El esclavista
de avanzada entendió que al darle tierras y “libertad” al
esclavo se liberaba de la responsabilidad sobre la salud y la alimentación
de éstos, resultando que el feudo le representó una liberación productiva
y rentable y de esclavista pasó rápidamente a ser un señor feudal.
Al igual, luego de establecida la sociedad feudal, aparece el elemento
de crisis en la clase dominante, ya desde el siglo 13, aparecen los
“Burgos”, que son en esencia pueblos separados de los feudos y más
allá de los Burgos, los burgueses, que no eran más que los mercaderes
que comenzaron a acumular fuerzas para superar la baja taza de mercado
y de venta de mercancía que imponía el feudalismo, ya para el siglo
18, esta ruptura, unida al descontento social, termina con los restos
del feudalismo y da comienzo a la sociedad capitalista a partir de la
revolución francesa.
El capitalismo
es la sociedad de la mercancía, el valor de cambio, supera el valor
de uso y es la sociedad que nos ha llevado a este imperialismo en el
que obviamente ya están listas y encontradas las fuerzas de cambio
que están generando la nueva revolución. La revolución socialista
va contra la hegemonía de la propiedad privada y apunta hacia la propiedad
común, pero dentro de nuestras fuerzas de lucha seguro que llevamos
como aliados a aquellos miembros de la sociedad capitalista que comprenden
su inviabilidad y lo inevitable de la revolución y pretenden asumir
la nueva sociedad socialista en su provecho personal como a ocurrido
en anteriores revoluciones.
Dado que nuestra
revolución tiene una carga de humanismo, de rescate de valores perdidos
y devorados por la sociedad de consumo es deber de los que asumimos
esta ruptura social el protegernos y preservar la nueva sociedad para
que no lleve en si el germen que en otras revoluciones se convierte
en el nacimiento de su propia negación.
Yo hablo desde
el tema de la droga, quienes me conocen lo saben, uno de los mercados
más lucrativos y que infiere más daño en esta sociedad que combatimos.
De ese tema hablo en muchos de mis escritos, hoy quiero abordarlo desde
lo que en la sociedad capitalista se llama “reinserción social”
y que no es más que la manera en que a aquellos ciudadanos a quienes
luego de presentar deterioros por consumos crónicos, se les “ubica”
nuevamente en la sociedad al finalizar su período de tratamiento. Trataré
de comenzar a definir y enfocar la nueva visión necesaria para el abordaje
de este tema.
La formación de ciudades agrícolas socialistas es una figura que se presta de manera plena para este momento en que se pretende devolver la dignidad y el sentido a quien ya egresa de un “tratamiento”
No volver a
la ciudad contaminada y peligrosa, disponer de una vivienda que no se
compra ni se vende, sino que se usa simplemente y fundar una comunidad
sin la contaminación social abre el camino de crear avanzadas de lo
que será la sociedad socialista. En mi estudio sobre la mejor forma
de lograr este objetivo, excluyendo o cerrando el camino a los vicios
que pretenden “colarse” en la nueva sociedad parto de la premisa
de cambiar hasta de manera lingüística esta fase, reinserción correspondía
a su enclavamiento en la misma sociedad que lo enfermó, así que aquí
debemos definirla como auto-inserción, una inclusión conciente
y critica a la nueva sociedad en formación, si un ciudadano que
llegó a estados de deterioro víctima del comercio y consumo de sustancias
que todos conocemos como drogas ilegales no es el culpable de su enfermedad
si deberá ser en éste proceso de auto-.inclusión el responsable de
su recuperación y esta misma herramienta, esta asignación de protagonismo
será su fortaleza para echar raíces en tierra firme.
Las ciudades
agrícolas socialistas generarán sus formas sociales, económicas y
culturales antagónicas a las que aun perduran en las ciudades en transformación
y serán muy pronto ejemplares muestras del mundo nuevo, de la sociedad
naciente y territorio del hombre nuevo necesario para la transformación.
La inclusión de los más excluidos, los que vivieron en la miseria
económica y quienes sintieron en su propia vida el daño de ser esclavizados
por el comercio vil de sustancias adictivas, es decir: los que no tienen
más nada que perder más que sus cadenas, garantizará y preservará
el crecimiento de los nuevos valores, en ellas se formará la nueva
vida que inevitablemente tendrá en ellos sus defensores luego de que
su conciencia les haga darse cuenta de que no son propietarios sino
de lo mas enorme y valioso: sus propias vidas.
Terminaré
citando a mi autor de cabecera en estos días, Paulo Freire, quien nos
dice:
“El proyecto revolucionario conduce a una lucha contra las estructuras opresoras y deshumanizante. En la medida en que este proyecto busca afirmar a los hombres concretos para que se liberen, toda concesión irreflexiva a los métodos del opresor representa una amenaza y un peligro para el mismo proyecto revolucionario. Los revolucionarios deben exigirse a si mismos una coherencia muy fuerte.”
(Paulo freire/Concientización/ Ediciones búsqueda 1.974)