Cierto que Latinoamérica está
abriendo caminos y que el voto se convirtió en arma poderosa en manos
de los pueblos. No fue así para Bolívar, Martí, Ortega, Miranda,
Sucre y otros tantos, no, ellos se lo abrieron con espadas. No
fue así para el Ché, para Fidel, para Sandino, para Farabundo Martí
ni los tupamaros, ellos se lo abrieron con disparos. Aquí primero
se gana y después se inventan las canciones, aquí primero se gana
y luego se crean los partidos, aquí hay muchas cosas diferentes pero
hay pueblo, hay calle, hay sueños que cuidar y futuros que tomar por
asalto.
Renacen de sus tumbas viejos
cantantes, se repiten sus canciones legendarias, “poesía necesaria
como el pan de cada día, para ser, y en tanto somos, dar un si que
glorifica.”
De la lucha clandestina, de
las guerrillas, de las boinas, nació siempre una carga de poesía,
una emoción constante que se agigantaba o que era masacrada, pero se
nos metía en el fondo del alma y se contagiaba y crecía incesante
ante el enemigo, se cantaba, se declamaba, se traspasaba entre miradas,
entre secretos. Era inconteniblemente ardorosa y temida. La piel entera
se inflamaba con la rabia de los pobres, con el presagio de un futuro
nuevo, con el canto a la ilusión y a la esperanza. Hoy, cambiamos de
armas, cambiamos la metralla y las espadas por las urnas y escrutinios,
es el camino, pero estar alertas se hace indispensable, siempre se me
viene a la memoria una frase que nunca pude comprobar que Marx la dijera
y jamás la he leído entre sus libros pero que lleva su fragancia:
“la lucha mas temible es contra la fuerza de la costumbre”.
“Indio hermano tu me has
enseñado a resistir cruel opresión, no cambiare, mi destino es resistir
esta civilización de dolor y de crueldad. Debo dejar la pipa y el sillón,
la madre vive hasta que muere el sol y hay que quemar el cielo si es
preciso por vivir. La era esta pariendo un corazón”.
La peña de los Parra, Víctor
Jara, Pablo Milanes, Carlos Puebla, Ali Primera. Los afiches, las boinas,
las estrellas, el gallo rojo, la rabia en las venas, los gases lacrimógenos,
los atomizadores rayando de reclamos las paredes, las banderas; toda
una cultura revolucionara llenó los corazones en los años sesenta,
setenta y ochenta.
Cierto que Latinoamérica esta
abriendo caminos y que el voto se convirtió en arma, pero quien sabrá
adonde se quedaron las guitarras, las canciones, los poetas. La lucha
mas temible es contra la fuerza de la costumbre, esa vieja costumbre
burguesa de que el pueblo solo existe cuando se requiere su presencia
electorera, esa vieja costumbre de promesas incumplidas, de visitas
con afiches y megáfonos que de esfuma de inmediato luego de los escrutinios,
esas viejas costumbres serán enterradas si no erramos la marcha, si
buscamos las guitarras y cantamos siempre, si escribimos y leemos a
nuestros poetas, si hacemos elecciones cada día en el fondo común
de nuestras conciencias. ¡Que se llame a todos los portan las cuerdas
y las gargantas y se le ponga a cantar incontenibles para llenar de
sueños la memoria!.
Solo aparecen cuando hay elecciones,
solo se escuchan cuando hay elecciones, solo se cantan cuando hay elecciones.
La era esta pariendo un corazón, que importante es tener la melodía
de la esperanza entre los labios, que poderosos son los versos y los
afiches, que necesaria la poesía en toda Nuestramerica: “y hay que
acudir corriendo pues se cae…el porvenir”.