Aun no siendo economista, debo confesar mi gran temor por el destino económico de nuestro país, entre otras cosas porque no dejamos de ser una economía de mercado, y los esfuerzos por transformarnos en una economía socialista distan de cualquier verdadera pretensión de lograrlo. Somos un país rentista, y en los últimos diez años esto no ha cambiado, sin embargo no podemos negar el gran esfuerzo que se ha realizado por “sembrar el petróleo” y generar una mayor redistribución de las rentas petroleras a los sectores más débiles de nuestra economía, pero esto no ha bastado.
En los sesenta y setenta la idea de la sustitución de importaciones nos sedujo y nos persuadió de que la vía “cepalina” era idónea para superar el subdesarrollo. Es hoy, en el marco de la lógica de la economía política el “desarrollo endógeno” la esperanza apostada en la superación de nuestra pobreza estructural, sin embargo, la lógica de “la piñata”, traducida al venezolano como “caerle a palo en la fiesta a lo que queda antes que se acabe a ver quien agarra más” es la herencia de la adequidad, que descalabra nuestra endeble estructura económica , en un socialismo sin verdadero desarrollo industrial que permita la socialización de los medios de producción a las comunidades y los trabajadores.
Por el contrario, en nuestra economía hasta ahora se ha implementado una especie de “Nueva Socialdemocracia”, que no atina a definirse liberal y desea ser socialista con los temores del comunismo a rastras. Tenemos una economía que regula el tipo de cambio pero a su vez no regula el porcentaje que orienta la banca nacional a inversiones productivas, colocando la banca nacional casi el 70% de la cartera crediticia a proyectos en el sector terciario o de consumo. Tenemos una economía que mientras desarrolla planes de reimpulso económico a través del incremento de la participación pública en el sector industrial, en diez años en su PIB la participación del sector privado se ha incrementado del 67 al 70%, mientras el sector público ha disminuido al 29 y tanto %.
Y mientras, gente como “Un Grano de Maíz”, afanosos capitalistas de Estado afirman que debe desaparecer la propiedad privada, dándole la razón a la gente de CEDICE, que opina que nuestro gobierno quiere eliminar la propiedad privada, mientras el presidente Chávez dice todo lo contrario, afirmando que lo que se desea es democratizar la propiedad, garantizando la permanencia de la propiedad privada como derecho inalienable. Creo que los ajustes económicos serán inevitables, pero hacia dónde es la gran pregunta, ¿Cederemos al liberalismo como consecuencia de la globalización?, ¿Tomaremos medidas radicales orientadas al socialismo, tales como la nacionalización de toda la Banca?, ¿seguiremos en el reformismo socialdemócrata del siglo XXI con esperanza socialista?
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