marines del US Army orinaban el Corán y lo lanzaban a sus pies de joven musulmán, martirizado en el trópico. Lo habían secuestrado en una calle de Pakistán, lo mantuvieron en prisiones secretas, en barcos y aviones, en bases de países amigos, aliados, defensores de la democracia y los derechos humanos.  Finalmente, lo lanzaron a una pocilga  de Guantánamo. Largos días lo mantenían en posiciones “stressantes”, como dicen ellos. Lo enterraban hasta la cabeza y lo sometían a la asfixia y al ahogamiento con bolsas plásticas o en la poceta. Esta mañana le mostraron a una bella muchacha, le dijeron que era Miss Universo, una chica venezolana de nombre Dayana. El joven secuestrado, desde sus torturas, la miró extraviado, pero ella, que lo tuvo enfrente, jura que nunca lo vio a él, extraviada también.

 

 Obama en Guantánamo

 


El nuevo presidente de los Estados Unidos está conmovido por las informaciones que le dieron de Guantánamo. Su secretaria de Estado, también lo está. El señor Obama y la señora Clinton, Barack & Hillary, como quien dice, están conmovidos. Las torturas que de ese lugar se relatan son inadmisibles para los Estados Unidos de América, cuna de Abraham Lincoln, cómo creen, y de Walt Whitman, cómo piensan. El nuevo Presidente, desde su horror, decidió cerrar la prisión de Guantánamo. La misión le llevará dos años. Los torturadores agradecieron su generosidad temporal, pero aseguran que les bastaba menos tiempo para cumplir con el deber que les asignó la patria inmarcesible de Marilyn Monroe y Bufalo Bill.

 

 Donald frente a Guantánamo

 


El magnate Donald Trump miró a través del vaso la punta de su pantufla azul, distorsionada por el ondulante oro del licor,  y recordó el día que compró la belleza universal y la sumó a sus activos. No andaba descaminado aquel poeta maldito y angelical que siglo y medio atrás había imprecado: Una noche senté la belleza sobre mis rodillas.- Y la encontré amarga.- Y la injurié.  Desde el yate que surcaba el Caribe, mister Trump miró la bahía de Guantánamo, ese pedazo de Cuba mordido al comunismo. Un día, se dijo, llevaré a sus playas a las niñas de mi organización y demostraré al mundo que uno ve lo que quiere ver, no importa lo que tenga frente a sus narices. Y además, puede imponer al mundo ver lo que tú quieres que vea. La Miss Universe Organization  lo hace posible. Quiero que en la bahía de Guantánamo, donde se nos acusa de tener un campo de concentración y torturas, la gente de buena voluntad vea algo divertido, interesantísimo, relajante y hermoso, con campos de detenidos en los que los visitantes puedan apreciar las celdas, las duchas, valorar cómo los presos se entretienen con películas, clases de arte, libros, todo muy interesante, una experiencia increíble que te provocará quedarte allí.    

 

     Así lo soñó el magnate y “así será”, le prometieron los “cerebros” de la Miss Universe Organization. Y así fue, letra a letra, según encantada confesión de una chica venezolana que tuvo esa experiencia transensorial. El marinero le acercó la bandeja al magnate que seguía mirando su pantufla, y sobre la bandeja, la copia de la versión digital de PlayBoy: “Se le cumple otro sueño a Donald Trump. Hace ver un paraíso en un campo de torturas”.  

 

  Sirenas en  Guantánamo

 

      Todas las chicas del concurso Miss Universo deben jurar solemnemente: “Nosotras, las mujeres jóvenes del universo, creemos que toda la gente del mundo busca la paz, la tolerancia y el entendimiento mutuo. Juramos difundir este mensaje de cualquier forma que podamos y a donde fuéramos”.

 

     La extraña traducción  no dice si se debe excluir del juramento a los secuestrados en  Guantánamo. O si las atroces torturas a las que son sometidos los hace invisibles a los ojos de las bellas chicas extasiadas en  la bahía, encantadas sirenas que con sus cánticos encantan el horror.



earlejh@hotmail.com

 



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Earle Herrera

Profesor de Comunicación Social en la UCV y diputado a la Asamblea Nacional por el PSUV. Destacado como cuentista y poeta. Galardonado en cuatro ocasiones con el Premio Nacional de Periodismo, así como el Premio Municipal de Literatura del Distrito Federal (mención Poesía) y el Premio Conac de Narrativa. Conductor del programa de TV "El Kisoco Veráz".

 earlejh@hotmail.com

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