Por alguna de esas inesperadas vueltas del lenguaje, la palabra embarque en Venezuela implica lo que en otros lugares llaman dejar plantado, burlar citas, defraudar promesas. Por eso, ante conductas como la de Barack Obama, se suele exclamar: “¡Qué embarque!”.
La traición congela un tiempo precioso para dilucidar si se trata de una deslealtad o de un error de juicio, lo que el traidor aprovecha para causar estragos, amparado por el beneficio de la duda.
Hemos estado presumiendo buena fe en Obama, aunque sabemos que el aparato industrial-militar puede más. Por eso mientras tanto y por si acaso conviene seguir la enseñanza de José Gervasio Artigas, de no esperar nada sino de nosotros mismos.
Entre los tantos embarcados están los homosexuales. Luego de embullarlos durante las elecciones, prometiéndoles apoyo para la defensa de sus derechos, ahora les anda con gestos ambiguos y a veces no tan enigmáticos. La inmensa mayoría de los GLBT (gays, lesbianas, bisexuales y transgéneros) votaron por Obama, pero ahora están arrepentidos y hasta boicoteando su gobierno.
No sé qué pasará con otros que confiaron en Obama, pero la ultraderecha por su parte no corre riesgos y ya lo acusa de socialista, paso previo a tildarlo de terrorista. Ya le han atribuido un pasado mahometano, que para ese fascismo cristiano es sinónimo de terrorista.
La Religión de Amor quemaba vivo como hereje a quienquiera se desviase de la pureza doctrinaria. La Inquisición de hoy moteja de terrorista a quien no profesa la religión “correcta”, como no creer en el Mercado Todopoderoso, es decir, promover cualquier grado de justicia social, aún tímido, le inspira sospecha de terrorismo, narcotráfico, autocracia, etc., precisamente de parte de gente estridente que promueve gobiernos terroristas, narcotraficantes y que a menudo instaura paradigmas de autocracia como el de Pedro Carmona.
Eufemismo e hipocresía son clásicos burgueses: ahora no son bases militares las que instalarán en Colombia, sino “reforzamiento de la colaboración militar”... Obama repudia el golpe en Honduras, pero deja pasar todo lo necesario para que perdure y acusa de hipócritas a quienes le exigen rectificar. Redondo.
No sé, pero me huele a embarque.
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