Las guerras y el futuro del hombre

La socio ficción me abre mapas para descifrar el futuro y crearme imaginarios acerca de cual será el escenario en el que habiten sus vidas los nietos de mis hijos, que según mis cálculos, deberían comenzar a respirar para esos años. Es un ejercicio que acostumbro hacer: ¿a dónde llegara mi humanidad en su destino? Es también una manera de encontrar el alimento para mis luchas y a la vez algo así como un viaje espacial tripulando la evasión como nave de transporte.  

Me gusta juguetear con mis viejas ilusiones de poder tele transportarme, de tener mi cinturón volador o mi platillo, mi cabeza sin cabellos, con tatuajes de códigos de barra y poderes mentales para realizar  premoniciones y desplazamientos sobre el tiempo hacia el pasado o el futuro, poderes para mover las cosas tan sólo con  mi voluntad, censores digitales para restablecer la salud o regenerar tejidos sobre heridas y los sónicos paneles cibernéticos allá en el  estudio flotante donde habito. 

Que pasará con las guerras, reflexionaba anoche mientras encendía mentalmente la pantalla visualizadora Infra tiempo y coloqué las coordenadas para comenzar mi viaje:

Los clásicos sonidos de susurros cómo de viento más imágines que se desdibujaban veloces imposibles de captar me hicieron sentir un vacío en la barriga que daba certeza del desplazamiento. 

                                                             -I- 

¿Será qué llegaré a un sistema solar con más planetas habitados o invadidos, y naves aterrizando o despegando de estaciones orbitales, con seres humanos y alienígenas conviviendo en un infierno similar al de mi siglo pero con rango cósmico y en donde la velocidad de la luz ya sería de dominio público y la muerte y el acecho llenarían de brevedad las existencias con rayos y proyecciones holográficas, contadores digitales envolviendo los antebrazos y cascos con doble visión: normal y virtual serían la percepción de un planeta dominado por una inmensidad de adolescentes intervenidos genéticamente y combatiendo contra los imperios de los otros sistemas solares que tratarían de colonizarnos o contra los ejércitos del mismo imperio de los señores del dinero y del capitalismo cósmico de  siempre que ahora contaría con ejércitos de humanoides  con modificaciones  genéticas y  reproducidos masivamente por multiplicaciones de clones, luchando cómo siempre contra el pueblo infinito que seguiría resistiendo? 


                                                              -II-

¿Será qué llegaré a un universo con todos los planetas en ruinas, con olores de azufres y de asfixias, todo árido y seco, sin árboles, sin ríos, con los polos derretidos y sólo con lamentos y esqueletos calcinados,  con huracanes radioactivos que soplarían quemando los restos del planeta y buscando inclemente a los sobreviviente que vivirían como topos arrastrándose entre túneles, mutantes de humanos y animales, todos hijos de las guerras de la fusión nuclear donde se habrían borrado las sonrisas de las caras  y sólo quedarían los chillidos de la maldad convertidos en actos asesinos para la sobrevivencia sobre un escenario lleno de las ruinas que quedaron de mi siglo 21? 
 

                                                                 -III- 
 

¿Será qué llegare a un planeta azul y hermoso en el  año 2.100, lleno de descendientes musculosos y felices, en ciudades  reencontradas con todos los animales de las selvas, con cinturones antigravitacionales  que me dejaran jugar con las jirafas y las cebras; lleno de cientos de hermosos seres y cascadas de sonrisas infantiles, con un aire limpio con fragancia de azahares, con ríos y lagunas por doquier y  aves y  plantas exóticas entre nosotros coloreando con su magia cada espacio lleno de visitantes silenciosos de otras galaxias y donde la paz y la sabiduría me harán sentir como prehistórico, donde las guerras y los horrores del pasado serían sólo las memorias de la prehistoria y donde los chips y censores sería apenas perceptibles entre tanta fuerza de amor y de conciencia cósmica presentes?

Después del viaje  hacia el futuro doy un salto y me levanto de nuevo en el siglo 21 con la brújula del tiempo apretada a mi puño. Me despierto nuevamente a transcurrir un jueves más de mi existencia en el año 2.009 y voy tejiendo con mi memoria los cuentos del mañana que contaré a mis nietos, mientras con los ojos llenos de sueños retomo mi diario combatir por el mundo soñado que pretendo para abrir el camino al comunismo sideral que tanto añoro dejar como herencia a los hijos de los hijos de mis hijos. 


brachoraul@gmail.com  
 


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Raúl Bracho


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