Hay operadores políticos disfrazados de periodistas, no tenemos la menor duda, sin embargo, no es tan fácil precisar cuáles de ellas y ellos, empleados de la prensa, la radio y la televisión son realmente concientes del trabajo que hacen, y para quién lo hacen.
Aunque siempre vivimos en una lucha de clases, hay momentos como el que estamos viviendo ahora en el cual la lucha se agudiza. Durante la cuarta república esta lucha se expresaba en las huelgas reivindicativas, torturas, asesinato de estudiantes y de trabajadores guerrilleros. Ahora, durante la transición al socialismo, se expresa en la ocupación de fábricas cerradas o fábricas ineficientes, en la ocupación de tierras ociosas, en el asesinato de trabajadores campesinos —van más de 200—, y en algo muy peligroso, la lucha de clases evolucionó a la forma de un bombardeo mediático que mantiene a la población en estado de ansiedad y alerta permanente, que ya ocasionó un problema de salud pública.
Los responsables visibles de esta pandemia psicológica son los operadores políticos, que durante las 24 horas del día y la noche disparan mensajes como balas a la psique de las trabajadoras y trabajadores que somos el 99% de los venezolanos.
Los operadores políticos no pertenecen a la burguesía, sino a la clase trabajadora. De modo que no tienen conciencia de clase trabajadora. De hecho, creen que al defender la clase capitalista están defendiendo sus propios intereses.
Ahora bien, de los operadores políticos, la minoría sí sabe qué es una lucha de clases, pero la mayoría no lo saben.
La mayoría de estos personajes interpreta la realidad actual como un gobierno de turno y no como una revolución. No saben que estamos en una lucha de clases que se agudiza cada día que pasa, y que con el apoyo logístico y financiero del pentágono, pudiera estallar en una guerra civil donde se enfrentarían trabajadores revolucionarios contra trabajadores serviles de los ricos. Tampoco saben que los ricos verían la guerra por la televisión desde sus mansiones en Miami como ver un simple juego de fútbol.
En cambio, la minoría de estos operadores políticos, que aunque tampoco tienen conciencia de clase, porque no sabe a cuál clase pertenece, al menos sí saben qué es una lucha de clases y sí saben que estamos en una lucha de clases, y también saben que están ocultando esta lucha de clases con la fachada de un “gobierno de turno” para confundir a la clase trabajadora.
La burguesía y sus operadores más leídos siempre han ocultado la lucha de clases transformándolas en guerras nacionalistas, religiosas, o étnicas. Incluso llegan a tergiversar hasta la misma revolución burguesa que ellos emprendieron hace unos 200 años con tal de no perder el poder. Trastocan la lucha de clases en la que ellos participaron, y ganaron, y que por tal razón ahora son los dueños del mundo. La tergiversan para que los trabajadores no sepan cómo le arrebataron el poder a la nobleza y al clero, y para que no sepan cómo muere una sociedad y nace otra.
Actualmente en Venezuela, la burguesía transforma la lucha de clases en una vulgar contienda política donde se discute sobre corrupción, delincuencia común, y aseo urbano, y se atemoriza a la población con una supuesta dictadura, y una supuesta escasez. Unas veces le dicen dictador al comandante, y cuando no les funciona esta técnica de manipulación, le dicen presidente de turno.
Chávez no es un dictador ni un presidente de turno. Chávez es el líder de la lucha de clases, quiéranlo o no. A pesar de que el comandante es un trabajador del ejército y no un trabajador industrial realmente subsumido en el capital, Chávez es el líder máximo de los trabajadores, y son los trabajadores los que eligen al líder que necesitan para dirigir el movimiento de liberación, hasta que tengamos otro líder histórico, o muchos líderes trabajadores, o un pueblo organizado que reúna todas las cualidades necesarias para transformar esta sociedad inhumana.
Otra técnica de manipulación mediática es atribuirle al socialismo los defectos propios del capitalismo. Cuando hablan de dictadura y escasez, están retratando exactamente al capitalismo. De hecho, la sociedad capitalista, burguesa, es una dictadura económica y militar donde se mueren de hambre 6 millones de niñas y niños al año por culpa del hambre y la desnutrición.[1] Es una dictadura donde las niñas y niños del hermano pueblo de Haití, se ven obligados a comer galletas de tierra con aceite y sal, mientras los reprimen tropas extranjeras para que no se liberen de las fuerzas del capital.[2] Una dictadura que aumentó la desigualdad entre ricos y pobres, al tal magnitud que, según los estudios del PNUD, al inicio de la Revolución Industrial, la proporción de ingresos de los 10 países más ricos con respecto a los 10 más pobres era de 3 a 1, mientras en el año 2000 la relación era de 47 a 1.[3]
Ya basta. Los capitalistas estorban, ya no producen. O mejor dicho, producen carros en lugar de producir viviendas. Producen perfumes en lugar de leche. Mujeres y hombres quieren trabajar, crear, y las leyes del mercado no se lo permiten. Tanto la propiedad privada de los medios de producción como las fronteras, están frenando el desarrollo.
Pero bueno, no nos lamentemos más. El socialismo es una necesidad histórica de la mayoría, y punto. Los operadores políticos disfrazados de periodistas tienen una moral, y nosotros tenemos otra. La moral no es universal ni eterna, es histórica. A ellos les enseñaron la moral burguesa como herramienta de trabajo y nosotros concientizamos la moral proletaria como herramienta de lucha y supervivencia. Cada quién lucha con una moral de clase producto de la confrontación entre las dos clases sociales antagónicas —capitalistas y trabajadores— que tienen más de 150 años enfrentadas, dentro de unos 10.000 años que tiene la lucha de clases. ¿o es que vamos a observar la moral del apóstol Pedro, o la moral de los que tergiversaron el mensaje de Pedro: “Sirvientes, sométanse con todo respeto a sus amos, no solamente a los buenos y comprensivos sino también a los malos”? [4] ¡Que desgracia! Y esta vaina la están enseñando todos los días predicadoras y predicadores por las calles de Caracas.
Camaradas, lo que tenemos que evaluar es cuándo podemos permitirnos luchar con una moral complaciente y conformista, y cuando tenemos que luchar con una moral de clase. Lo digo porque a lo largo de esta larga lucha de más de 150 años hemos cometidos muchos errores. En varias ocasiones, cuando los revolucionarios sometemos a juicio a los prisioneros de guerra, la burguesía tortura y asesina a los revolucionarios que caen presos. Cuando los revolucionarios hemos subordinado la guerra a la política, la burguesía siempre ha subordinado la política a la guerra. Cuando nosotros apelamos a la verdad, ellos emplean al engaño. Cuando nosotros nos esmeramos por respetar las leyes —tanto las que heredamos de ellos, como las propias de la transición—, la burguesía se caga en ellas.
Compañeras y compañeros de clase, tenemos que reconocer que los operadores políticos hacen bien su trabajo. Ellas y ellos han logrado a través de la prensa, la radio y la televisión, confundir y entrenar a 5 millones de trabajadores que son orientados o movilizados para defender los intereses de los ricos, de la misma manera como los amos adiestran a sus perros para defender sus mansiones.
En respuesta a esta situación, nosotros tenemos que hacer una ofensiva mediática mejor que ellos. Todavía hay muchos chavistas que no están vacunados contra la manipulación y el terrorismo mediático. Muchos de los nuestros pueden ser engañados y reclutados para el ejército burgués.
No olvidemos que el arte de la guerra es el engaño y el espionaje.
[1] http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/international/newsid_4460000/4460300.stm
[2] http://www.aporrea.org/imprime/a55953.html
[3] http://www.un.org/spanish/News/fullstorynews.asp?NewsID=8140
[4] 1 Pedro 2:18
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