Dado que el crecimiento de los salarios nunca corresponde al crecimiento de la productividad del trabajo y de la capacidad productiva en general, se abre una brecha cada vez más grande entre las necesidades inmensamente ampliadas ('artificiales') generadas por la creciente productividad del trabajo, y la posibilidad de que los trabajadores puedan satisfacerlas con los salarios que devengan. Es en este contexto que la economía política marxista habla de la pauperización relativa de la clase trabajadora. Sin embargo, existe una parte de la población en la sociedad capitalista que ha sido expulsada del proceso de producción por la misma lógica capitalista y que sufre, en su condición de desempleados permanentes, ancianos, veteranos de guerra, minusválidos, enfermos, etc., una pauperización absoluta.
Leyes de desarrollo del capitalismo
La economía política marxista nos señala que debido a las peculiaridades del funcionamiento de la economía capitalista, esta se desenvuelve en su dinámica según determinadas 'leyes' de movimiento o desarrollo. Estas leyes de movimiento son la concentración y centralización del capital, la progresiva proletarización de la población trabajadora, el crecimiento de la composición orgánica del capital, la caída tendencial de la tasa promedia de ganancia y la socialización objetiva de la producción
En cuanto a la concentración y centralización del capital, destaca que la competencia conduce a que solamente las más grandes de las empresas competidoras sobrevivan, esto es, las que dispongan de la mayor cantidad de capital, de tecnología de punta, etc. Las grandes empresas devoran a las pequeñas y el tamaño promedio de las grandes empresas crece continuamente, lo que equivale a la concentración del capital. Aquellas empresas que han sido destruidas por sus competidores a menudos desaparecen en la fusión hostil con estos, lo que corresponde con la centralización del capital. La concentración y centralización del capital significa, al mismo tiempo, la reducción, en cantidad, de las empresas de la pequeña y mediana industria o la desaparición progresiva de los 'pequeños1 propietarios de capital. Esto significa a su vez que aquella parte de la población que está obligada de vender su fuerza de trabajo para poder sobrevivir, crece constantemente. Independientemente de que los salarios sean magros o abundantes, nunca dejan de tener la sola función de satisfacer las necesidades diarias y a lo mejor cubrir algunos bienes de consumo duraderos de los asalariados. Los salarios nunca permitirán al trabajador acumular una fortuna, ni mucho menos fundar una empresa que sea competitiva en el mercado capitalista global. En este contexto la economía política marxista habla de la proletarización progresiva de la población trabajadora.
En cuanto a la tercera ley de movimiento, el crecimiento de la composición orgánica del capital, cabe recordar que el capital está compuesto de dos partes, el capital constante (invertido en forma de máquinas, edificios, materias primas, etc.) cuyo valor permanece constante dentro del proceso de producción y está siendo conservado por la fuerza de trabajo, que transfiere una parte del mismo al valor del producto final. La otra parte es el capital variable o la fuerza de trabajo viva, humana.
La relación entre el capital constante y el capital variable es de doble carácter: consiste, por un lado, en una relación técnica en cuanto que las máquinas necesitan procesar materias primas y tienen que ser operadas por trabajadores. Por otro lado, tiene carácter de una relación de valor referente a la cantidad necesaria de trabajadores para operar una determinada cantidad de máquinas, etc. Esta relación de doble carácter se llama la composición orgánica del capital. Ahora bien, sucede, que con el desarrollo del capitalismo industrial la composición orgánica del capital tiende a 'crecer', quiere decir, el capital constante - máquinas, edificios, materia prima - crece relativo a la parte variable, que es la fuerza de trabajo viva. Es así como el 'trabajo muerto' - la máquina - sustituye al trabajo vivo, y con ello la única fuente de la plusvalía, ya que solo el capital variable o la fuerza de trabajo viva, humana, genera ganancia mediante el plus trabajo.
El resultado de la creciente composición orgánica del capital es la caída tendencia de la tasa promedia de ganancia. La ganancia tiene la tendencia de caer en relación a la masa total del capital, ya que sólo el capital variable produce plusvalía, aunque hay que señalar que existen tendencias contrarias que reviertan o suavizan temporalmente la caída tendencial de la tasa promedia de ganancia, como por ejemplo la explotación intensificada de los trabajadores por los métodos anteriormente mencionados.
Finalmente, la economía política marxista considera como lado potencialmente positivo de la acumulación del capital, la socialización objetiva de la producción, lo que quiere decir que por primera vez en la historia humana existe efectivamente una infraestructura económica y tecnológica entrelazada a escala mundial, que puede servir a la humanidad como fundamento de una posible, futura sociedad socialista basada en ¡a cooperación, en la solidaridad y la planificación consciente de la producción a escala mundial.
Las contradicciones internas más resaltantes del modo de producción capitalista son, primero, la organización cada vez más planificada y consciente de la producción dentro de las empresas capitalistas particulares, frente a la anarquía de la producción capitalista en general; segundo, la socialización objetiva de la producción frente a la propiedad privada de los medios sociales de producción y la apropiación privada de la ganancia producida; tercero, la constante ampliación de las fuerzas de producción frente a la limitación salarial y del consumo de las grandes masas laborales; cuarto, el potencial liberador del progreso de la ciencia y tecnología frente a su transformación en fuerzas destructivas en forma de tecnología bélica al servicio de la acumulación del capital y quinto, las crisis recurrentes y luchas de clases inevitables que socavan las condiciones de una acumulación 'normal' o 'pacífica' del capital.
Crisis periódicas de sobreproducción
Quizás el fenómeno más perverso que se da de una manera inevitable en el modo de producción capitalista es el de las crisis periódicas de sobreproducción. Las crisis en el pasado, en las sociedades precapitalistas, solían ser interrupciones de la producción social por razones de escasez causada por catástrofes naturales o sociales como cosechas insuficientes, epidemias, enfermedades, guerras, etc.
En la sociedad capitalista las crisis o interrupciones de la producción social se dan por razones de abundancia o sobreproducción cuando las mercancías no encuentran quienes las compren. Entre las causas de las crisis periódicas de sobreproducción en el capitalismo figuran, el desarrollo principalmente ilimitado de las fuerzas productivas frente a un poder de compra principalmente ilimitado de la masa de consumidores; la caída de la tasa de ganancia y la anarquía de la producción capitalista en general. Las crisis de sobreproducción conducen a una especie de reacción en cadena en la que a la caída de precios le sigue la bancarrota de empresas, la pérdida de valor del capital y el desempleo. Perversamente, las crisis económicas en el capitalismo que acarrean desempleo y miseria y que desvelan de un solo golpe la inmensa cantidad de trabajo o producción social desperdiciada, tienen una función de 'ajuste' que se efectúa sobre las ruinas y miserias: la misma depresión en la que el 'ejército de reserva industrial' engrosa sus filas por millones de personas que han perdido su trabajo, es aprovechada por el capital para explotar al máximo a la fuerza de trabajo, lo que conduce a un nuevo auge de la tasa de ganancia y de la acumulación del capital.
El movimiento cíclico de la producción capitalista con sus etapas consecutivas: recuperación, auge, alta coyuntura, crisis, depresión, constituye una característica singular del modo de producción capitalista; ningún otro modo de producción en la historia humana la ha conocido. Sin embargo, hay un elemento positivo en relación a las crisis económicas en el capitalismo: pueden conducir, y efectivamente conducen, una y otra vez, a unas crisis socio/es y políticas de proporciones explosivas, ya que demuestran la inviabilidad y lo absurdo del sistema capitalista y, con ello, la necesidad imperativa de su pronta superación.