Los
jóvenes profesionales o no, estudiantes o no, priorizan lo material por
encima de todo, estamos construyendo y generando una sociedad enferma
sin otra alternativa que sucumbir ante tamaña estupidez,
autodestruirnos...parece una película extraída de un ambiente de
ciencia ficción, pero es lo que ocurre en la vida real. La propuesta de
propugnar por la creación de espacios liberados del germen capitalista,
ya de por sí es revolucionaria; no se puede pensar en revolución sin
construir los espacios para la vida del ser humano y eso pasa
necesariamente por la erradicación paulatina de un conjunto de cosas
que atentan contra el carácter humano de todo ser y lo convierte en
meras máquinas.
Una revolución tiene la misión de redimensionar cosas como:
Riqueza=Dinero, vehículo= éxito; lograr revertir estas cosas será
refundar la sociedad completamente y una sociedad socialista está
obligada a revertir la lógica del capital que prioriza el dinero por
encima del propio ser humano. ¿Cómo hacerlo? No existe otra manera que
transformando el sistema, transformando al hombre viejo en hombre
nuevo.
En
una sociedad de consumo como la nuestra, en donde todo se
centra precisamente en, "cuanto tienes, cuanto vales", erradicar del
imaginario colectivo el tema del dinero no es tarea sencilla,
repetimos, sobre todo porque toda la sociedad se mueve en ese sentido,
pero es una tarea impostergable de esta revolución y cualquiera que se
precie de ser una revolución verdadera. Una persona cualquiera,
perteneciente a cualquier estrato social, vive eternamente en medio de
la inseguridad más terrible, cuando comienza a transitar los cuarenta
años, su principal problema es acumular dinero, asegurarse "una vejez
tranquila" y eso pasa fundamentalmente por la acumulación de riqueza
que el capitalismo lo traduce en “acumulación de dinero”, asimismo
ocurre con la formación de sus hijos, todo se concentra en garantizarle
primeramente “la seguridad económica”, sin importar muchas veces a
costa de que. Esto indudablemente contrasta con la cruel realidad que
genera la división de clases sociales; los ricos tienen toda la
posibilidad de concentrar capital y asegurarse una vejez feliz, el
pobre está condenado a vivir la azarosa vida de quien pende su
seguridad de un hilo por la escasez de dinero. Una sociedad nueva está
obligada a cambiar esta lógica. Los capitalistas mantienen la tesis que
"la libre competencia" le da oportunidades iguales a todos, esto es
completamente falso, los pobres no tienen oportunidad de salir de la
pobreza porque no tienen en sus manos las herramientas vitales para
salir de ella ni el poder para lograrlo. La revolución bolivariana ha
colocado un marco teórico importante en este sentido..."si queremos
acabar con la pobreza, démosle poder a los pobres", ni más ni menos,
esta propuesta en perspectiva significa hacer una revolución profunda
en donde se agudizarán las diferencias de clase y la lucha de éstas
agudizándose cada día; esto nos obliga a tener plena conciencia de los
fenómenos que genera la pobreza que no es otra cosa que la existencia
de diferencias de clases en la sociedad. El capitalismo, es decir, el
sistema, nos ha hecho creer que es inevitable la existencia de la
competencia, incluso, nos hablan de las leyes del mercado, en donde,
supuestamente la competencia permite regular el valor de las cosas,
incluidas las vitales para la supervivencia humana como: comida, agua,
salud, educación, etcétera. El sistema capitalista convierte todo en
mercancía y desata una competencia por la supervivencia de los pobres y
una lucha por la acumulación de riqueza mayor en las esferas
dominantes. Ahora bien, este es el diagnóstico que todos conocemos, el
quid del problema estriba en cómo construimos los espacios que permitan
purificar y sanar al ser humano, sin duda, no hay otra forma que
erradicando el sistema capitalista causante de generar las inhumanas
relaciones entre los seres humanos. Las profesiones en su totalidad, es
decir, toda actividad desarrollada por el hombre dentro del sistema
capitalista está motivada por el dinero y asociada al mismo, incluso,
hasta el amor el capitalismo lo convierte en "una imperiosa necesidad
de conseguir dinero", una pareja joven o vieja para poder vivir está
condenada a dotarse de "una riqueza", traducida en el lenguaje
capitalista en acumulación de dinero. En la lógica capitalista
presupone que quien no posea grandes cantidades de dinero no será ni
siquiera feliz con su pareja, incluso, a lo mejor ni siquiera pueda
compartir con ella..., asimismo la vejez está condenada a la situación
de "trasto viejo, inservible y atravesado en todas partes", fácil presa
de odios y rencores, inclusive en el seno de su propia familia porque
según la óptica capitalista “ya no es un hombre productivo”.
La
inseguridad en todos los aspectos dentro de la sociedad de consumo
lleva a cada ser a una voraz "competencia" por la supervivencia, los
resultados son catastróficos: los más vulnerables de la sociedad, los
pobres, son objeto de la más humillantes limitaciones para vivir, los
ricos, con posibilidades de seguir acumulando capital los convierte en
máquinas de hacer dinero, perdiendo con ello todo rasgo de humanidad,
los ricos cuando hacen algo que está fuera de generar dinero,
simplemente lo consideran como "una acto de solemnidad religiosa",
jamás como un acto de solidaridad entre iguales.
Todo
esto requiere de un estado, de unas instituciones, de organizaciones
sociales capaces de cambiar con su actuar cotidiano y que esa actuación
impacte el ámbito social donde se desenvuelve y por ende a los seres
que conviven en ese ámbito; es imprescindible rescatar la solidaridad,
la amistad, el compañerismo y todo un conjunto de valores inherentes a
la condición humana misma...antivalores como: la mezquindad, la
envidia, entre otras taras que distorsionan la relación entre los seres
humanos, en pocas palabras, hay que rescatar la humanidad en los seres
humanos para sanar al mundo.
La propuesta de Antonio Aponte en la columna UN GRANO DE MAIZ, en torno al SISTEMA SANADOR, y todo el conjunto de escritos generados en esta columna nos invita a la reflexión, nos invita también "a volar alto", a liberarnos de las ataduras mentales conque el capitalismo nos desfigura la esencia humana. Esta tarea es del colectivo, individualizarla sería negar la esencia de la propuesta; la eficacia e inteligencia de los revolucionarios se centra en hacer al colectivo partícipe de las ideas que lo liberen. El sistema capitalista apoyado en sus defensores hará hasta lo imposible porque no se genere la conciencia colectiva en torno a temas de humanidad, es en estos precisos momentos en donde las condiciones más inhumanas incrustadas en la mente de algunos brotan como torrentes, es justamente allí en donde se detecta la confrontación de clases de manera más diáfana.
A los revolucionarios nos toca reflexionar y actuar en todas las trincheras por más de humildes que estas sean. Las zonas socialistas conquistadas hasta ahora deben ser reforzadas absolutamente y esa semilla debe correr por todo el torrente social que compone la patria. Cada día nos convencemos que el ejemplo de Venezuela se diseminará por el continente y el mundo, quien piense de manera distinta está al margen de la fuerza telúrica de esta revolución y de una revolución que marcha a la médula del individuo para transformarlo en ser humano.
Ahora bien, la reacción de los enemigos del ser humano, la reacción de los defensores de lo inhumano, es decir, la reacción de los capitalistas, no puede ser otra que la estridencia conque enfrentan al comandante Chávez y todas las iniciativas dirigidas en este sentido por parte del gobierno revolucionario. Razón tiene Aponte cuando comenta la reacción de "las damas ofendidas" en torno al tema de la lactancia materna, no es para menos y debemos entender esto como la reacción natural de quien ha sido transformado en su propia mente para confrontar, con razón o sin ella toda iniciativa revolucionaria humana. La riqueza de esta revolución está precisamente en que sin ningún mecanismo de coerción, los revolucionarios planteamos el debate de altura, el debate de ideas en donde precisamente los capitalistas jamás podrán justificar lo inhumano y antinatural de su sistema.