Confesiones ante el llanto de un niño de 8 años que llora porque no quiere morir de la gripe porcina:

¡¡Paren el mundo!!

En los últimos 50 años han desaparecido más del 60 % de los bosques, el clima es el síntoma espacial de un gran desorden, hay algo que anda mal.. En India, se suspendieron las clases, adelantando las vacaciones escolares porque las altas temperaturas que suben a mas de 42 grados ya han provocado la muerte a unos 60 habitantes. México prohíbe abrir restaurantes y colegios, creo que ni hasta una marcha por el día Internacional del Trabajador se pudo hacer, la BBC replica cartas amenazantes escritas en el diario alemán “Berliner Tagerblat” despotricando contra la Argentina y anunciando que su presidente Cristina pronto será derrocada, otra donde demarcan las 350 millas náuticas de las Malvinas para apoderarse de todas las riquezas que en ella existen, en un empeño imperial inagotable del poder inglés: cartas que siembran los odios y perpetúan las guerras sin final, que transitan el camino a la autodestrucción signado por la adicción a la riqueza y al poder. Ayer vi al hijo de un amigo llorar por miedo a morir por la nueva gripe. Algo anda mal.

Si fuese que la galaxia tuviese talleres donde llevar el planeta a reparar, o tan sólo que otras especies evolucionadas pudieran ayudarnos a sobrevivir. Mi angustia es creciente cuando cada día veo el camino del odio que avanza. Yo recuerdo en mi infancia, que coincidió con la crisis de los cohetes en Cuba, cómo detrás de mi silencio, temblaba yo despavorido al escuchar cualquier explosión, pues pensaba que empezaba la guerra nuclear. Así, pude entender las lágrimas de este joven de 8 años que nos pedía que no quisiera morir con la gripe porcina. Así entiendo y asumo el dolor de los familiares de aquellos que mueren de calor en India o de cada uno de los 16.000 niños que mueren cada día de hambre, de los 6.000 seres que mueren al día de HIV , los 8.000 que mueren por malaria y los que mató la nueva bomba que arrojaron ésta mañana en Gaza, y los miles que mueren por la delincuencia, por los polos que se mueren también de calor, por los peces intoxicados por nuestros desechos, por el hueco de ozono, y por los muertos de la nueva epidemia.

Cuando fui joven, yo mismo escribí con la histeria de un atomizador, en alguna pared de Caracas, aquella consigna del mayo frances: ¡Paren el mundo, que me quiero bajar!, con mis cabellos largos soñé con comunas, con flores, con una vida que volviera a lo natural, junto a mi generación pedíamos tan sólo un chance a la paz.

Hugo Chávez Frías, sería alguno de los soldados en aquellos cuarteles donde los miembros de Poder Joven, fuimos a llevar la palabra de Bolívar en un una réplica de la Campaña Admirable de Bolívar, en aquellos años 60. Para encontrarlo de nuevo en el camino, al frente de esta lucha donde todo esta en juego. No es sólo Venezuela, ni tan siquiera es la América que despierta lo que jugamos, es el mundo, la vida que se nos escapa entre las manos. El futuro, el mañana. Es el miedo en los ojos de este niño, Sebastian, de 8 años apenas, su angustia inocente ante el miedo a la muerte lo que me moja con su llanto el alma un día después del día del trabajador.

Un solo trabajo es preciso, indispensable. El trabajo de hacer la revolución. Trabajadores del mundo nuevo debemos ser todos en éste día y todos los días.

Escuché una vez a Chávez diciendo que mi especie era el cáncer del planeta, bueno no lo decía el, sino que lo citaba, que alguien lo decía y que cada vez destruiríamos más cosas para al final terminar muriéndonos con todo. Entendí que mi Comandante sabe su misión, sabe que de crear la conciencia, de trabajar y trabajar para que nos tornemos en el hombre nuevo, necesario, será la única forma de superar este abismo y salir de la prehistoria, como lo llamo Marx y él y yo.

Este es mi mensaje para aquellos que todavía, hasta el primero de Mayo, creyeron que trabajador es el obrero, con ropas roídas y de a pie, sin bienes materiales y lleno de grasa, de sucio de fabricas. Esa es la hermosa clase obrera, el proletariado. Pero en socialismo todos debemos ser trabajadores, obreros de la revolución.

Trabajadores somos todos los que con los ojos llenos de espanto entendemos que hay que intervenir con decisión en la trayectoria que lleva el planeta hacia su propia destrucción. Asumir es una palabra difícil de asumir, valga la redundancia. No es tiempo de andar tras los ególatras protagonismos, no es tiempo tampoco de dejar que las cosas las hagan los demás, no es tiempo de perdernos en espejismos, ni en ambiciones individualistas. Es el tiempo de la lucha más feroz que hasta esta fecha la humanidad entera deba de asumir. Uno a uno de nosotros, uno a uno haciendo con un todo cardinal, desde donde empiece la nueva historia, universal y planetaria, donde paremos el mundo, para empezarlo a reparar, a sembrarlo de esperanzas, a liberarlo de payasos vestidos de magnates o políticos del caos, a liberarlo del imperio del capital y a pintarlo de nuevo con colores de amor y de bondad, para eliminar el dolor, el hambre, el comercio, el egoísmo, las guerras, las miserias, la ignorancia, la soledad destructiva del dinero convertido en capital y aprender a amarlo como un planeta vivo y parte de la fuerza suprema de la naturaleza y universal.

Bastará que se seque el último río,

Que se muera el último árbol,

Que muera el último pez, el último animal,

y que ya el aire no se pueda respirar,

Para que nos demos cuenta de

Que el dinero, no se puede comer.

Paren el mundo que lo vamos a arreglar.



(*)Fundación HombreNuevo

brachoraul@gmail.com





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Raúl Bracho(*)


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