Esta solemne y afamada institución monetaria venezolana lleva ya varios
años al margen de su objetivo fundamental, según reza el Art. 318 de la
vigente Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, Título VI,
Capítulo II, Sección Tercera, que de seguidas parcialmente transcribimos:
"Las competencias monetarias del poder nacional serán ejercidas de manera
exclusiva y obligatoria por el Banco Central de Venezuela. El objetivo
fundamental del Banco Central de Venezuela es lograr la estabilidad de
precios y preservar el valor interno y externo de la unidad monetaria. La
unidad monetaria de la República Bolivariana de Venezuela es el Bolívar,
etc."
De acuerdo con la textualidad de ese Art., ese instituto bien podría ser
intervenido, y con ello mejoraríamos su funcionamiento, hasta ahora bastante
suntuario y antieconómico porque una institución que descuide el
cumplimiento de sus obligaciones fundamentales y si siga operando lo hará
con fines puramente burocráticos y diplomáticos, pero habrá perdido su razón
de ser. La plantilla de trabajadores de ese ente es larga y con sueldos de
alto giro.
Para nadie es un secreto que los precios en Venezuela no han detenido su
marcha ascendente desde hace sus buenas décadas, salvo que por estabilidad
de precios se entienda la evasión de precios zigzagueantes, y no sus
sostenidas alzas que es lo que ocurre.
Todavía el año pasado un "plato de espagueti" costaba unos 10 BsF en
restoranes de mediana calidad sanitaria. Hoy ya ronda sus buenos 19 BsF y
sólo llevamos medio semestre de subas de precios.
En cuanto al valor interno y externo el BsF, su preservación es una parte
intrínsecamente ligada a los precios ya que en nuestro país las subas de
estos no responden a empeoramientos de la productividad del trabajo ni al
uso de técnicas productivas retrógradas ni obsoletas, sino todo lo
contrario.
Es que las subas de precios son derivadas directas del gran descontrol de
cambio que opera en nuestro país desde que las anteriores y la presente
Administración Pública decidieron, con fines desesperadamente políticos,
optar por el Control de Cambio de la divisa norteamericana, que hoy ejecuta
a medias la comisión que se conoce como CADIVI, antes RECADI.
Hemos denunciado la desfachatez y libertad con que opera el conocido "dólar
paralelo" que, por cierto, es usado por los comerciantes e industriales más
inescrupulosos para justificar sus especulaciones y demás trampas
contables que los caracteriza.
Hasta ahora el Banco Central de Venezuela se viene dedicando a taparear la
inflación mediante el artilugio bancario del cambio periódico del Índice de
Precios al Consumidor , una figura que les viene al pelo para aparentar
control de precios al reemplazar las bases anuales referenciales.
Además, hace varios lustros que tales Índices de Precios al Consumidor no se
corresponden con los salarios mínimos, o minimizados, necesarios para la
cobertura de la cesta básica, con lo cual de poco o nada sirven las onerosas
erogaciones por concepto de encuestas familiares si al final sus resultados
no guardan una correlación directa y proporcional a con los salarios ni los
precios que tan liberalescamente operan en una Venezuela que no termina de
entender para qué sirven algunas instituciones burocráticas si ellas no
cumplen estricta ni mediamente con sus objetivos fundamentales.