En el caso del café, los intermediarios van con una marusa de dinero y compran billete sobre billete, el grano verde, en el mismo campo. Nadie compite con ellos, algunas industrias torrefactoras han logrado poner puestos de compra, al igual que el Gobierno Nacional, pero éstos son insuficientes. La capacidad de movilización y transporte de los intermediarios es infinitamente superior. En los últimos años, los intermediarios compran el café verde a un precio superior al precio oficial. No es una paradoja, esto sólo responde a la oferta insuficiente y al inmenso negocio cambiario propio del contrabando de extracción. Normalmente, es el caso del maíz, del sorgo o del algodón, el producto agrícola es comprado muy por debajo del precio oficial, los intermediarios se aprovechan del carácter perecedero de estos productos y/o del control que ellos ejercen en buena parte de la infraestructura de acondicionamiento, almacenaje y conservación del producto primario. Tienen la sartén por el mango. El campesino indefenso tiene que bajar la cabeza y aceptar el menor precio, al no tener las condiciones para conservarlo.
El Gobierno Nacional ha dado algunos pasos importantes: la recuperación de la infraestructura pública de silos, la producción de tractores, la construcción de las plantas iraníes para el procesamiento del maíz y de la leche. Esto último le permite al productor primario agregarle valor a su producción, parámetro necesario de cualquier política socialista. El consumo de alimentos ha aumentado abruptamente. El esfuerzo del Gobierno Nacional es loable pero insuficiente. Los intermediarios de la agricultura se disfrazan de chavistas pero tienen tanto de chavistas como de monjes budistas. Algunos han hecho tanto dinero que han comprado bancos e industrias transformadoras. Los intermediarios, nueva clase de propietarios, son personas con nombres y apellidos.