Tormentas, ciclones, deslaves y terremotos: armas climáticas del imperio

La plusvalía sistémica es una profunda y ancestral patología que, como cualquier cáncer, busca el dominio hegemónico del cuerpo que la sustenta, invadiendo y haciendo metástasis cada vez en más órganos o sistemas de funcionamiento. 

La información superó aquellos años en que volaban los últimos descubrimientos y hallazgos de los científicos a las primeras planas y al conocimiento común. Desde hace años que son manejados con absoluto secreto, sobre todo cuando la injerencia del hombre como operador ya no se hace indispensable.  

El organismo, sociedad o planeta invadido por la disfunción de una de sus células que se torna invasiva y hegemónica, tiende a fallecer por colapsar su armonía y presentar desequilibrios ocasionados por el mal que la acosa, pero el mal es perezoso para entender que al fallecer el cuerpo, sociedad o planeta también fallecería el. Su obstinado deseo de permanencia, su ceguera egótica, no hace sino crear e inventar prolongaciones de dominio y de sobrevivencia sin ceder o reconocer que esta asesinándose a si mismo. 

Dado que debemos recurrir a la imaginación para hacer un diagnóstico de por donde anda reproduciéndose el capitalismo en su fase terminal, no tenemos otra cosa que hacer que suponer o imaginar eventos. Uno de estos eventos que a mí desde hace un tiempo me llama poderosamente la atención es la firme sospecha de  que el imperio trata de dominar los eventos climáticos para disponerlos como armas de dominación: la tierra, el agua, el viento y el fuego. 
 

Manejo de protones y fuerzas magnéticas, energía nuclear específica, explosiones a gran profundidad, manejos espaciales de la atmósfera, podrían ser el pan nuestro de cada día en el piso 7 del departamento de estado. Son ya demasiados los desequilibrios que presenta nuestro clima, son sumamente coincidentes inundaciones o torrenciales aguaceros que producen deslaves, en países a donde se suceden elecciones, por ejemplo, con una falla que no va más allá de de 24 horas. 

Imaginemos que todo esto es cierto y que sólo falta predecir el tiempo de inicio de los sucesos, afinar la puntería. Supongamos que la sorpresiva tormenta que ayer cayera de los cielos sobre Caracas, hubiese tenido la intención de imposibilitar la navegación del avión donde regresaba Hugo Chávez Frías, y que la intensa descarda de rayos tuvieran la intención de derribar el avión, ¿quién se atrevería a culpar al pentágono, solo un loco como yo, y pregunto ¿Quién me toma en serio?, pues nada, no me importa, la imaginación y la sospecha es lo único con lo que cuento para predecir a un monstruo como el que tenemos de enemigo. Hoy, les cuento, hubo una segunda tormenta, no había terminado de retumbar toda Caracas por la caída de un rayo, cuando ya nos cegaba la luz del otro, cada vez más contínuos y seguidos, eso, amigos, no es lo normal, por lo menos en nuestro clima. 

Cierto que el gran culpable es el hueco de ozono, el aumento de la temperatura, el fenómeno de el “niño”, etc, etc. Eso es lo peor, que de yo tener razón, ellos ya tienen la excusa antes de cometer su nuevo orden de genocidio. Que caiga tamaña tormenta con la profusión de descargas eléctricas no me hubiera extrañado tanto sino es que como acto final de la función, apenas cesa la tormenta, toda Venezuela se sacude con un sismo de 6.2 grados de intensidad. 

Yo me pregunto ¿será que es esto lo que se esconde detrás de la sonrisa del presidente Obama? ¿será que por este desarrollo, aunque aun en pruebas, el imperio decide ya no usar más la política ni sus mismos ejércitos? ¿y por eso cambia a un lenguaje amable y conciliador? 

Que mal que caen ahora estas siete bases que Estados Unidos está instalando en Colombia, ante esta terrible sospecha, uno pensando en mariners y flotas, mientras que ellos irradian protones o magnetos, o desde cualquier satélite coordinan que se yo que carajo podrán estar coordinando. 

Bill Gates está gastando su fortuna en un mega proyecto para espantar ciclones, se trata de una infinidad de embarcaciones con bombas de agua, que sacarán agua del mar profundo para enfriar el agua de la superficie y de ésta manera desviar el curso para que los ciclones se desvíen de las tierras americanas, me pregunto: no será mas bien para que se queden con sus giros destrozando a nuestra amada y hermosa Cuba. 

Misterios de la ciencia!!


brachoraul@gmail.com


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Raúl Bracho


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