Camaradas de Rebelión:
He leído su publicación sobre un artículo reproducido de “El País” de España, cuyo título es: “Las drogas como farmacopea del alma” cuyo autor es José Natansón, pregunto si me darán ustedes el derecho a réplica porque estoy seguro de que el País no me lo dará. Yo he colaborado en pocas oportunidades con Rebelión y lamento no haber sido escogido en mayor cantidad de oportunidades, pero yo no puedo disponer de sus criterios de selección.
Rebelión es un medio de izquierda, sus opiniones o escogencias deberían obedecer a criterios de izquierda. Lamentablemente en lo que a drogas se refiere, una parte de nuestra izquierda, acostumbrada a ir contra lo prohibido, apoya de manera frontal o disimulada, a campañas contra la ilegalidad del mercado de las drogas, haciéndole el juego a otros intereses que no corresponden, a mi criterio, precisamente a la defensa de los derechos humanos, sino de manera solapada a los mismos intereses capitalistas que rentan con dichas sustancias.
Como egresado de un centro de tratamiento para superar la adicción en Cuba, que me brindara el gobierno revolucionario de Hugo Chávez Frías y vocero de un colectivo de egresados que peleamos por encontrar un tercer camino, diferente a la defensa de la legalidad o la ilegalidad, les pido la posibilidad de publicar unas breves reflexiones sobre este documento.
Precisamente estudiaba, antes de entrar a Rebelión, como lo hago todas las madrugadas, a ver si corría con la suerte de haber sido publicado y encontrarme este artículo, decía, estudiaba un libro de otro defensor a ultranza de la legalidad: Dalostto.
Yo no quiero caer en la diatriba de si se deben legalizar o no los mercados de sicotrópicos, como lo he expresado en distintos artículos publicados en Aporrea y en Kaosenlared, (donde publicaré mi réplica) esa es una lucha entre carteles, donde la salud es utilizada como excusa y el fondo verdadero corresponde a lo de siempre: intereses económicos. Aparte de lo extenso que resultaría desmenuzar tan elaborada armazón de justificativos y explicaciones que los legalistas han desarrollado.
El planteamiento sutil y venenoso de este artículo es lo que pretendo abordar: decir que tanto en otras épocas, con las bebidas alcohólicas, como hoy las drogas, son “mecanismos controladores” de la sociedad, me parece una forma sumamente reaccionaria de enfocar lo que sucede. No son mecanismos controladores, son simple y descaradamente mecanismos de dominación imperial.
“Si los cereales son la panacea de las culturas agrícolas (alimentos de fácil producción y asimilación) y si el azúcar y el alcohol lo son para el capitalismo industrial (calorías para trabajar), las drogas son el elixir de la sociedad postindustrial (reconstituyentes del alma)” (cita del artículo de José Natansón, con corrección mía a la palabra posindustrial.)
Me parece un enfoque sumamente reaccionario, pobre y entreguista. La sociedad postindustrial, (imagino que no se atrevió a denominarla capitalista-imperialista) es una sociedad depredadora de los valores humanos. Bien lo decía Carlos Marx, cuando nació la plusvalía, comenzó la enajenación. Hablar de el “elixir” del capitalismo, es aceptar el capitalismo y colocar en un altar la recurrencia a estas sustancias como paliativo a la pobreza espiritual que este mismo sistema impone al verdadero sentido del ser humano.
“Reconstituyente del alma”, peor aun, yo camaradas, que viví años recogiendo latas y desechos, es decir, hurgando la basura del hombre para conseguir miserables monedas para consumir, jamás podré aceptar esta terrible definición, las drogas, ni tampoco el alcohol, reconstituyen nada, al contrario destruyen, a mayor o menor velocidad, más tarde o más temprano el espíritu del ser, pues lo de alma todavía lo tengo cuestionado como valor de dominación eclesiástico, repito, el espíritu de los seres humanos.
“Nada de esto ha sucedido, por supuesto. La guerra contra las drogas ha generado efectos sociales, medioambientales y de derechos humanos muy negativos. También produjo consecuencias políticas impensadas: la emergencia del liderazgo de Evo Morales no se explica sin considerar la brutal represión a los cocaleros del Chapare por parte de las fuerzas de seguridad boliviana asistidas por la DEA.”
No faltaría ahora que sea que debemos agradecer a la DEA por ser los culpables de la Revolución boliviana. Al igual que el Plan Colombia , el Plan Córdova y la invasión a Afganistán, la injerencia de la DEA o del Departamento de Estado norteamericano, en estas hipócritas políticas públicas, son la mampara con la que esconden su apropiación de los carteles y su manejo y rentismo en este cruel comercio. Colombia aumento en un 30% su producción de cocaína desde que comenzó el Plan Colombia, Afganistán un 40% su producción de Heroína desde la invasión amparada en la lucha contra el “terrorismo” que comenzara en el 2.001, en una fecha cercana: el 11 de Septiembre con el auto-atentado a las torres gemelas, la oposición imperial contra Evo, no es sino la perdida de la producción de hojas de coca como materia prima para su productiva y “clandestina industria” , hay pruebas suficientes de “envíos controlados” por la DEA de cocaína a California, para que fuese distribuido por los Mara, (población marginal de jóvenes centroamericanos), cuyo fin fue financiar la lucha contra la guerrilla sandinista.
“La marihuana, en cambio, se produce en prácticamente todos los países (alcanza con una maceta y un poco de sol). Hasta en Cuba, que combate las drogas con rigor soviético, es posible ver las plantas a la vera de algunas rutas”
El primer gran cosechador y exportador de mariguana son los Estados Unidos y su principal consumidor. Si esto no es mediatización y utilización de mentiras para manipular y una tergiversación de la realidad que no me cabe todavía en la cabeza que lo publiquen ustedes, camaradas, pido una explicación, me bastaría una foto de algún balcón de la Habana, yo viví en Cuba y se que esto es falso. No niego que exista un porcentaje de consumidores, pero no pasa del 0.3 % de la población y va en descenso, el comandante Fidel, en una de sus recientes reflexiones abordó este tema.
El autor habla de nuestra sociedad y la define como “sociedad ansiógena”, al fin algo en lo que concuerdo. Es una sociedad que genera patrones de consumo, de egoísmo, de soledad, de persecución de la riqueza como único valor, que dolariza la vida, por supuesto que es una sociedad que genera estados de ansiedad crónicos pues se basa en la adicción a la plusvalía, la madre de las drogas, la sociedad perfecta para uno de sus más rentables negocios: la droga.
Para concluir mi réplica, quiero pedir más atención a este tipo de artículos, que tratan de colocar a la ilegalidad como la gran culpable. Yo no caeré en la discusión de los daños colaterales que produce la ilegalidad, son ciertos, pero usarlos para hacer creer que legalizando el comercio y el consumo de drogas se resuelve el problema es un absurdo. Según esta estirpe de redactores lo que hace adictiva a una sustancia es su ilegalidad y no el efecto socio-bio-químico sobre quien las consume. Según ellos el problema de las drogas se restringe entonces solamente al campo de lo jurídico.
Las drogas no son dañinas porque sean ilegales, son ilegales porque son dañinas. Obviamente que en una sociedad capitalista el discurso se mantendrá entre estos dos polos: legalidad o ilegalidad. Ninguno de los dos corresponde a una postura marxista. El origen y la solución están en la sociedad capitalista y su transformación al socialismo. En Venezuela, muy pronto daremos respuestas al mundo y lecciones de otra salida distinta a esta lucha entre poderes económicos.
¡Como agradeceré que mis reflexiones las puedan leer todos los que leen este artículo!