Desde que la corrupción se incrustó en la Administración Pública venezolana, no se ha construido una sola obra de infraestructura vial que no haya sido pagada a precio de oro y recibida como una obra de tercera calidad.
Como tal, cada una de esas obras de mala calidad ofrecen un maná de nuevos contratos para reparaciones, remodelaciones y hasta reconstrucciones a cargo de los mismos contratistas corruptos y chimbos que siguen figurando en las Listas de Contratistas que se archivan en todos los organismos públicos nacionales, desde Miraflores hasta la Alcaldía de menor rango fiscal.
Estos contratistas suelen ser de baja preparación técnica, y moralmente incapaces para entender las bondades de un buen trabajo para la sociedad. Sin embargo, debemos ser considerados con ellos porque no son los culpables finales.
Ocurre que en las referidas listas de contratistas están los privilegiados de la Oligarquía nacional, gente tránsfuga y tartufa que siempre anda bien con Dios y con el Diablo si estos los contrata. Es todo un vestigio de tiempos feudales.
La corrupción impone que el contrato del caso se le otorgue a uno de esos privilegiados, y este luego lo subcontrata a un tercero quien suele hacer lo mismo hasta agotarse la rosca correspondiente. Cada Ministerio y organismo público tiene su propia rosca.
Desde luego, en cada contrato y subcontrato el otorgante o cedente retiene para sí y para el funcionario que le da el visto bueno dos (2) buena “tajadas” con cargo al precio original.
Cuando la lista de privilegiados se agota y ya no es posible seguir reduciendo el monto final que recibirá el contratista final, entonces este sólo contará con un presupuesto máximamente reducido. En consecuencia, se verá obligado a utilizar materiales y herramientas de tercera (El puente que recientemente se derrumbó en Ciudad Bolívar es un ejemplo reciente).
En el caso de las calles pavimentadas o asfaltadas, teóricamente deben ser hechas de tal manera que se acompañen de aceras y cunetas a fin de que las crazadas faciliten el drenaje durante y después de las lluvias, para que así los peatones puedan utilizarlas tan pronto cesen las lluvias.
Pero esto es lo que viene ocurriendo con los corruptos de las Alcaldías: Ahora estos no incluyen cunetas y se limitan a regar el asfalto o el macadán de manera plana sin más declive que el longitudinal, y no convexo como debería ser, y sin cunetas.
De esa forma las calzadas dejaron de ser calles para coinvertirse en canales. Los peatones y contribuyentes de las Alcaldías deben esperar horas para el desagüé correspondiente y poder transitar por una vías que la Alcaldía pagó a precio de oro pero que recibieron como si fueran sido pagadas a precio de gallina flaca. Esas calles quedan saturadas de polvo húmedo que luego volará seco a los pulmones del peatón con las obvias malas consecuencias para su salud.