En mi meditación me volví a preguntar ¿será que el poeta Juan pueblo está dispuesto a ser como el intelectual Vargas Llosa? ¿pudiese compararse (con su debido consentimiento) a Mariano Rivera con Plinio Apuleyo?. La respuesta, creo, es negativa. Pues Juan pueblo y Mariano Rivera, tienen olor, corazón, sentimiento, sabiduría y honor de pueblo; Mientras Vargas llosa y Plinio apuleyo, hieden a dinero, a elite, a lujo mal habido por la venta de su independencia y cobro por los servicios prestados a los amos de las economías internacionales mediáticas. En fin dejaron de ser personas para convertirse en mercaderías para satisfacer egos elitistas.
Después me dije, carajo es mejor decir las cosas que se sienten en palabras sencillas y sin rebusque, no vaya a ser que algún trasnochado o un experto en ofender, nos confunda o califique como intelectuales al estilo de esos que andan por allí tarifando lo que escriben, dicen o piensan. Que anteponen a su presencia, una cantidad de dinero muy alta para lucirse y para decir cuatro pendejadas contra un gobierno o contra los pueblos. Que utilizan la fama, para decir que los pueblos son incapaces de pensar en su bienestar y que deben dejar a los intelectuales destacados y con altas tarifas, las decisiones de quienes les convienen que gobiernen. En mi angustia pensé: Ruego al Dios verdadero, al Dios que desprecian, Sabino Urosa, Baltasar Porras, Roberto Lückert, Luis Ugalde, etc. Que si algún día llego a tener la capacidad novelística de Vargas llosa, que por favor me permita también seguir siendo humano, que no me deje ser un ente economicista y racista, despreciador de la propia esencia y que me sostenga mi amor por mis raíces, mi país y por el derecho de los demás a vivir decentemente sin ser explotados. Que no me deje ser instrumento de propaganda servil en contra de los pueblos y de los pobres.
Una brisa suave y fresca azotó levemente mi ser, me espabile y al voltear la mirada vi como el imponente árbol danzaba al vaivén del viento. Un ruido agradable con sabor a saludo y echadera de vaina, marcaba la distancia de los que se acercaban a fresquear también debajo del palo. Dije para mis adentro ¡ que Vargas Llosa, ni Apuleyo ni que carajo!, con pueblo, no necesitamos a esas maquinas. Por favor señor Dios de los Pueblos pobres Luchadores, no me dejes ser como Vargas Llosa o esos intelectuales enamorados del dinero y lo material, mantenme en mi esencia popular. Por favor te lo ruego líbrame de ese mal.