Poder aun hallarme de pie en este camino, entre otras cosas, me ha permitido tornarme de vez en cuando algo entretenido y lograr, con cierta coherencia, “entender” por qué algunos con los años parecieran que comenzaran a caminar con los zapatos mirando para atrás. Entre algunas diatribas y otras cuantas cervezas, con una risueña mujer, a la cual debía esto, amenizábamos las dudas del por qué algunos, por ejemplo Serrar, y otros más cansados, rezongaban tan ligeramente sobre lo que se vive en el mundo y, sobre todo, en Venezuela.
Sin muchos remordimientos le confesé, apagando casi ceremonialmente el cigarro, que ha éste (Serrat) prefería a quien en ese momento tarareábamos (Serrano). Atrevimiento que pareció soez para quien hace rato se nos tornaba más insoportable que también pagarle el “salud”.
Despachado el intruso nos entregamos a los intrincados e impredecibles efluvios filosóficos de los tragos, y en ese momento de suma entrega me atreví referirle que también en contra se está a la moda. En más de un punto la misma corriente de un río genera su contracorriente, en el remanso o con las grandes rocas lo cierto es que nada asombroso y antinatural hay en lo que suele suceder, solo la manifestación del sortilegio de la contradicción. Siempre inherente y de manifiesto en toda la obra de quien se dice ha sido su Creador. Es parte de una realidad que encuentra en el choque de dos fuerzas “antagónicas” el equilibrio de su legitimidad.
En este momento en el mundo, y sobre todo en Venezuela, se abre una nueva ventana por donde se asoma e intenta entrar una inédita realidad. Aunque combate y pretende superar la establecida, por esencia no le está facultada comportarse igual que la vigente. Solo quienes no están contaminados y condenados por los chicles de las tentaciones tienen visión para degustarla, y razón para procurarla.
Precisamente esta es la razón por la que algunos habiendo “combatido” toda una vida, claramente a contracorriente, a esa misma realidad o sistema, en un momento determinado no lograron dejar de convertirse en corriente. No encontraron la manera de salir inmunes y mantener la inocencia, la disposición para los cambios y el desprendimiento y la humildad para enfrentarse a los cargos de conducción y de relevancia que la realidad histórica en el futuro condicionaría. De ahí que lo que hoy sucede, lo que en este momento se está gestando y tiene a una buena parte de los latinoamericanos motorizados, ellos se encuentran lejos de encontrarle atractivos mayores, y de manera despechada se adelantan a condenarla. Verdaderamente incapacitados de llegar a comportarse orgánicamente como precisamente lo expresaban en sus floridos discursos, sus propias verdades han terminado execrándolos de todo reclutamiento. Y como Trino Mora ahora pretenden combatirla, afanosamente prefiriendo desconocerla y vivir en el pasado. Amargamente han entendido que para mantenerse y ser reconocidos deben velar y luchar por lo que tanto despreciaron y “combatieron”. Ciertamente de antemano derrotados aceptan que solo ese sistema capitalista o esa “realidad” podría destinarle y garantizarle algún tipo de atención y distinción.
Ya se hacía tarde, y no solamente de filosofía se entretienen los que en algo suelen creer…
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