Yo no creo en Dios, pero creo que Dios si existe; y creo que Dios es llamado a la palestra para ser increpado y cuestionado igual que se llama a muchos otros, en una especie de juicio final que cada vez que avanza la historia se hace pero juicio hecho por los hombres y no en el cielo; en donde le prorrogamos o no su vigencia o existencia a quienes son enjuiciados. Así son llamados Platón, Franco, Hitler, Freud, Marx, el Todo y la Nada cada vez que el hombre avanza, crece y se desplaza en su evolución ante el espacio que habita y para lo cual necesita restarle espacio a Dios o cada ser que ocupe un lugar en el entendimiento de las cosas.
Dios no existe pero existe. Dios es el nombre en donde hemos adorado toda nuestra incomprensión del universo, a lo desconocido, que vestido con túnicas blancas y decorado de arcángeles, serafines y ángeles convertimos en un lugar de peregrinación para venir a adorar a nuestra propia ignorancia y poder sobrevivir sin la angustia de saber lo que no sabemos.
Es un ser que hemos ido moldeando a lo largo de nuestra presencia sobre el planeta en nuestra cotidiana costumbre de adorar nuestra ignorancia. Politeístas al principio vestimos de Dios al Sol y a la Luna, al Dios de la Guerra, a de las Aguas, al de los Vientos y a Poseidón Dios de los Mares. Eran dioses hermosos sobre los cuales sumisamente los hombres nos postrábamos para adorar su fuerza y poder, sin dejar de pretender despojarlos tarde o temprano de sus dominios. Así hemos ido haciéndonos los dioses y luego coronándonos a nosotros mismos en sus altares, en la misma medida en que nuestros saberes podían desplazarlos y darnos las herramientas para apropiarnos de las aguas, de los vientos, del átomo, del conocimiento. Y aun así Dios sigue existiendo.
Mientras más estrecho sea el espacio de nuestra ignorancia, más estrecho será el espacio que Dios habite, sobre todo sigue existiendo en ese espacio tan temido que es la muerte: es el salón más grande donde habita Dios en nuestros días.
Hoy Dios es uno sólo, grande, enorme, es el Todo. Un solo Dios hay hoy sobre la tierra, pero se lo pelean entre feligreses de distintos credos, Dios son cientos de iglesias a donde cada Domingo van a lavar sus almas los hombres pecadores y son infinitas palabras escritas en el Corán o en la Biblia, en el Talmud o en el Bagavad Gita, cada grupo étnico sale a pelear en las guerras a nombre de su Dios, salen los hebreos, los árabes, los cristianos con las bandera de su Dios, pero ya por encima de los dioses originarios: el Dios lluvia, el Dios Sol, el Dios Hombre, el Dios de la fecundidad o el Dios Tierra ya quedaron en el olvido.
En el vaticano queda una embajada de Dios, que con voz omnipotente declara justas las injusticias y llena de cruces viene a justificar lo injustificable. Por todo nuestro mundo las Iglesias recogen el dinero de los hombres para enriquecer sus imperios que al final sirven a los poderes económicos sometiendo a los pueblos a la peor dominación de todas las dominaciones, con olores de inciensos y estampitas, con sacerdotes que visten todo tipo de sotanas en altares donde se justifica de la manera mas proba toda suerte de regimenes injustos, vendiéndonos a sus santos y salpicándonos con el agua bendita que borraría los pecados de nuestras almas.
Todos los genocidios, las masacres o las guerras han llevado delante de ellas la justificación celestial y han marchado al lado de los dueños de las guerras para preservar el gran negocio donde la mercancía no es otra que los miedos del hombre y bajo el temor al pecado es sometido el pueblo a la dominación de aquellos que tienen ese contacto celestial con las esferas divinas de la creación.
Para mi humilde criterio, de ese verdadero extrañamiento de la comprensión del absoluto y de la vida pudieron nacer tantos cantos de voces dulces evocando a lo supremo, tantas fantasías hechas postales y estampitas, para mi Dios es el vacío hecho costumbre, es el instinto de crecer y saber el sentido verdadero de la vida que infelizmente fue atrapado por las garras del mercantilismo infernal y convertido en la gran industria de dominación de las iglesias para vendernos inmortalidad y perdones, castigos o bendiciones y santuarios, velas, imágenes y cruces que apretamos en nuestras manos para enfrentarnos a los misterios de la muerte o para comprender lo incomprensible.
Dios existe, es imposible negarlo, basta levantarse en un Domingo temprano, que es cuando más existe, basta preguntarle a tantos y tantos niños abusados sexualmente por los pederastas con sotana, basta mirar la prensa y buscar las noticias del medio oriente.
Yo lo sentencio a muerte, Dios debe morir, porque nos está matando.
¡Dios es el Hombre!
(*)Fundación HombreNuevo
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