Tan afianzado y acreditado está el guiso en Venezuela que nadie puede negar que somos un típico país donde la gastronomía política siempre ha girado alrededor del chanchullo aderezado con salsas blanca y verde, entre muchas otras.
De tal modo, contamos con muchos políticos veteranos de la cocina suntuosa que han sabido engordar sus riquezas a expensas del guiso, especialidad culinaria con categoría de plato nacional y con más prosélitos que María Lionza.
En esa persistencia por engrasar sustanciosamente sus jugosas cuentas bancarias, son muchos los dirigentes políticos que vorazmente han raspado la olla. Por eso, a nadie asombra que los líderes cuarto republicanos, mezclados astutamente dentro de una gran sopera opositora, sazonan protestas en cacerolas de oro negro y menean cucharones donados por tutores extranjeros del Departamento de Estado de EE UU, en demostración del insaciable apetito de poder que los impulsa a querer regresar para continuar saboreando el rico estofado y repetir la acostumbrada raspadura del pote billuyérico.
Ante la imposibilidad de guisar contratos, durante los dos últimos años la oposición se ha dedicado con glotonería a cocinar golpes de Estado, chamuscar conspiraciones y preparar guarimbas a la Carta (Democrática). En tal sentido, los chef Pedro Carmona Estanga, Carlos Ortega, Carlos Fernández, Juan Fernández y otros asistentes de cocina, sirvieron en los festines gastronómicos del 11A y el 2D un tramposo menú de conjuraciones que empalagó a los miembros exclusivos del Club de los Grandes Estómagos del Poder.
Como una cortesía para los amigos comensales ofrecemos la receta usada para preparar este estropeado plato, que los desplumados chef bautizaron con el nombre francés de "Guisé de Golpe de Estadé a la Escualidé". Aquí tenéis esta jugosa receta conspiradora:
Ingredientes: marchas al gusto, generales rollizos en su salsa, cassettes de videos manipulados, lenguas de periodistas, rebanadas de empresarios agalludos, trocitos de sindicalistas pícaros, migas de pan, media docena de organizaciones de la sociedad civil, un pimentón grande, una buena ración de cogollos, un puñado de meritócratas, una cucharada de demagogia, 50 gramos del rugido "se va, se va" y carne fresca de cañón.
Preparación: Para elaborar este guiso, tome una cacerola grande con tapadera cómplice partidista. Agarre al pueblo y aplástelo fuertemente, mientras lo ofende llamándolo horda. Quítele los despojos, corte a la sociedad civil en trocitos y bátala en una licuadora junto a guarimbas frescas cosechadas en el este de Caracas. Tome este revoltillo y mézclelo con las marchas frustradas y varios kilos de carne de cañón. Previamente los marchistas se agitan en caliente y se mueven de un lado a otro, hasta que suelten el jugo. Agréguele meritócratas petroleros con mucho cuidado, pues tienden a organizar paros durante la preparación del guiso.
Mientras deja reposar el mazacote anterior, entibie a los generales golpistas antes de que los ahogue la grasa. Al estofado se le adicionan rajas de lengua prensada de periodistas y cassettes de videos editados debidamente molidos. Échele los menudillos de empresarios agalludos y los trozos de sindicalistas marrulleros. Luego los deja espesar en fajos de dólares frescos para financiar ONGs. Para evitar sorpresas y recetas de agendas secretas, acicale el guiso con cogollos por encima de todos los ingredientes.
Después de la cocción, condimente el guiso con el pimentón dispuesto a su alrededor. Al punto, rocíe una cucharada grande de demagogia y sirva el plato al ritmo engañoso de "se va, se va". Disfrute el "Guisé de Golpé de Estadé a la Escualidé" acompañado con sus respectivas copitas guarimberas. Buen provecho, y hasta el próximo frustrado guiso de golpe de Estado.
vchavezlopez@hotmail.com
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