Aun en la actual crisis económica -que de paso para mi no tiene nada de casual- , la intención de tomar el poder global por parte de las elites que controlan los estados poderosos militarmente, continua de manera permanente. Para ello, los estados usados como base de ataque (USA, Israel, algunas de Europa), son fortalecidos en sus competencias y hasta se permiten legislar para imponer leyes internas, con carácter supra nacionales.
En las naciones productoras de materia prima, y que desgraciadamente se han – o las han- resignado a eso: solo vender materia prima bruta sin ningún procesamiento extra que genere mayor margen de ganancias, que impulse un sistema educativo para la especialización de mano de obra interna y aumento del caudal de empleos etc. En esas naciones, el papel del estado rector y regulador de las relaciones sociales, que garantice la mayor y mejor distribución de las riquezas e igualdades entre sus habitantes, se ve atacado por una jauría de intereses transnacionales cuya mate es desintegrar las facultades jurídicas de ese estado, para privatizar todo lo que le compete y ceder así la soberanía nacional a las empresas transnacionales que compren esos poderes o facultades detrás de cualquier servicio prestado y privatizado –agua, electricidad, aseo, salud etc.- ya ha habido experiencias por ejemplo, en Argentina y Bolivia – solo por nombrar dos- y las consecuencias han sido terribles para los pueblos; afortunadamente se revirtieron.
Veamos el cerco al que se somete al estado Venezolano, usando el vehículo de los medios de comunicación: Una de las principales responsabilidades del estado es velar por la salud y la educación de los ciudadanos. Esto es que son derechos humanos fundamentales o de primera generación. Desde el año 1999 en Venezuela, esta máxima se desecha. Empieza una campaña de debilitamiento por un lado, mediante ataques premeditados a las garantías de la información veraz y oportuna, que son constitucionales y por las cuales el estado debe velar. Pues a cada intento del estado por hacer respetar esos derechos, le corresponde una andanada internacional de los medios cómplices y de los gobiernos que los tutelan, para que la impunidad de los agresores se mantenga y el debilitamiento del estado para imponer justicia se debilite.
Mientras el estado se mantuvo en manos de la reacción derechista anti popular, no fue necesario atacarlo tan brutalmente. Todo lo contrario. Ese estado fue utilizado como instrumento de sometimiento y represión de las luchas reivindicativas de los pueblos oprimidos; son largas las listas de las injusticias, las persecuciones, las represiones, las torturas, los desaparecidos y los asesinatos, que sucedieron en la Venezuela controlada por los gobiernos al servicio de los intereses Norteamericanos. Todavía casi 50 años después están apareciendo tumbas clandestinas de desparecidos de los gobiernos de Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Rafael Caldera , Carlos A Pérez. Todavía se investigan las masacres en masas en los regímenes de Luis Herrera Campins, Jaime Lusinchi y del otro gobierno de Carlos A Pérez. Todavía sufrimos las consecuencias de la penetración y entrega del país al narcotráfico, estamos sintiendo los efectos de la complicidad con los regímenes colombianos al servicio del paramilitarismo, la siembra, preparación , distribución y venta de drogas, bajo la egida de los Estados Unidos de Norteamérica.
javiermonagasmaita@yahoo.es