No suelo escribir movido por impulsos viscerales, pero a veces estos son tan fuertes que uno termina por sucumbir ante ellos. Posiblemente mañana me arrepienta de haber escrito el presente artículo, pero prefiero sufrir el arrepentimiento mañana antes que callar la arrechera que siento en estos momentos cuando estoy oyendo a las sabandijas de la ¡y que oposición! esgrimir argumentos acomodaticios tratando de desvirtuar una realidad que no puede ser ocultada a los ojos de nadie, con el fin de tratar de decir que el culpable de este atentado de lesa patria que hoy ha sido develado (gracias a Dios no tuvo que ser debelado) por los organismos de seguridad del estado, es el Presidente Chávez. Estas alimañas, que no tienen el menor asomo de vergüenza, carentes de cualquier sentido de patriotismo, declaran confiadamente basándose en la actitud más que permisiva que el gobierno ha tenido con todos los que de una manera u otra han actuado descaradamente al margen de la Carta Magna amparados por un Poder Judicial mayoritariamente integrado por miembros de la IV-R y cómplices de las maniobras de la ¡y que! contra el Gobierno.
¡Coño, Presidente!, todo tiene un límite. Usted fue elegido por una mayoría del pueblo venezolano para que gobernara en función de un programa que hasta hoy, pese a todos los obstáculos puestos por los microcéfalos que fungen de dirigentes de la Coordinadora Fascista, y hoy cuenta con una mayoría más amplia que la que lo eligió originalmente porque no se siente defraudada de usted. Además de esas promesas que usted ha venido cumpliendo en la medida de las posibilidades, la gente que votó por usted quiere vivir en paz y tiene derecho a VIVIR EN PAZ y usted tiene el DEBER de garantizarles ese derecho, entonces ¿A qué está esperando?. ¿Hasta cuando va a dejar que le vean la “oreja de pendejo”, como dicen en mi pueblo?.
Usted está calificado de DICTADOR por el autonombrado “Policía del Mundo” y lo tienen en la mira para sacarlo del poder a como dé lugar, independientemente de lo que haga, porque usted ha demostrado ser un verdadero nacionalista y eso no le conviene al Imperio del mal que quiere apoderarse del mundo. Usted es mostrado internacionalmente como la encarnación del anticristo, que lleva en su cráneo, más arriba de su verruga y tapada por su pelo malo, el 666, signo de La Bestia que menciona el Apocalipsis. Por tanto USTED será una víctima probable del Imperio, hoy en manos de un cavernícola fanático, que se considera ungido y portavoz de Dios para imponer en la tierra el orden que le conviene a ese Imperio.
Si aceptamos esto, Presidente, ¿por qué no nos hace el favor de liberar al pueblo venezolano, antes de que lo depongan (Dios no lo quiera), de unas cuantas alimañas que actúan como quintacolumnistas de ese Imperio maligno?. Cierre de una vez por todas esos medios de perversión donde anidan esos cipayos y que hoy, una vez más, han demostrado su desafecto a la patria al no unirse al clamor de arrechera que embarga a los venezolanos. Detenga a los propietarios de esas cloacas a través de las cuales circulan los excrementos que producen las vísceras que se alojan en sus cráneos y que eufemísticamente llaman “medios de comunicación”, pero no en sus casas, sino en los centros de reclusión a los cuales van todos los venezolanos que incurren en cualquier delito común, aunque este sea un delito de lesa patria que merecería penas no contempladas en nuestras leyes ni códigos.
Señor Presidente, ¡Basta ya!. Imponga el orden y respeto que se merece la inmensa mayoría de venezolanos que lo apoya. Olvídese de cartas de la OEA y de telegramas de la ONU y oiga el mensaje que le envía un pueblo arrecho.