Albis Muñoz, presidenta de Fedecámaras, y Manuel Cova, de la Confederación de Trabajadores de Venezuela, convocarán a un firmazo para introducir un proyecto de ley que restablezca la esclavitud en Venezuela. Esta fue la contribución de ambas organizaciones al sesquicentenario de la abolición de la esclavitud, que se cumple hoy 24 de marzo, por lo cual convocaron a un luto activo.
Declararon que la libertad de los esclavos fue un duro golpe a la inversión, pues ha desestimulado a los empresarios desde entonces hasta ahora, lo cual explica nuestro bajo nivel de desarrollo. «Si un empresario compra una hacienda con esclavos dentro, se sentirá extraordinariamente estimulado».
Manuel Cova se mostró dispuesto a volver a la esclavitud de sus ancestros para asociarse a la prosperidad que traerá la servidumbre. «La mejor política social es una buena política económica y la esclavitud es el mejor estímulo. Lloverán las inversiones extranjeras».
Cova fue largamente aplaudido por una asamblea de pujantes y rozagantes empresarios. Añadió que esto era un paso más hacia la bonanza, iniciado cuando la CTV negoció la abolición de las prestaciones de los trabajadores, apoyados por Teodoro, quien se mostró de nuevo entusiasmado y reclamó que le entregaran de una vez sus esclavos. Un alcalde prófugo pidió lo mismo pero Muñoz le explicó que había que dar algunos pasos primero. El alcalde se retiró indignado y amenazó con un guarimbazo.
Pompeyo Márquez, por su parte, llevó sus propias cadenas para no causar molestias cuando le entregaran sus siervos. «Los primeros interesados son los afrodescendientes», dijo el ex comunista, «pues sus ancestros gozaban de la seguridad social que les garantizaban sus amos, quienes los alimentaban y alojaban gratuitamente y con mucho cariño».
Petkoff objetó la gratuidad y declaró a los reporteros de CNN que solo «el libre mercado garantiza el progreso. ¡Que cada esclavo pague su papa!», exclamó Teo con su singular sentido del humor. Algunos asistentes se mostraron intimidados por Teo, quien blandía una pistola 9 mm. Pero él insistió en que se trataba de una rosa. El público le creyó y le dio vivas de pie. Teodoro se retiró llamando insistentemente: «¡Juan Vicente! ¡Ah, Juan Vicente!».
«¡Guarimba! ¡Guarimba!», gritaron los empresarios anticipándose a que el CNE invalide las firmas planas de esta solicitud. Dijeron que habrá guarimbazo si no se aprueba inmediatamente esta novedosa ley.
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