En quinta "Cerradura", Perla fue piedra de tranca

La “Perla” de Zuloaga y la dictadura de Chávez

Supongo, por razones de buen gusto y pulcritud, que el señor a quien se menciona como propietario de la “Quinta Cerradura”, nombre que al parecer es coherente con lo que a allí llevó a la policía, presunto acaparamiento de carros, nada tiene que ver con Luis “Mono” Zuloaga, aquel formidable pitcher venezolano, que si alguna vez acaparó algo, fue el fervor y admiración de sus compatriotas por sus hazañas beisbolísticas. Pero si con los otros, que no han dominado en los campos del béisbol, pero forman parte de los “Amos del Valle”.

No creo que la “Perla”, que se presentó como representante legal o abogada de los propietarios, circunstancia que alegó con insistencia, sin mostrar prueba de ello, sino su sola presencia e inocultable altanería, pero negó rotundamente el derecho a VTV a informar, tenga algo de las perlas margariteñas, sobre todo aquellas de Cubagua; no es concebible. Siendo justo, uno podría decir que la visión que la cámara mostró fue contradictoria. Hasta donde se pudo ver, tiene un rostro bello, pero el lente le captó un gesticular prepotente, desagradable y violento. Su hablar gritón y vulgar, pareciera negar lo que la cara muestra. Quizás sin duda alguna hasta bella por fuera sea, uno no debe ocultar, sin motivo noble, lo que ve u oye.

En mi pueblo, algunas damas de utilería, solían decir inadecuadamente, de una chama que mostrase esa indecorosa conducta, que parecía “una vendedora de pescado”. Aunque ante estas, entre quienes tuve montones de amigas en mi pueblo pesquero, habría que quitarse el sombrero e incansablemente pedirles excusas. Pese a que, la abogada no es vendedora de pescado, sino “Perla” o cuidadora de carros muy costosos y dudosos, aquellas a quienes veo con frecuencia, son sutiles, hermosas, agraciadas y muy limpias. Respetan a la gente y sobre todo se respetan así mismas. Jamás aceptarían que alguien les pusiese, a cambio de tres lochas, a representar papel tan vil, escandaloso, de mal gusto y nada claro. Para eso trabajan desde las primeras horas de la mañana y en una tarea cristalina que muchos y muchas desdeñan. Pero hay damas que prefieren las perlas, vengan de donde vengan, sin importar los favores a cambio.

Hay algo más que mostró el video; dos cosas que se deben tratar con interés por razones de fondo y pedagogía.

Si ese allanamiento, con orden judicial, para cubrir los extremos, se hubiese producido en un área de pobres, en una humilde casa, un rancho y hasta en una quinta de clase media, de banda de abajo, e investigándose un asunto de menor envergadura, el jefe policial no se hubiese dejado acorralar y menos que “Perla” alguna, intensase obstruirle su tarea. Y no podía ni debía permitirlo porque las leyes le facultan para eso. Además, estaba blindado con la orden de un tribunal de la república, testigos y todos los indicios que llevan a pensar que allí había algo al parecer irregular.

Es decir, allá en “La Cerradura”, la condición de clase de los dueños, la relación de estos con poderosos medios de comunicación, permitió un procedimiento no habitual. Una abogada, suponemos que lo es, sin que mostrase poder alguno que la identificase como representante legal de los propietarios, se dio el lujo de entorpecer un procedimiento policial y hasta tratar con violencia al jefe mayor del cuerpo y representantes de otros organismos que tienen que ver con lo investigado. Y a ella se le trató con dignidad y condescendencia, hasta como a una dama, sin llegar a aplicar las simplezas que la ley determina, cuando alguien públicamente obstruye una investigación y de paso se muestra violento e irrespetuoso.

Y lo que es peor, la abogada que, según uno escuchó por el audio del video, es representante legal de un medio informativo que no se cansa de decir que en este país no hay libertad de información y se obstruye el ejercicio periodístico, trató con excesiva violencia verbal y gesticular a un periodista que, con todo respeto, discreción y hasta humildad, reportaba el allanamiento y, como le corresponde, le preguntaba sobre aquel hallazgo policial.

Es asombroso, como la reportera del canal televisivo propiedad del mismo dueño de la “Cerradura”, “en vivo y directo”, acosa al jefe policial, intentando presentar a los presuntos delincuentes como víctimas.

Y asombra una vez más, como un medio de comunicación, no se limita a reportar una investigación policial, sino que asume la defensa de quienes son investigados, por lo que podría ser un delito “común”.

Viendo aquel deplorable espectáculo, que tiene como punto de partida la presunción del delito de acaparamiento, habían 24 ó 26 vehículos nuevos depositados en una casa o residencia familiar, en un país donde pocos pueden conseguir uno por las conductas de las mafias que les esconden para venderles con sobreprecio o cobrar comisiones para que aparezca, se me ocurrió hacer la siguiente reflexión:

¿Las clases altas, medias y la oposición política creen en verdad que en Venezuela hay una dictadura o una manguangua?

¿Qué dirán los pobres que por presuntos delitos menores, por décadas, las policías no han mostrado esa condescendencia y hasta debilidad frente a una “perla” que les manotee la cara?

¿Qué dictadura es esta, dónde quienes presuntamente aparecen acaparando carros, atropellan policías y periodistas, se dan el lujo todavía de denunciar aquí y allá que en Venezuela no hay libertad de expresión?

En verdad, este proceso nuestro, viéndolo así como en efecto le vimos, anoche en la “Quinta Cerradura”, con estos ojos que se han de comer la tierra o posiblemente el mar, es una “madre perla”.

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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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