La propuesta del Presidente sobre una Ley Habilitante es absolutamente pertinente, en función de garantizar la estructura normativa que requiere la revolución para una nueva etapa. Después de 10 años del proceso constituyente, donde el pueblo soberanamente decidió su destino, todavía el gobierno bolivariano, a pesar de los aciertos, tiene una mora en cuanto al cumplimiento de las expectativas, y una de sus causas es la falta de las herramientas jurídicas necesarias para el cumplimiento de los objetivos, y esto es exclusiva responsabilidad de la Asamblea Nacional.
Esto implica dos cosas: 1.- Nuestra actual Asamblea Nacional no ha cumplido con su objetivo revolucionario. 2.- Los cuadros políticos que actualmente forman parte de esta Asamblea Nacional no han dado la talla en cuanto a la exigencia histórica del momento. Sobre el primer punto podríamos afirmar que es lamentable que la dinámica interna de la Asamblea Nacional no haya modernizado los mecanismos para la creación de nuevas leyes, a pesar de la pretendida democratización de los procesos de consulta a través del llamado “parlamentarismo de calle” que puede tener un alto nivel de tecnología para el procesamiento de la información obtenida, pero sus resultados no ha demostrado ser cónsonos con una real voluntad política socialista. Del segundo punto podríamos derivar que existe un gran dilema entre el ser y el deber ser. Esto se explica por las carencias de formación de cuadros políticos por parte del extinto MVR y por el compadrazgo que se deriva de la ausencia de un claro establecimiento de parámetros para la designación de candidatos para la Asamblea Nacional.
En la Asamblea Nacional deben estar los mejores cuadros políticos formados por un partido con sólida ideología, y lamentablemente esto no pasó en un 100% en el último proceso de elección para los candidatos. Incluso, aún, en el período del PSUV, todavía no existe una sólida plataforma de formación que garantice tener todos los cuadros necesarios para este rol. Es por ello que bajo la irrefutable razón de las elecciones por la base, pienso que el PSUV debe permitir una reserva estratégica importante para la selección de cuadros políticos que desde la Dirección Nacional y el Presidente, sean escogidos para el reforzamiento de esta carencia.
Seguro los detractores de las decisiones que no sean consultadas por la base cuestionarán duramente mi afirmación, pero dada la situación política actual creo pertinente someter esto a discusión para que las mismas bases decidan sobre esta opción.
Es innegable que el pulso político de nuestra sociedad y del contexto internacional, por su oficio, es mejor manejado por quienes día a día toman decisiones de alto nivel. No con esto quiero desmeritar la experticia de las bases en cuanto a este aspecto, sin embargo la madurez política colectiva de nuestras bases aún no se ha logrado, y mientras eso pase, es necesario una dirección colegiada, que entre la Dirección Nacional y el Presidente, podrían aportar significativos criterios para el destino de una Asamblea Nacional que logre los objetivos estratégicos.
Quienes han seguido mis escritos sabrán que he luchado de manera consecutiva por mayor democracia en todas las organizaciones democráticas, pero también sabrán que ha sido mi esfuerzo el proponer cosas viables, eficaces y eficientes para el progreso de de la revolución.
Este es el momento de debatir, bienvenidas las diferencias.