Sin pecar de triunfalistas sino con estricto apego a la realidad, desde ya podemos dar por sentado el triunfo de Chávez en el próximo Referendo Reafirmatorio, aunque decir "desde ya" no sea precisamente lo correcto, puesto que este triunfo se viene anunciando desde las primeras medidas tomadas por él en ejercicio de la presidencia las cuales, paso a paso, han ido confirmando su clara superioridad numérica sobre todos los demás pichones de candidatos juntos.
Sin entrar en "pajas mentales" de manipulación de cifras a las que son tan aficionados los "numerólogos" de la ¡y que oposición!, basta con penetrar a cualquier barrio, de cualquier ciudad o pueblo de Venezuela y palpar el sentimiento de la gente para percibir esta realidad que se confirma por las encuestas encargadas por la propia ¡y que!, aunque estas últimas no se realizan en los citados barrios, sino en sitios céntricos por donde circula en su mayoría gente de clase media, las cuales arrojan cifras de aceptación por encima del 45%.
Estas mediciones de por sí son suficientes para lograr una clara victoria, pero ya lo que se requiere es una victoria, contundente, abrumadora, que no deje lugar a la menor duda acerca de cuál es la voluntad del Soberano y entierre, de una vez por todas, las aspiraciones de los viudos y viudas de la IV-R.
Lo único que falta para lograr esa victoria arrolladora es que el Presidente Chávez, sin descuidar sus labores como jefe de su propia campaña, anuncie al país su intención de recuperar el valor de nuestro signo monetario, para lo cual existen razones más que suficientes, tal como se desprende de análisis realizados por distinguidos profesionales venezolanos no contaminados por las teorías económicas preconizadas por el F.M.I, el B.M y otros organismos internacionales con sede en Washington cuyos intereses son opuestos a los de los países en vías de desarrollo. Lamentablemente, el Presidente no ha podido sustraerse a la influencia de un entorno cerrado de Economistas y "expertos" miopes carentes de imaginación creativa, que sólo conocen estas teorías y creen en ellas a pie juntillas, que cierran los ojos a la realidad de lo que ha ocurrido en los países que se han sometido a los dictámenes de estas corporaciones, que los han conducido por la vía de la pobreza y del endeudamiento crecientes privándolos ya, no de la posibilidad sino hasta de la esperanza de recuperación.
Un anuncio en tal sentido, avalado por la palabra del Presidente, es lo único que falta para darle un repunte extraordinario a su ya crecida popularidad, suficiente para enterrar de por vida los sueños de quienes anhelan recuperar sus posiciones de privilegio a expensas del bienestar de las grandes mayorías que hoy ven una posibilidad cierta de realizar sus esperanzas.
Adelante Presidente. Usted debe saber que eso es lo único que falta