Decidido y conforme por fin me atrevo a terminar mis vacaciones a partir del último agradable chapuzón que dispenso a la regadera de mi baño. Sin reparos ni complejos ante cualquier abarrotado balneario este cotidiano y familiar recinto ha logrado con gran turismo y hospitalidad combatir el calor inclemente que ha hecho en toda la Semana Mayor.
Con menos que secarlo sin mucho esfuerzo he logrado pagar sin arrepentimientos la tarifa de mis solicitados servicios. Ahora sin más que la fortuna que da el tener una autopista vacía recorro la sala y la mala cara de mi hija, aburridamente repasando en el televisor sus clases de religión, para por fin llegar de pantuflas hasta mi PC y relatar mi reciente y particular encuentro con Perucho, mi amigo de la Policía de Maracaibo.
Mucho tiempo hacía que no lo veía. A pesar del sol y de los desesperados apuros de los carros, augusto e imponente se le hallaba en plena vía dirigiendo la impaciencia de quienes cansados no veían la hora de por fin llegar. La conversación fue corta y comenzó de buen ánimo. Sin ser chavista se encontraba alegre y comprometido con las cifras que el Ministro de Interior y Justicia había dado solo hacía unos pocos momentos. “Por lo menos de algo ha valido todos estos plantones que he tenido”.
Solo con decirle que desde enero Manuel Rosales me había suspendido el sueldo en la Alcaldía de Maracaibo, bastó para que con manifiesta ironía saludara mi supuesta buena suerte, “al menos te han evitado los vejámenes y la persecución. Lo que están haciendo, sobre todo con esos 300 muchachos recién graduados de bomberos no tiene nombre…”
“Apuesto que te han pedido la renuncia “voluntaria” para pagarte, tampoco así te dan seguridad cuándo… pensar que algunos compañeros aceptaron, después de nuestra huelguita, con boleta en mano ayudarlo… levantando multas a diestra y siniestra, días antes de las elecciones… ahora, que más remedio, tenemos que calárnosla…”
“Quién sabe a esta hora dónde estará… muy jodido no debe estar… quién con plata está jodido… con su buen vaso de buen wiskicito en la mano y en una buena playita, así a quién se le puede creer que anda escondiéndose… ni debe estar acordándose de que existe una Alcaldía de Maracaibo… mucho menos de nosotros… Por lo menos antes nos trataban como Policías… ya me ves… ahora y que por que soy un chavista camuflado me han regresado al “pito” y a los plantones en medio sol… ya ni siquiera respetan las charreteras… ahora cualquier de la (Policía) Regional nos comanda… y sin poder decir nada, sino en seguida te amenazan diciendo que el asfalto está muy caliente…”
Con cierto remordimiento, después de haberle amargado el “Plantón”, lo dejé secándose el sudor, “haciendo más señales que un fiscal de tránsito”.
Para rematar se había agotado el “Últimas Noticias” en el kiosco de la esquina.