(Sin ellos moriríamos de hambre y de soledad)

Plantas y animales, como alimentos y compañeros

Estamos convencidos de que las mejores pinturas de los mejores artistas son los paisajes donde sus protagonistas son árboles y arbustos, yerbas, hojas, aves, peces, canes, gatos, vacas, caballos y mariposas.

Convencidos también de que los modernos apartamentos familiares de propiedad horizontal serían cascarones cavernosos si en sus paredes no colgaran las pinturas, y si estas son “impresionistas” mucho mejor porque sus creadores terminan recogiendo en ellas todo el caluroso dinamismo de la vibrátil luz, única forma de reflejar físicamente la realidad material del mundo exterior.

Nos han acostumbrado a una versión idealista del mundo donde la Flora y la Fauna aparecen como objetos y no como sujetos. Y todo parece encajar armoniosamente, ya que la autovisión clasista hace que unos hombres no miren a los otros como reflejos de sí mismos sino como extraños.

Por esas contradicciones, los vegetarianos aducen no comer cadáveres, pero se alimentan de vegetales, por eso descuidamos el jardín de las calles, reducimos la vegetación, los peces y mamíferos en general, y hasta hoy en la China moderna se alimentan con fetos abortados, y en América se come sintéticos programados.

Cuando paseamos por las calles vacías, libres de esculturas, carentes de árboles y arbustos, y ni siquiera vemos un hambriento perro callejero, pareciera que estamos solitarios en un apelotonado mundo donde además de hambre estaríamos muriendo de soledad.

marmac@cantv.net


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Manuel C. Martínez M.


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