Chávez, Fidel, Evo y el comunismo

Comunismo: un fantasma apresado por Pandora

En las memorias de la revolución venezolana nadie ha escrito acerca de la  laboriosa y plausible labor que con tanta insistencia realizó nuestro Comandante Hugo Chávez Frías desde su inicio para acostumbrar, desempolvar, desespantar a este gran timonel del socialismo que es Fidel Castro Ruz. Nombrar a Fidel era un pecado, grave, muy grave en aquellos tiempos, muchos seguidores mismos de nuestro comandante murmuraban a escondidas sus molestias de qué Chávez invocara tan a menudo a Fidel. Obstinado y terco, como siempre y como debe ser un líder, Chávez jamás cesó de hacerlo.

Recuerdo que conversando con un amigo, que me refería los temores de que Chávez perdiera popularidad al estarse identificando con el gran timonel antillano, se me ocurrió o expresé de manera espontánea lo que desde ese momento fue mi posición: Chávez tan sólo está desarmando el peor de los bloqueos de los que se le han impuesto a Cuba, ¡el bloqueo mental! El bloqueo que tenía adentro de nuestras cabezas, Cuba aislada y “olvidada” en aquellos años, era innombrable, mentar a Fidel era ser identificado como socio del terrorista más feroz del caribe. El bloqueo imperial hacia Cuba que económicamente aun se mantiene no fue más dañino que el bloque moral, intelectual y memorial. 

De esta terquedad de Chávez, además acompañada de sus continuas visitas a la Habana, la celebración de más de trescientos convenios con Cuba, su amistad más estrecha con el país antillano, el traer a Venezuela el batallón de batas blancas, estos hermosos médicos de Barrio Adentro y a sus cantantes y a sus deportistas, rompió, poco a poco, este bloqueo que teníamos todos en el propio interior de nuestras cabezas. No sólo Fidel es hoy en día amado por Venezuela sino que el romper ese bloqueo interior fue la llave maestra con que ya  hoy todos los pueblos del sur de esta América se quitaron las esposas que lo ataban al terrorismo moral imperialista y están todos juntos reclamando a Obama, a las NU y la OEA la finalización inmediata del bloqueo a nuestra amada Cuba. ¡Buen trabajo comandante Chávez! Fue usted quien hizo esto. Si bien nuestra Cuba sigue bloqueada por los capitalistas, ya la liberó usted Comandante Chávez y su terquedad, del bloqueo mental y será inevitable que más temprano que tarde se derrumbe el bloqueo económico, pues era el  mental el que la invisibilizaba. Hoy Cuba está de nuevo en el corazón de todos. Hoy Fidel, en su retiro, es amado y leído, escuchado y enaltecido por todos estos pueblos que despiertan gracias a ese trabajo de hormiguita que usted hizo. 

Los innombrables son temidos. Pocos se atreven a hablar de ellos en sus discursos. Temerosos. Están bloqueados también en nuestras mentes. Estigmatizados, sentenciados, excluidos como invocables prohibidos. 

En la última cumbre del Alba, realizada en Cumaná al oriente de Venezuela a mediados de Abril de este año, fue Evo, el indio hermano de Bolivia quien despertó en mi esta conciencia que ya antes me despertara Chávez con Fidel, así ahora me sucedió con Evo y el comunismo; otro preso más encerrado junto a todos los espantos y demonios en la caja de Pandora, sentenciado al silencio, al olvido, el temor intelectual, al destierro. Evo con su gallardía indígena le dijo a la Organización de Estados Americanos que si por ser marxistas había Cuba sido bloqueada el se declaraba a él mismo y a Bolivia: “socialista, marxista y comunista”, para que lo excluyeran también. Hasta el día de hoy, creo que soy el primero que escribe con esta palabra en la mira acerca de aquella escena. Pasó por debajo de la mesa, Evo, contagiado por las insolente personalidad de su amigo Chávez se atrevió a nombrar el comunismo y hubo un gran silencio: nadie dijo nada. 

¿Quién podrá a atreverse a invocar a ese fantasma? ¿Invocarlo será invocar a sus perseguidores de oficio que están sentados en la diestra y la siniestra del presidente Obama?  y me pregunto, ¿no es otro bloqueo mental del imperio mismo? 

Para empezar a invocarlo he venido. No se quien será quién se atreva a publicarme, más será su cargo de conciencia y no el mío, mi oficio es el de escribir y bajaré tranquilo al sepulcro habiendo cumplido mi trabajo. Yo si voy, hasta el cansancio a empezar a hablar de comunismo. Evo: ¡sigue tu discurso, se tan terco como Chávez, síguelo diciendo dos, tres, mil veces más! Comunismo, comunismo. 

Para empezar a espantar a los espantos hay que lavarle la cara al comunismo, empezar de nuevo a leer el manifiesto, a estudiarlo y difundirlo: comunismo para aquellos que estén leyéndome aterrados no son asesinos de niños, ni terroristas, ni demonios del infierno. El comunismo es el grande y hermoso final de este camino, sin cagueta camaradas, sin miedo alguno, hay que quitar las telarañas y sacarlo del closet, de los anaqueles altos e inalcanzables de las librerías, comunismo viene de común, común quiere decir todos, comunidad, comuna, compañeros. 

No existe mejor antónimo para la palabra egoísmo que la palabra comunismo. 

Un bello fantasma que recorrió el mundo, levantándole el alma a millones de trabajadores y proletarios quienes sin miedo alguno lo entendieron, lo siguieron, lo lucharon, lo vivieron y lo murieron. El Comunismo habla de todos, es la más de las hermosas utopías, habla de abolir las clases sociales, de fundar el mundo nuevo y para colmo, termina hasta hablando de que al final del camino ya con el ser humano, el hombre liberado, se llega a la fase más hermosa que es la autodestrucción del estado. Ya habrá nacido la conciencia, la sociedad nueva y  el hombre nuevo. 

A riesgo de ser excluido, castigado, sentenciado o desaparecido vengo a gritárselos a todos, porque lo entendí de nuevo. Soy comunista y vengo a levantar este fantasma para que nuevamente salga a recorrer el mundo. 

¡Soy comunista toda la vida y comunista he de morir! 
 

brachoraul@gmail.com 
 


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Raúl Bracho


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