Introducción explicativa

Por favor, no lean este ruego

Ayer mientras cavilaba, muy quedo en la tarde calurosa de San Felipe, debajo de una mata de Ceiba centenaria.  Se me ocurrió preguntarme, si un campesino, un obrero,  un hombre o mujer de pueblo, arropado en la sencillez del vulgo, puede ser intelectual.  Eso me hizo ir al diccionario a buscar la definición precisa del termino. Por lo que encontré:  “Perteneciente o relativo al entendimiento. II Dícese del entendimiento. II Dícese de la persona consagrada al cultivo de las ciencias o letras” (Según el diccionario hispánica milenium).  Entonces pensé en Jesús Almao, en Alí Primera, en Mariano Rivera, Bárbaro Rivas, Ángel Custodio Loyola,  el lndio Figueredo, en el viejito  Juan. Quien con tres palos de cocuy de penca, improvisa unos versos y rimas, que no le envidian nada a los poetas famosos. Me respondí si puede mi pueblo querido, humilde, ser intelectual.  Es más, es la crema de la intelectualidad de donde se nutren los que luego destacan después de beber en sus aguas de sabiduría común.

   En mi meditación me volví a preguntar  ¿será que  el poeta Juan pueblo está dispuesto a ser como el intelectual Vargas Llosa? ¿pudiese compararse (con su debido consentimiento)  a  Mariano Rivera con Plinio Apuleyo?.  La respuesta, creo, es negativa. Pues Juan pueblo y Mariano  Rivera, tienen olor, corazón, sentimiento, sabiduría y honor de pueblo;  Mientras Vargas llosa y Plinio apuleyo, hieden a dinero, a elite, a lujo mal habido por la venta de su independencia y cobro por los servicios prestados a los amos de las economías internacionales mediáticas.  En fin dejaron de ser personas para convertirse en mercaderías  para satisfacer egos elitistas.

    Después me dije, carajo es mejor decir las cosas que se sienten en palabras sencillas y sin rebusque, no vaya a ser que algún trasnochado o un experto en ofender, nos confunda o califique como intelectuales al estilo de esos que andan por allí tarifando lo que escriben, dicen o piensan.  Que anteponen a su presencia, una cantidad de dinero muy alta para lucirse y para decir cuatro pendejadas contra un gobierno o contra los pueblos.  Que utilizan la fama,  para decir que los pueblos son incapaces de pensar en su bienestar y que deben  dejar a los intelectuales destacados y con altas tarifas, las decisiones de quienes les convienen que gobiernen. En mi angustia pensé:  Ruego al Dios verdadero, al Dios que desprecian, Sabino Urosa, Baltasar Porras, Roberto Lückert, Luis Ugalde, etc. Que si algún día llego a tener la capacidad novelística de Vargas llosa, que por favor me permita también seguir siendo humano, que no me deje ser un ente economicista y racista, despreciador de la propia esencia y que me sostenga mi amor por mis raíces, mi país y por el derecho  de los demás a vivir decentemente sin ser explotados.  Que no me deje ser instrumento de propaganda servil en contra de los pueblos y de los pobres.

    Una brisa suave y fresca azotó levemente mi ser, me espabile y al voltear la mirada vi como el imponente árbol danzaba al vaivén del viento. Un ruido agradable con sabor a saludo y echadera de vaina, marcaba la distancia de los  que se acercaban a fresquear también debajo del palo. Dije para mis adentro ¡ que Vargas Llosa, ni Apuleyo ni que carajo!,  con pueblo, no necesitamos a esas maquinas.  Por favor señor Dios de los Pueblos pobres Luchadores,  no me dejes ser como  Vargas Llosa o esos intelectuales enamorados del dinero y lo material, mantenme en mi esencia popular.  Por favor te lo ruego líbrame de ese mal.  

 javierdelvallemonagas@gmail.com



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Javier Monagas Maita


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